Como se supone que esta película es la despedida de la gran pantalla de Steven Soderbergh (se oyen las risas del público frente a su repetido anuncio de retirada, sobre todo al saber que, como mínimo, se encuentran en proyecto The Bitter Pill con Rooney Mara y Channing Tatum y Behind The Candelabra con Michael Douglas y Matt Damon) quizás sea el momento de mirar atrás sin ira, por supuesto, a la carrera de uno de los directores de cine de autor más imprevisibles de los últimos 30 años.
Revista Cine
El estreno de Soderbergh en 1989 no puede ser más sonado: Palma de Oro en Cannes, premio del público en Sundance y nominación Oscar al mejor guión por su excelente Sexo, mentiras y cintas de vídeo. Ópera prima sobre la vida y, en especial, el sexo de unos treintañeros (con un adicto al sexo, John, que anticipaba el personaje de Brandon en Shame). Tras este despegue alucinante se esperaba todo de la joven promesa y, sin embargo, el cineasta atraviesa los 90 con una nutrida cosecha de fracasos, ensayo arty en blanco y negro con Kafka (1991), remake de El abrazo de la muerte (1949) de Robert Siodmak, en Bajos fondos (1995), o intentos en el cine de género como Schizopolis (1996), entre otros. Habrá que esperar el nuevo siglo para que el ave fénix renazca de sus cenizas con joyas como Traffic, Erin Brockovich (2000) y Ocean´s Eleven (2001). La suerte le vuelve a sonreír y, de nuevo, se lanza a abordar, como un artesano de serie B de los años 50, los más diversos géneros: fantástico, Solaris (2002), por cierto con una banda sonora de culto, erótico en Eros (2004), cine indie Bubble (2005), biopic El Che (2008) o lo que le echen. Hasta llegar a sus tres últimas obras que forman un interesante tríptico sobre el cuerpo. Contagio (2011) basada en su destrucción e Indomable (2011) y Magic Mike, centradas ambas en su celebración. Pero Sodebergh no suele perder una visión canalla de los temas que aborda y, en este ocasión, nos lo presenta de la manera más original posible, la fuerza corporal será para la mujer, Gina Carano, alguien capaz de cargarse a Michel Fassbender en toalla posee una fortaleza digna de Hércules, y el lado sensual se lo atribuye al hombre, Channing Tatum (actor que cada vez encuentro más todoterreno). Basada en la propia historia real del protagonista la película relata las desventuras de un grupo de strippers masculinos. El encuentro de uno de ellos, ya con 30 añitos, que en la obra en que trabaja arreglando el tejado se hace amigo de un pimpollo de 19 años, perdido y si un duro en la América de hoy y el descubrimiento de un mundo diferente, plagado de chicas, dinero fácil y muchas tentaciones. La trama es clásica pero el cineasta no olvida sus pequeños efectos, filtros de luz para obtener una luz tamizada frente a la dureza de los focos del show, personajes entrañables, momentos sublimes (la solicitud de un crédito), aunque la introducción de la historia paralela de tráfico de drogas le interese bien poco y se note tanto… Una película ideal para acabar el verano, lucir bronceado y disfrutar de las coreografías de los números, digamos, musicales, y de la pasión que le ponen los miembros de este fornido grupo de actores (cada uno tiene su momento en el show, excepcional Matthew McConaughey). Su edulcorado final no ha impedido que el film cuente ya con una segunda parte. Una pena que el director no haya conservado el tono del principio durante toda la película.