Viñedos en la Sierra de Salamanca. Foto enviada por la bodega
Aunque desde hace unos meses, desde mi golpe en la cabeza y el estado de alarma, es obvio que mi consumo de vino ha bajado alarmantemente, pero no dejo de mantener buenos costumbres de la vieja normalidad, como lo es visitar de poco en poco El Lagar, la vinoteca de Paco Berciano y Maribé Revilla en Burgos. Mi rutina suele ser siempre llevarme tres vinos, ya que al fin y al cabo, suelo beber ahora solamente los fines de semana, y mi mujer aún prefiere la cerveza. Uno de los tres vinos suele ser siempre un tiro fijo, un clásico seguro. El segundo, siempre un vino que ya haya probado en añada anterior, y el tercero, el tercero, siempre pido consejo.
Peco de chovinista. Rara vez, salvo que sea un vino europeo, pillo un vino de fuera de Castilla y León. No os lancéis a mi yugular aún, es una manía que a mi edad no creo que vaya a cambiar radicalmente, pero el mundo da muchas vueltas. Este fue uno de esos terceros vinos, recomendado sabiamente por David Ortega. No conocía el proyecto, pero la zona siempre nos ha enamorado, así que descubramos un poco más este vino de la Sierra de Salamanca.
El Malahierba Rufete 2019 está elaborado por Malahierba Vinos, un proyecto recién creado en 2019, sin bodega fija, elaborando en La Seca (Barco del Corneta), ni siquiera su web está aún terminada. Su primer vino en el mercado es este Malahierba rufete, pero también están elaborando con calabrés, rufete blanco y aragonés, siempre de la zona de la Sierra de Salamanca. El nombre del proyecto, y de cada uno de sus vinos, proviene de esas malas hierbas que crecen en los viñedos, y que son parte del paisaje vinícola, ya que en esta bodega no se trabaja con herbicidas. Tras el proyecto están las almas de Silvia Rocher, Israel Rocher y Manuel García, que beben de clásicos de la zona como los vinos de Mandragora, y sus faros son Juan Antonio Ponce, Raúl Pérez o Pedro Rodríguez de Bodegas Guímaro, como ejemplo. El vino que hoy os traigo al blog está elaborado con rufete de los municipios de Sotoserrano, Molinillo, Miranda del Castañar y Garcibuey. Viñedos en vaso, vendimiados a manos, plantados en suelos de caliza, pizarra y corneana. Tiene una crianza en tino de roble de 3200 litros de diez meses, embotellando en agosto 2020 sus 3900 botellas de producción. Presenta un color rojo cereza con destellos rubíes, ribete cardenalicio, lagrima fina y ágil. Discreta entrada, fruta roja fresca, punto goloso, madera apenas perceptible, profundo, regaliz rojo. Amable entrada, amplio, buena acidez, cuerpo medio, alguna nota herbácea que le da un punto rústico delicioso, fruta roja fresca y algún recuerdo a la madera en el retronasal. Me ha sorprendido gratamente, una interesante vuelta a una uva, la rufete, que tengo demasiado abandonada. Muy recomendable.
R.
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