Las madeleines son todo un clásico de la gastronómia francesa, su textura y la suavidad de esta, seducen de tal manera que hacen que caigamos rendidas ante ellas. Tradicionales de "Lorraine" (Francia) y originaria de la cuidad de Commercy, son unos pequeños bollitos horneados en moldes metálicos alargados y con forma de concha.
La historia de este dulce es discutida, ya que porque que he podido leer, existen dos versiones diferentes.
De acuerdo a una versión, la madeleine de Commercy debe su nombre a una joven sirvienta llamada Madeleine Paulmier, que en 1755 elaboró estos bollitos para un cena importante que Stasnislas Leszczynski, rey de Polonia, daba en su castillo para la aristocracia francesa. El chef abandonó los fogones sin haber preparado el postre, tras una discusiòn con el mayordomo, así que la muchacha versionó las galletas en forma de concha que le hacía su abuela, siendo de forma unánime todo un éxito entre los comensales. El rey bautizó el improvisado postre con el nombre de Madeleine y enviando cajas a su hija Marie, reina de Francia y esposa del rey Louis XV, quien las difundió en la corte popularizando así la galleta y al mismo tiempo el de la ciudad de Commercy.
En 1852 se abrió la línea de ferrocarril París - Estrasburgo y la fama de las madeleines eran tan grande que se autorizó su venta en el andén de la estación.
Los pasajeros que pasaban en tren por Commercy, se asomaban a las ventanas para ver a las vendedoras con grandes cestos de mimbre abriéndose paso entre la multitud, gritando a voces la maravilla dulce que llevaban consigo.
Otra de las versiones remontan a las madeleines a la época de los peregrinajes de los franceses a Santiago de Compostela. Una muchacha del mismo nombre les servía a los peregrinos estos bollitos en forma de concha, símbolo de este peregrinaje. Lo que explica su tradicional implantación en España.
Son también un dulce de reclamo literario gracias a la mención que de ellas hace Marcel Prouts en una de las siete novelas que abarcan " En busca del tiempo perdido". En la que inicia la serie "Por el camino de Sawn" se puede leer un fragmento en donde el sabor de una "petite madeleine" empapada en té, despierta en el narrador el recuerdo de su infancia.
" ...me llevé a los labios una cucharada de té en la que había dejado reblandecer un trozo de magdalena,,,,en el instante mismo que tragué el té y las migajas del bollo llegaban a mi paladar, me estremecí, dándome cuenta de que pasaba algo extraordinario. Me había invadido un placer delicioso, aislado, sin saber porque, que me volvía indiferente antes la vicisitudes de la vida, sus desastres inofensivos, su brevedad ilusoria, de la misma manera que opera el amor, llenándome de una esencia preciosa."
Esta es una receta del libro " Dulces y Pasteles", de Trish Deseine y que he visto en Mis dulces joyas.
Son una auténtica delicia, muy tiernas, suaves al paladar y muy delicadas.
Si os animáis, os encantarán seguro.
Ingredientes:
- 150 grs de harina.
- 150 grs de azúcar.
- 80 grs de mantequilla salada.
- 3 huevos L
- Ralladura de 1 naranja grande.
- 1/2 cucharadita de levadura química.
Preparación:
- Precalentamos el horno a 200 º (con ventilador a 190º).
- Tamizamos la harina con la levadura. Reservamos.
- Si no utilizas molde de silicona, tendrás que engrasar con mantequilla los huecos para las madeleines cada vez que hagas una nueva hornada.
- Fundir la mantequilla y dejar enfriar un poco.
- Batimos los huevos con el azúcar, hasta que la mezcla quede bien esponjosa y triplique su volumen. Paso que nos llevará unos 7 -8 minutos.
- Añadimos la mantequilla fundida y la ralladura de naranja.
- Mezclamos con una espátula de silicona hasta que se junte todo bien.
- Incorporamos la harina y levadura tamizadas y volvemos a mezclar con la espátula. Tendremos mucho cuidado para no bajar la masa ya que se perdería el aire incorporado a la masa durante el batido de los huevos.
- Rellenamos los huecos del molde hasta dos tercios de su altura.
- Horneamos durante unos 10 minutos.
- Pasado ese tiempo, retiramos del horno, dejamos enfriar un poco y desmoldamos.
- A la hora de servirlas, espolvorear por encima un poco de azúcar glas.