Make yourself

suena la orquesta, sube el telón

Los Enemigos

Abriste la puerta de tu casa y el cerrojo venía cargado de simbolismo, de música para mis oídos, deteriorados de estar en silencio durante tantos días. No creí que fueras a besarme y puede que no fueras a hacerlo en realidad, que hubiésemos peleado cada centímetro durante un buen rato, en medio de un combate a los puntos que no nos conduciría ninguna parte. Puede que fuese yo o quizá el rock & roll, aunque en ocasiones seamos sinónimos imposibles. ¿Sabes? He pasado toda la tarde tocando la guitarra, necesitamos la música para poder reconciliarnos con el mundo. Necesitamos el pop y el rock y, por encima de todo, el jazz. Esta cocina roja merece cien mil poemas si tú preparas el café. Es todo cuanto deseo ahora, un café, algo que me levante del fango nocturno, del exceso de una noche plácida y cómoda. Corrías por las horas como si no hubiera mañana y lo más probable es que mañana no exista, por eso quiero hoy, por eso espero a que esta tarde de verano, este periodo estival cargado de letras y melodías y grandes ideas para sacar adelante no termine en un mísero texto de un blog que sólo lees tú. Quiero que acabe por todo lo alto, con una copa, un jardín y, por supuesto, superando las contiendas inútiles. Bienvenidos a una noche de rock & roll.  Y al roce.  Que hace el cariño.