Revista Salud y Bienestar

Macgyver vino a la consulta

Por Jas

Macgyver vino a la consultaCuando sustituyo a un compañero por un día, no es infrecuente que vuelva a remitir a algún enfermo para que acuda nuevamente y en otro momento, a consultar con su médico. 
Son casos en los que, por las particulares circunstancias del paciente o del tema (¿no está el doctor Tal?, ¿cuando viene?, es que a mí el doctor me hace o prescribe esto o aquello...); O que requieren un seguimiento periódico y exhaustivo, corrigiendo variables y rectificando rumbos, en los que probablemente no resulte conveniente el que seamos varios los capitanes que lo dirijan. 
En este sentido no dejo de recordar un aforismo que se nos decía en la facultad y que recurriendo a la exageración incidía en tales consideraciones: "Un médico cura, dos dudan... y tres muerte segura!"
Pongamos pues, resumiendo, que de los cerca de 50 que suelen poblar una agenda y por los motivos expuestos, vengo derivando a un par de enfermos, ó tres diarios. El que voy a contar a continuación fue uno de esos casos, que parecía un hombre de cierta madura edad, aunque cuidado, física e intelectualmente...
Llegó a la consulta con un recorte del dominical "El País Semanal" que por su aspecto amarillento y arrugado ya debía tener sus años, en el que aparecía subrayado un párrafo que venía a decir que se estaban investigando los efectos de la testosterona (hormona masculina por excelencia) sobre el metabolismo, para poder ser aplicados, en un futuro y en beneficio de enfermedades como la Diabetes Mellitus.
Nuestro paciente daba por sentado que aquella ideación futurista ya se había alcanzado, por cuanto pretendía abandonar la insulina, que por no estar aún bien ajustada ó por sus excesos, no le proporcionaba unos resultados que alcanzasen a ser totalmente satisfactorios, para pasar a tomar testosterona. De paso, y según él (imagino que era el fruto de cuánto había ido cosechando en sus búsquedas por los diarios, en internet, etc) podría ahorrarse de seguir tomando el alpha-bloqueante que requería para sus problemas prostáticos, así como el Viagra, al que recurría eventualmente.
Ante mi oposición a sus propuestas, pero sobre todo por su persistencia, decidí aconsejarle que lo consultase con su Doctora habitual.

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