Madrid entre las páginas

La ambientación de una novela es importante para empatizar con el lector. Los escritores pueden atreverse con mundos imaginarios o conducirnos por escenarios reales, pero siempre dotándolos de verosimilitud para que podamos sumergirnos en la historia sin levantar ninguna ceja. Los primeros permiten una mayor libertad creativa que los segundos, y desde luego no podemos negar que la configuración de un mundo ficticio conlleva bastantes más quebraderos de cabeza que la simple descripción de una base existente, pero nada como situar a los personajes en ciudades o pueblos que el lector pueda reconocer fácilmente para impregnar de credibilidad la aventura que se ofrece. Son muchas las novelas juveniles en las que sus protagonistas pasean por grandes y pequeñas urbes de nuestro planeta, pero a lo largo de este estudio nos centraremos en las que se ambientan en nuestra capital, Madrid. Un recorrido literario por algunos escenarios madrileños de la literatura juvenil.

Din, don, din… Próxima parada, Sol. Al salir tenga cuidado de no introducir el pie entre coche y andén. Din, don, din…

El metro de Madrid ha conocido a algunos de nuestros personajes favoritos. Ejemplos de ello son Ulises (Días de Reyes Magos, de Emilio Pascual), un joven que descubre en los andenes la realidad de la vida en la calle, o Victoria (Memorias de Idhún, de Laura Gallego), que es perseguida por el frío Kirtash en el mismo metro de Madrid mientras regresa a casa. Posteriormente, la autora valenciana volvería a utilizar la capital española en Dos velas para el diablo, una historia autoconclusiva sobre ángeles y demonios en la que la joven Cat pasea por la calle de los Libreros o el parque de El Retiro en busca de respuestas sobre el asesinato de su padre. El Retiro, parque mencionado por Gallego por albergar uno de los pocos monumentos dedicados a Lucifer (la estatua del ángel caído), ha estado también en el punto de mira de autores como Avelino Hernández (Conspiración en el parque de El Retiro), cuyo título lo dice todo; Elena Fortún para el paseo de Celia y su niñera; o José Luis Rodríguez Mena en su obra Eric y el medallón mágico, en la que sitúa el nuevo hogar del protagonista en un ático muy próximo a este gran charco verde del mapa de Madrid. En los libros de estos dos últimos autores también se concede especial importancia a la calle Serrano (donde Celia vive con sus padres, su hermano Cuchifritín y los sirvientes) y el Rastro (gran mercado que debe su nombre al rastro de sangre de las reses y en el cual el joven Eric obtiene el singular medallón mágico).
En cuanto a la Puerta del Sol, mentada un poco más arriba en la recreación de La Voz del Vagón, recordemos La chica del andén de enfrente (Jorge Gómez Soto), en la que los hermanos Miguel y Eduardo se citan por primera vez en el Kilómetro Cero con Yolanda e Irene. En días distintos y sin haberse puesto de acuerdo, ¿no es genial? Esta novela nos acerca también a rincones como Moncloa o Las cuevas de Sésamo, un local subterráneo de espíritu artístico, y es que su autor es uno de los que más veces ha incluido la palabra Madrid en su obra. En Yo conocí a Muelle, por ejemplo, descubrimos los grafitis del barrio de Aluche o el café de la calle Libertad nº 8. El autor deja claro que le gustan los lugares tranquilos en los que se sirve el café aderezado con letras. Su padre, sin embargo, el también escritor Alfredo Gómez Cerdá, se decanta por los espacios abiertos en obras como Pupila de águila (el teleférico) o, más recientemente, El rostro de la sombra, en la que aparecen escenarios madrileños como el río Manzanares o Casa de campo.
También de reciente publicación son dos obras en las que los protagonistas deben abandonar Madrid para marcharse a vivir a Nueva York, y todo por culpa del dichoso trabajo: Tres años en Nueva York, de Ana Galán, y Los incorpóreos, de Ana Ripoll. ¡Si hasta las autoras se llaman igual! Por su parte, Heraldos de la luz, de Víctor Conde, nos ofrece el impacto demoníaco en la tranquila vida de una adolescente madrileña superdotada.
Ya fuera de los catálogos actuales, los escritores Arturo Pérez-Reverte y Luisa Villar nos acercan a grandes escenarios y construcciones históricas como pueden ser el Madrid de los Austrias (Las aventuras del capitán Alatriste), la Biblioteca Nacional de España (Asesinato en la Biblioteca Nacional) o el museo del Prado (Asunto: el robo de Las Meninas), aunque, si hay un personaje en la literatura infantil y juvenil que inevitablemente asociemos a un rincón madrileño, ese es nuestro querido Manolito Gafotas, creación de Elvira Lindo. ¿Quién no recuerda con nostalgia las aventuras en las inmediaciones de la cárcel de Carabanchel Alto?

Y hasta aquí el repaso de hoy. Por supuesto, para la elaboración de este estudio he realizado una selección de obras previa, por lo que es bastante probable que me haya dejado un porrón en el tintero, así que os animo a completar mi análisis mediante el formulario de comentarios.