Revista Cultura y Ocio

Maldito Panero

Publicado el 26 junio 2011 por Dandy @migueldandy

maldito panero


Leopoldo María Panero de frente (2006)

Cuando pasé por delante de su residencia, el Hospital Psiquiátrico de Las Palmas para entendernos, allí estaba él, Leopoldo M. Panero (1948-) esperándome, sentado en el bordillo de la acera, con una bolsa de deportes repleta de libros pasados pesados (dato que descubrí más tarde). El guiño de su ojo precedió al saludo que precedió al reconocimiento visual, al tiempo que me daba su petate y me pedía que se lo llevara, optando a ello casi por obligación. Empezábamos bien. Allí, a las puertas del sanatorio y mientras esperábamos un taxi, entre sus “benditos” compañeros había uno que no dejaba de recitar a Borges y que no dejaba de perseguirme para que le hiciera una entrevista seria, alegando que era mucho mejor escritor que Panero. Cuando por fin conseguíamos uno, 18 kms. nos esperaban hasta la civilización, Las Palmas, en un mayo especialmente caluroso. -Y bien, ¿dónde vamos? pregunté una vez subidos al vehículo: -“El Reloj”, me respondió, así que allá que nos fuimos. Llegábamos poco después al Barrio de Triana, a la cafetería “El Reloj” por cierto, y es que quería comer, él, yo no, eran las 11 de la mañana y había desayunado no hacía mucho. Tras degustar su menú y picotear de aquí y de allí me dispuse a hacer mi primer intento -o asalto- de entrevista. No sería tan fácil: -Fumas mucho, dije yo. Había roto el hielo. "Fumo mucho, demasiado", me respondió  alegando a los primeros versos de uno de sus poemas más conocidos. En efecto, fumaba como un carretero, y eso no era lo peor, conforme daba tres caladas, tiraba el cigarro y volvía a coger otro de su cajetilla Benson & Hedges. Y así, repetía el ciclo una y otra vez. 
Al empezar nuestro diálogo, recurrentes eran las canciones del romancero español, poemas de antiguos camaradas o textos exactos del pensamiento humano con los que me asediaba en un cada vez más monopolizado monólogo. Una vez terminamos de “callejear” por el casco viejo de la ciudad, conseguimos hacer un alto en el Parque de San Telmo donde una semana antes, Leopoldo María había firmado ejemplares de su poemario “En Teoría” durante la Feria del Libro que todavía seguía en marcha. Por eso, con todo compré dos Cocacolas frías, eché un rápido vistazo a diferentes lugares donde llevar a cabo unas fotografías y sentándonos en un banco de piedra, todo parecía indicar que los dos estábamos dispuestos a prestarnos mutua atención. Tiempo Oh ojo de la cruz Espada frente al viento Espada de la nada y águila contra el viento Labio tras labio frotando con mi ser la injusticia del tiempo LEOPOLDO MARÍA PANERO, Conversación
Yo: Por favor defínete.
LMP: Ni cuerdo ni loco. Extraño. Me interesa el mundo de la locura. […] Mi deseo es estudiar Psiquiatría, ser un maestro del Psicoanálisis.
- ¿Cómo te sientes en estos momentos? ¿Cuáles son tus propósitos más inmediatos?
- No estoy contento con mi vida. […] Los manicomios son una máquina de exterminio al igual que lo eran para los judíos los campos de concentración. Vengo de Mondragón (psiquiatrico), donde todos los días recibía una paliza diaria, y aquí, sigo recibiendo un trato pésimo y deleznable. Los odio a muerte. Pienso fugarme de allí (manicomio). Va a ser como la huida de “El Lute”. A finales de mayo tengo pensado irme a Madrid, a casa de una amiga mía, Rosalía Dans, una pintora surrealista. 

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- Cómo ya sabes, vengo de Valencia ¿has estado alguna vez por allí?
- Fui a ver, o a asegurarme que estaba frente al partido político de izquierdas más raro del mundo. Me metí en el PCE en sexto de bachillerato. Llevaba a casa la cartera llena de libros de estética marxista. ¡A ver cuándo me invitas a pasar allí unos días! 
- Claro, claro… No sé si sabrás que desde hace un mes, en el Colegio Mayor “Lluís Vives” de Valencia, se han estado pasando los dos documentales de la familia Panero rodados hasta entonces “El Desencanto” (1976) y “Después de tanto años…” (1994) de Jaime Chávarri y Ricardo Franco respectivamente.
-  No sabía nada, pero me parece bien.
- Por lo que veo, llevas esa bolsa de deportes repleta de libros contigo a todas partes. ¿Podrías enseñármelos?
- “El Norte Análogo” de René Daumal; “Algunos Poemas más” de Emily Dickinson; “Edad de Hombre” de Michel Leiris; “El Cubilete de dados” de Max Jacob, obra que me sirvió de inspiración para escribir “Así se fundo Carnaby Street”; “Poemas” de John Kyats; “Amor en Vilo” de Pere Gimferrer, una de las personas con las que viví la época más feliz de mi vida; “El Preludio” de William Wordsworth; “La Mandrágora” de Hans Heinz Ewers; “Elegías de Duino"; "Los sonetos a Orfeo” de Rainier María Rilke; “Antología Poética” de W.B Yeats…
- Háblame de la época más feliz de tu vida…
- […] fue un invento de Pere Gimferrer. Sí, aquellos años, cuando conocí a Gimferrer y a Ignacio Prat. Lo malo vino con un intento de suicidio. Estaba en una pensión de Barcelona y entró la señora de la casa, me vio con las pastillas al lado y me dijo: “¿Pero es que va usted a hacer lo mismo que Marilyn Monroe?”. Me fui a la calle y en la puerta me encontraron en coma. Luego empezó toda esta historia de los manicomios que me destruyeron más que la bebida. […] y recuerdo con mucha vitalidad la transición en la cárcel de Zamora por consumo de drogas donde conocí a Eduardo, un amante que tuve.
- Sé sincero, para terminar ¿cuáles son esos recuerdos que más "recuerdas" de tu adolescencia?
- Mi padre era un borracho, mi madre estudiaba la manera científicamente de matarme…mis hermanos, unos hijos de puta.
Extracto del fotoreportaje dedicado a Leopoldo María Panero 6 de Mayo de 2006. Las Palmas de Gran Canaria 


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