Tenía ya preparado un tema para la M: mente, meditación, materia, incluso mujer. Pero justamente hoy me di cuenta de que hay algo mucho más importante que todo esto, algo que muchas veces nos impide vivir, nos impide ser libres. Algo que hace que nuestra mente tome el control de nosotros, nos aísle, nos susurre mentiras que sólo nos traen infelicidad. Nuestro mayor enemigo: el miedo.
Por más que llevo escuchando que el miedo es malo, por más que medite, escriba sobre ello, por más que trate de controlar mi mente y mis pensamientos negativos, creando los positivos casi a la fuerza, diciendo en voz alta que no pasa nada, que todo está bien, que es lo que tiene que ser y que de todo se sale, el miedo asoma de vez en cuando como un zorro malvado, esperando su momento para acecharme, para abalanzarse sobre mi y romper mis defensas.
Es difícil hablar de algo tan cercano y presente en la vida de muchos. Es el miedo al fracaso, el miedo al futuro, el miedo a lo inestable, a tantos cambios, a no saber dónde estaré mañana, a no poder tomar una decisión en firme sobre ciertos aspectos de mi vida.
También puede tratarse de un miedo irracional, un miedo que viene del pasado, de la juventud, infancia, incluso de vidas pasadas: el miedo a no ser aceptado por como eres, el miedo a no cumplir con las expectativas de los demás, el miedo a simplemente sentirte perdido sin saber por qué.
Dicen que el miedo se manifiesta cuando sales de tu zona de confort o al revés: al salirse de esta zona, es cuando pierdes el miedo. Se supone que el miedo es estar estancado, es no moverse, no avanzar, no hacer cosas nuevas por precisamente eso: miedo. Bien, yo creo que el miedo está presente siempre, te salgas de tu zona o no. Tal vez desaparezca en un futuro cuando te acostumbres a hacer esas cosas nuevas y se conviertan en tu rutina, pero los principios están siempre llenos de dudas.
Hay una estupenda web que descubrí hace unos meses. Lo lleva una emprendedora joven que te cuenta todo por lo que pasó cuando decidió trabajar para sí misma y dejó de trabajar para otros, haciendo lo que realmente le gusta: ayudar a los demás (más bien a las demás, pues su público objetivo son sobre todo mujeres) a superar sus miedos, sus indecisiones, su inactividad… para lanzarse al maravilloso mundo de hacer lo que realmente les gusta. Y hay una frase suya que me encanta: el miedo es una señal de que tengo que hacerlo. Me parece sencillamente brillante. Cuando tenemos miedo, es porque se trata de algo que deseamos mucho, que ansiamos muy por dentro, tanto que si fracasamos, no nos lo podremos perdonar. He aprendido muchísimo de su blog y de sus consejos. El miedo, según ella, siempre estará allí, los valientes no es que no tengan miedo, lo tienen como todo el mundo, pero son los que lo hacen sí o sí. Aun me queda mucho que aprender en este sentido.
Y ahora diré lo que dicen los Vedas del miedo. Al parecer son las personas que más miedo tienen las que inician un camino espiritual. No lo hacen en un principio porque quieran encontar a Dios y unirse con la armonía del universo, sino porque se sienten infelices, se sienten perdidos en esta vida y sobre todo, porque tienen mucho miedo. Y la raíz de todos nuestros miedos es el miedo a la muerte. Incluso las personas más elevadas espiritualmente sienten ese tipo de miedo en más de una ocasión a lo largo de su vida.
Lo cierto es que estoy de acuerdo: primero porque mi interés por los Vedas se dio cuando tuve una especie de crisis personal hará unos años. Y lo de la muerte: cuando tienes un problema que te parece más o menos serio, si repites una frase mágica, el miedo de pronto (aunque no de forma definitiva, sino por unos instantes, tal vez horas o días) se desvanece: lo peor que nos puede pasar es la muerte, todo lo demás tiene solución.
Cuando tenemos miedo, desde el punto de vista físico, nuestro organismo deja de funcionar de forma adecuada: nuestros órganos se retraen o experimentan una gran tensión, dejamos de pensar de forma relajada y de respirar de forma profunda. El miedo nos encierra en nosotros mismos, esconde nuestro corazón; mientras que el amor lo abre, hace que nos abramos al mundo. El miedo es lo contrario del amor.
Los Vedas nos dicen que sólo hay una forma de vencer el miedo: el camino espiritual, el conocimiento, el estudio de nuestra alma, de nuestro cuerpo. Si nos damos cuenta de que el miedo es un camino que nos llevará a la muerte, lo esquivaremos de la mejor forma posible. Es el conocimiento pero también es la práctica: es la meditación, el controlar nuestra mente errante, es abrir nuestro corazón al amor, a la bondad y la gratitud.
Sí, es difícil, como ya lo dije al principio. Una noticia inesperada hace unos días hizo que sintiera miedo, que mis defensas se debilitaran y cogí un estúpido resfriado ayer. Ahora, preguntándome por lo que ocurrió, lo entiendo: era el miedo. Era una señal de mi debilidad, de mi retraimiento, de mi rechazo de una situación inminente. Y ni siquiera se trata de algo grave, es más: anoche encontramos una solución. Más meditación, más relajación, más positividad… esa es mi receta contra el miedo. ¿Y la vuestra?