Revista Conciertos
Luis Ramiro en la Joy o de como hacer magia a partir de un concierto
Publicado el 22 septiembre 2010 por Mar Goizueta @margoizueta
18 de septiembre, con el otoño dudando entre aparecer o retrasarse y las ganas de música en las venas, llega la fecha del esperadísimo concierto de Luis Ramiro en Joy Eslava. Es una apuesta arriesgada pero casi segura, Luis mima a sus fans y sus fans le devuelven el cariño apoyándole en esta aventura que es enfrentarse con dignidad a una sala tan grande como la Joy. Pero no hay demasiado riesgo, todos sabemos que va a ser un concierto especial y nadie quiere perdérselo, así que, más tarde o más temprano, todos conseguiremos una entrada, incluso los que vienen de lejos, que también los hay. De todos los músicos que conozco, que son muchos, Luis es quizás uno de los que más se preocupan de su público, de que estén cómodos, de que disfruten, de que se sorprendan concierto a concierto, de no hacer actuaciones calcadas unas a otras. No era la primera vez en la Joy, hubo otra meses atrás junto a su inseparable Marwan, con las bandas de los dos sobre el escenario y muchos invitados, otro concierto memorable. Esta vez era algo más difícil, un solo cantante, una sola banda y menos invitados para arroparle, aún así, fue un concierto tan inolvidable como el anterior. En esta ocasión, al ser un concierto sólo suyo y de su banda, dejó que toda esa imaginación que lleva dentro saliese al exterior inundándonos a todos. Cada canción se adornaba con proyecciones de fondo, que transformaban el escenario y ambientaban las letras. Todo el concierto fue una sucesión de sorpresas que integraban al público que, como ocurre con el arte cuando es bueno, pasaba a ser parte del espectáculo. La banda también era cómplice en este circo. Grandes músicos para engrandecer aún más a un brillantísimo Luis Ramiro: Alejandro Martínez, ese genio de los teclados, aportando todo su talento, su saber estar en grandes escenarios, su elegancia; Marino Sáiz, el violinista con más glamour, un mago del violín con el poder de acariciar corazones con su música; Juancho Guevara, con toda la fuerza de sus guitarras; David Rodríguez, otro grande, batería habitual de Chaouen, que sustituía, por esta vez, a Chiloé, que no pudo acompañar a Luis esa noche y, por último, Matías Eisen al bajo.Destacaría todo el concierto, fue una maravilla en su totalidad, sin ni un solo momento mediocre, pero hubo momentos de pura magia. “Perfecta” fue como un sueño que comenzó con el impresionante solo de violín de Marino, que conmovió incluso a las pompas de jabón que bailaban, juguetonas y suaves, entre el público, primero despacito y luego más animadas cuando entraron en la canción Luis y el resto de los músicos. “Porno” fue otro de los momentos impactantes del concierto. Empezó la canción y nada hacía presagiar que en el momento en el que la letra cobra más fuerza, justo cuando dice “provoqué el desastre”, el “desastre” llegaría en forma de globos, unos normales, otros enormes, que volaban golpeando y golpeados por el público, por los artistas, explotando, dejando caer su carga multicolor. Un caos maravilloso, una explosión de fuerza e imaginación de las que sólo ocurren en los conciertos de Luis Ramiro. En “Mayo de 2002” apareció uno de los invitados, un inmenso Rafa Pons, que cantó con Luis mientras de fondo giraba una noria. En “Dos coplas” salió el que no podía faltar, el inseparable compañero de Luis Ramiro, la segunda parte de “Doner y Kebab”, Marwan, que cantó como si la canción fuese también suya, de tantas veces que entremezclan sus canciones en conciertos conjuntos. “K.O. boy”, una de mis preferidas, siempre divertida, tenía esa noche aún más fuerza de lo habitual y quedaba perfecta ambientada con las proyecciones. “Aviones de papel” fue el momento más íntimo del concierto, con Luis al piano y Marino como segundo protagonista. “Las Vegas”, tuvo cartel de “bienvenido a Las Vegas” de fondo, cinco músicos con gafas de Elvis encima del escenario y un público dejándose la garganta en coros. Hubo muchas más, todas destacables, pero acabaré como procede, con “La Distancia”, aunque me cuesta describir un momento tan increíble, tan mágico como el que vivimos, una canción hecha fiesta de despedida con puertas abiertas, una mezcla perfecta entre músicos y espectadores, todo confetti, saltos, palmas, bailes, guiños de complicidad, felicidad. Gracias, Luis, por una noche tan bonita.Os dejo con una lista de reproducción de vídeos del concierto