Otro drama taiwanés en el que la premisa parecía interesante, pero que acabó convirtiéndose en un despropósito mayúsculo. Solo salvaría un par de capítulos de la quema y a un personaje, pero ese es otro cantar.
Al principio, el hecho de que hiciese mofa de los clichés de las novelas románticas (que se pueden ver incluso en algunas series), era divertido. No era difícil reconocerlos, porque aunque no son los mismos que los de la novela romántica occidental, sí coinciden en parte. Sí, era divertido. Mucho. Pero acabó convirtiéndose justo en lo que criticaba, por más que tratase de alejarse de ello. Y no, los que estén preocupados porque se parezca a The Romance of Tiger and Rose, que se tranquilicen porque no se parecen en nada. Incluso me atrevería a decir que es mucho mejor la serie china que la taiwanesa, a pesar de todos los flecos sueltos y de que está dirigida a un público juvenil, mientras que Lost Romance está dirigida a un público adulto. Lo que marca la diferencia es que en la primera sí te crees el romance de ambos, porque el amor nace poquito a poco, mientras que en la segunda no hay forma de creerse nada.
Empiezo por el principio y así me entenderéis.
Zheng Xiao En (Vivian Sung) trabaja en una editorial especializada en novelas románticas. Es editora y está trabajando en una novela con un título muy así: CEO, qué travieso eres. Lo sabe todo, absolutamente todo, sobre las novelas románticas. Conoce cada recoveco, cada cliché, cada argumento. Y, en su fuero interno, sueña con convertirse en la protagonista de su propia historia romántica con un CEO. Es decir, su único deseo en el mundo es enamorarse de un CEO. Cuando lo escuché, me llevé las manos a la cabeza. ¿Qué amor puede haber ahí si para que lo mire tiene que ser un CEO? En fin…
Cerca del edificio donde está ubicada la editorial, hay un edificio de oficinas donde trabaja He Tian Xing (Marcus Chang), un apuesto director ejecutivo que copa las portadas de las revistas especializadas en negocios, las entrevistas en televisión, etc. Está por todas partes y, no contenta con todo eso, lo espía usando el dron de su amiga y compañera de trabajo. Es decir, lo hacen las dos, pero ella es la única que sueña con casarse con un CEO.
He Tian Xing es hijo de la amante del dueño de la empresa. Ha sido reconocido, pero creció con su madre hasta que esta murió por culpa de los otros hijos de su padre. Luego fue llevado a la casa de la familia He, donde no fue tratado demasiado bien. Ming Li (Kelly Liao), su hermana mayor, lo ve como una amenaza, pues cree que está siendo tratada injustamente por ser mujer. Se considera lo bastante preparada como para llevar la empresa, pero lo cierto es que está a punto de arruinar las pequeñas empresas que han puesto en sus manos y ya no consigue crédito en ningún lugar. Tian Jian (Jason Hsu, ex miembro del grupo 5566), en cambio, parece el típico vividor que no está interesado en los negocios y que trata de llevarse bien con su hermano, siempre y cuando cubra sus desastres. Sin embargo, cuando su padre colapsa, se verán las verdaderas intenciones de ambos. Tian Xing posee el testamento de su padre y los dos hermanos creen que se lo ha dejado todo a él, pues es, con diferencia, el más capaz para manejar los negocios. No solo porque está mejor preparado, sino porque además ha empezado desde abajo, trabajando muy duro para conocer bien la empresa y abrirse camino hasta su actual posición.
Y si ya era difícil tragarse el tema del acoso de ella, a partir de aquí comienza un disparate de proporciones épicas. Durante una reunión de accionistas entran unos matones en la sala de juntas (bastante cutre, habida cuenta de que es la sala de juntas de una empresa millonaria), persiguen al protagonista hasta la azotea del edificio. Todo muy loco, la verdad. Pero nada, que llegan a la azotea y entre amenaza y amenaza, Tian Xing cae desde la azotea del edificio y, en lugar de espachurrarse y quedar en la acera hecho papilla, pues no, solo tiene unas heridas que parecen inexistentes y está en coma. Y el edificio era altísimo, tipo rascacielos. Pero el chico se ve que puede vencer a la gravedad y ¡pam! Sobrevive como si nada.
Si eres capaz de dejar pasar esto creyendo que la sinfonía de locuras e idas de olla ha terminado, te equivocas. ¡Te equivocas mucho! Resulta que nuestra acosadora particular lo ha visto todo gracias a su dron, que parece que también se ha espachurrao. Pero, ¿lo denuncia? No, señores. Se queda en casa, cubierta con las mantas, porque lo mismo así puede fingir que nada de eso ha pasado. Pero, por si esto fuese poco, cuando va al hospital a visitar a su jefe, operado de hemorroides, Ming Li está sacando a Tian Xing del hospital y este, en coma, la sujeta por el brazo. ¡Ole, ole y ole! Es para morirse, lo juro.
Pero bien, recrearse la vista cada semana con Marcus Chang es una gran recompensa y una, que en estas ocasiones saca su lado superficial, se deja llevar con facilidad. Ya sabía que el drama iba a ser un truño, pero no sabía que llegaría a tales extremos.
Bien, la cosa es que cuando ella llega a casa cae inconsciente y resulta que ni está enferma, ni en coma. No, no, es algo menos literario que eso. Está dormida. Como un tronco, pero no despierta. Intentan despertarla en varias ocasiones sin éxito. Y, mientras todos sufren por ella, la muchacha vive la vida padre en su sueño, porque se ha colado en la novela romántica que estaba corrigiendo y se encuentra cara a cara con Situ Aoran, el protagonista de la misma que tiene el rostro de Tian Xing (por supuesto).
¿Honestamente? Marcus Chang es guapísimo, guapo a rabiar, pero no consigo verlo como protagonista de una novela romántica. Le falta el morbo que se supone debe tener ese tipo de protagonista, pero bueno, no importa. Que sea adecuado o no para el papel es lo de menos. Lo que importa, lo que realmente importa es… es… en fin, todo lo demás.
Nuestra Xiao En no ha perdido la costumbre de acosar y acosa, acosa al hombre cuando quiere y más. Ahora la excusa es que está en su sueño. Y, como es su sueño, puede hacer lo que le venga en gana. Pero, para su propia sorpresa, no se convierte en la protagonista, sino en la villana. No importa lo que haga para salvar a la protagonista (Chu Chu) de su propia torpeza, al final es malentendida y tratada de forma injusta.
Esos episodios en los que se hace mofa de las protagonistas de las novelas románticas que deben ser cuidadas como criaturas porque se comportan como tal, son de lo más divertidos. Reconocer los clichés y verla pelear contra lo inevitable es hilarante. Aunque eso le trae consecuencias, claro.
Aunque, por suerte, consigue un aliado en Qing Fen (Simon Lian, ex miembro de la banda SpeXial), quien está enamorado de Chuchu, la protagonista de la novela. Aunque, poco a poco, este personaje toma las riendas de su vida y empieza a comportarse de un modo que se suponía no debía hacer. Y aquí, señores, es donde la cosa mejora. El personaje de Qing Fen despertó en mí el Síndrome del Personaje Secundario que no he sufrido nunca. Me pareció de lo más interesante y es una pena que su final fuese tan pobremente ejecutado.
Me encanta la relación que mantiene con Xiao En, lo mucho que la apoya, lo comprensivo que es. Y hay algún momento en el que tiene un puntillo bastante sexy, la verdad. No se lo había visto hasta este drama. Y, sinceramente, tanto Simon Lian como Jason Hsu (especialmente este último), me parecen más adecuados para el papel de protagonista que Marcus Chang.
La historia es un despropósito, ya sea en la vida onírica como en la vida real. Lo peor es que intentan convencernos de que las personalidades de los personajes que aparecen en la novela son las partes de la personalidad que ocultan en la vida real.
En fin, que es un desastre la mires por donde la mires.
Respecto a las actuaciones, la verdad es que no han sido las mejores. Vivian Sung es una buena actriz, pero perdía fuelle en algunos momentos. Marcus Chang no es el mejor actor del mundo, para qué engañarnos. Tampoco tenía un papel demasiado exigente. Simon Lian y Jason Hsu estuvieron bien. El primero muy bien, de hecho. El resto me parecieron normalillos y mediocres. A excepción de la madre de los hermanos He, que es terrible. Pero terrible de verdad. La actriz, el personaje… nada se sostiene.
Sobre el vestuario, pues no me parecía muy adecuado. Hortera en muchas ocasiones y el de Vivian me recordaba horrores al de la protagonista de Back to 1989, como si quisieran hacer un guiño a esa serie o qué sé yo. Desde luego, la estética es bastante pobre.