Revista Cine

Magia en diferido

Publicado el 21 diciembre 2014 por Albertoiglesiasfraga @revistaroulette
¿Hay magia en la navidad? La pregunta tiene dos respuestas obvias: sí y no. Sí, porque hemos pasado muchos milenios dotando al invierno de cierto misticismo. No, porque somos individuos racionales en un mundo sometido a las reglas de la naturaleza y del hombre. Ante lo incompresible ya no elevamos la mirada a los cielos buscando la solución de los dioses. Entonces habrá que buscar más allá de las respuestas obvias.

También uno debe preguntarse por qué en esta época y no en otra, el meollo del asunto está en el solsticio de invierno, el 21 de diciembre, la noche más larga del año. Religiones de todo tipo y símbolo han ocupado esa fecha para celebrar el fin de la oscuridad. Es la mitad de la época más dura del año; a partir de entonces las noches comienzan a acortarse, los días se alargan. A los ritos paganos les siguió el cristianismo, que quiso apartar la importancia de las fiestas del solsticio al elegir esa época como una fecha importante para su dogma, el nacimiento de su redentor. La historia ha hecho que esta religión sea comúnmente conocida en occidente, de ahí el hecho de nombrar este periodo como navidad.

En estas fechas duras climatológicamente, existe una ambición común desde siempre por hacer acopio de lo mejor de la raza humana ¿Por qué? Por un simple instinto de supervivencia, evolucionado después hacia un nivel moral. En navidad somos más buenos, más sensibles, más comprensivos, queremos más a nuestros semejantes y abrimos nuestro corazón a lo nuevo. Es la época de los milagros, de lo que somos en realidad, al menos de lo que queremos ser. Esta es la premisa que tanto el cine como la televisión han comprendido desde que existen como industrias del entretenimiento. Es por eso que las múltiples fábulas navideñas comienzan siendo tristes, oscuras o duras, y terminan sistemáticamente con una revelación en el protagonista gruñón, muy en la sintonía de Canción de Navidad de Charles Dickens, obra de la que de una manera u otra desciende toda la producción posterior de estas fechas. Pero no solo se salva el gruñón de turno, sino que se destierran los malos hábitos o sentimientos, y se busca una mayor unión entre las distintas personas.

Los especiales de navidad podrían constituir por sí mismo un género propio, uno particularmente ingenuo, donde el espectador se comporta de manera muy solícita. Nadie espera grandes giros argumentales o personajes de profunda evolución moral, el único objetivo de este género es mostrar la gran cantidad de virtudes de los seres humanos.

Love Actually, (2003) The Family Man, (2000) Miracle on 34th Street, (1994)

Solo en casa (1990) y otras muchas, son películas para toda familia donde papá y mamá se sientan con los niños y comparten una tarde frente al televisor. Todos estos clásicos se mezclan con otros de carácter más infantil como El Grinch, (2000) Pesadilla antes de Navidad, (1993) Cuento de navidad, (2009) o The polar express (2004) Por citar algunos. Películas que pronto invadirán todas las cadenas de televisión, como vienen haciéndolo cada año en estas fechas.

Pero también las series se han hecho un hueco en este mercado. No todas, pues dependiendo de su temática es difícil que algunas tengan un especial de navidad, pero muchas sí. Destacan, sobre todo, las británicas, como Doctor Who o Downtown Abbey, cuyos capítulos llegan año tras año y son muy esperados, pero también las americanas se han unido a esta moda, algunas de ellas son: Modern Family, Castle, Bones, The big bang theory, Los Simpson, The office o Arrow. También tuvieron sus especiales Friends, Frasier o House en su día, y algunos de esos capítulos constituyeron lo mejor de su temporada.

En resumen, todos se suben al carro de las navidades, todos quieren hacerse partícipes de las buenas intenciones y de los valores de estas fechas. Es decir, pese a vivir en este mundo, donde cada vez importa más lo material, sigue existiendo un sentimiento de huida hacia lo inexplicable. Parece que sólo en navidad podemos permitirnos creer un poco en la magia. Disfruten de ello y felices fiestas.


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