Revista Cultura y Ocio

Mañana lo dejo

Publicado el 18 septiembre 2013 por Molinos @molinos1282

MAÑANA LO DEJOUna pareja sonríe a cámara en el porche de su casa. Una voz en off empieza a decir “Margaret y Peter compraron esta casa hace X años y era la casa de sus sueños pero ahora ya no es así. No tienen armarios suficientes para las camisetas de Peter, los juguetes de su pequeña hija Lily están por toda la casa, sólo tienen 4 dormitorios para recibir a sus numerosas visitas, tienen la lavadora en un armario del salón y a pesar de que Peter dijo que él haría la reforma, el sótano de 100 metros cuadrados está sin terminar”.
Margaret está cabreada y quiere mudarse a una casa mejor. Peter no se quiere mudar, sigue creyendo que podrá sacar tiempo para arreglar el sótano de aquí a que se jubile. El clásico “esto lo hago yo poco a poco”. Peter y Margareten vez de hacer lo más lógico que sería ordenar un poco, tirar parte de las camisetas mugrientas de Peter, mover la lavadora al sótano, enseñar a Lily a ordenar sus juguetes y hacer un calendario de visitas para sus familiares, deciden pedir ayuda. ¿A quién?
Pues a una especie de decoradora con el mismo aspecto que Joan Collins en Dinastía y a un agente inmobiliario que se parece al SuperAgente 86 pero más calvo.
Joan Collins se dedica entonces a ordenarles la casa y hacerles unas reformas que siempre consisten en tirar todos los tabiques de la planta baja. Los canadienses (por si no lo sabíais) sufren el síndrome del cocinero televisivo y todos se quejan de que cuando cocinan no pueden hablar con sus familias y se lo “pierden todo”, así que Joan llega y les deja la planta baja completamente abierta. Después de la obra Margaret y Peter podrán cocinar estofado de alce y pastel de jarabe de arce en una cocina de 40 metros cuadrados con una mesa para invitar a toda la región de Ontario a comer.
Superagente 86, mientras Joan ordena y coloca “soluciones de almacenaje”, se dedica a llevar a Margaret y a Peter de la ceca a la meca enseñándoles casas que o bien se les van de presupuesto o tienen alguna pequeña pega como que “sólo tienen 3 baños”. Al final por supuesto les enseña la casa buena buena. Superagente 86 es un profesional y espera hasta que Margaret y Peter están tan hasta los cojones de ver casas que les parecería bien hasta una madriguera de tapir.
Al final, Margaret y Peter tienen que decidir si “vuelven a amar su casa” o “deciden venderla”.
Joan y el Superagente se toman unos martinis. Si Joan ha conseguido llevar a Margaret y Peter por el sendero del orden y la decoración de plató de programa de tv marujas mañaneras paga el Superagente…y si es el Superagente el que ha conseguido que Margaret y Peter se muden a la casa que “solo tiene 3 baños” paga Joan.
Apasionante. Lori tiene un almacén de vestidos de novias con un ejército de vendedoras a las que da interesantes y sutiles consejos sobre ventas: “hay que conseguir siempre que la novia salga de aquí con el vestido de su boda”, “las madres pueden ser un problema, si lo son hay que neutralizarlas” o mi favorito “las novias creen que saben lo que quieren pero no lo saben así que ya sabéis qué tenéis que hacer”.Todo es muy sutil pero suena mucho a “vended un puto vestido de novia o no veréis un nuevo amanecer”.
Al almacén de Lori llegan novias con su séquito. Ninguna va con menos de 5 personas. “Me llamo Paquita, tengo x años y he venido con mi suegra, mi amiga Lily, mi prima Fify, mi abuela, la hermanastra de mi novio, mi padre y mi mejor amigo”.
La vendedora esclava la pregunta a la Paquita de turno qué tiene pensado de vestido y aquí empieza la juerga. “Me gustaría algo de estilo sureño”, “Quiero algo sorprendente, a mi novio sólo le conozco de chatear por internet y nos vamos a conocer el día de la boda” o “quiero algo corto porque lo mejor quetengo son mis piernas” dice una masa humana de 150 kilos con unos muslos como para alimentar a todo su séquito durante 4 meses.
La esclava y Paquita pasan luego a un probador dónde comienza el proceso para conseguir que Paquita y sus muslos no salgan del almacén sin algo muy blanco, muy cursi, con mucho encaje, mucha pedrería y siempre siempre con “escote corazón”.
El éxito y la vida de la vendedora esclava depende de lo duro de roer que sea el séquito, porque Paquita no suele tener criterio, se ve divina con cualquier cosa cuanto más pastelosa mejor. El séquito sin embargo es otra cosa. El padre de Paquita oscila entre su horror porque el escote corazón deja ver mucho de los encantos de su princesa y en lo guapísima qué es su princesa. La suegra siempre piensa que Paquita es una pelandrusca, disimula lo que puede y siempre apuesta por el vestido que peor sienta a Paquita para ver si así su “pobrehijo” sale corriendo el día de la boda. Las amigas son siempre muy amigas y dicen cosas muy de amigas como “te hace gorda”, “te sienta fatal”, “pareces vieja” y “es lo más horrible que he visto en mi vida”.   
Todo termina cuando a la pregunta “¿Es este el vestido de tu boda?” la Paquita de turno responde ¡Síiii! mientras llora, su séquito la abraza muy fuerte con intenciones poco claras y la vendedora esclava suspira aliviada porque tiene un día más de vida.
Aterrador.
David Tutera es un gay estiloso de NY y organiza bodas de locas. Lleva camisas moradas, pantalones pitillo y americanas mil rayas con pañuelos en los bolsillos. Además de todo eso, es malvado y bastante hortera. Una combinación genial. David y sus colaboradoras clónicas ven un video aterrador. Allí en la pantalla de su despacho de Ny aparece la Paquita de turno que quiere casarse y tiene un follón para organizarlo por una serie de problemas graves a cual más idiota.
Paquita es mexicana y su novio es samoano y no saben cómo organizar una boda “mexisamoana”.
Paquita es bailarina de burlesque y quiere llevar en su boda pezoneras negras con borlas enganchadas en las tetas y la familia de su novio que es triathleta no lo ve con buenos ojos. A David se le salen los ojos de las órbitas pero como es una mezcla de buen samaritano y de hijo de puta de primera categoría vuela a conocer a Paquita y decirle unas cuantas cositas.
Mira Paquita esa idea de boda que tienes es una horterada, una macarrada y una paletada. El vestido que has elegido no es que sea feo, es que es horroroso y además no pega con mi concepto de boda así que te vas a probar estos tres vestidos de mi colección David Tutera para novias imposibles y punto”.
Sospecho que Tutera (es un nombre genial) además de su tono de voz persuasivo, sus camisas imposibles que distraen de cualquier pensamiento inteligente y su tupé utiliza drogas muy potentes para someter a las Paquitas de turno y le obedezcan ciegamente. Organiza entonces unas bodas temáticas espantosas, recargadas y llenas de cosas imposibles que dejan literalmente a Paquita sin palabras y al novio de turno (ya sea samoano o triatleta o gótico) al borde del colapso nervioso.
Espeluznante.
Yosi es alto, calvo, con gafas y feo. Tiene una tienda chic en Beverly Hills donde pasan cosas increíbles y que dejan con la boca abierta. - Hola, vengo a empeñar las sábanas originales del rodaje de mi película favorita.-dice una rubia de unos 150 años tan recauchutada que parece que va a abrirse por las costuras en cualquier momento.- Oh y ¿cuál es tu película favorita, preciosidad?.- Yosi es muy zalamero como todo buen comerciante de empeños.- Virgen a los 40. -Gran película sin duda.- Yosi es un profesional.- ¿Dónde tenías las sabanas guardadas?- Enmarcadas encima de mi cama. - Qué buen sitio. Veamos las sábanas...tienen pelos. -Si, claro.- dice muy digna la rubia. - No puedo darte nada si tienen pelo, preciosidad.  Absurdo 
Hasta aquí los hechos.
Ahora la confesión.
Cuando estoy demasiado cansada para leer, demasiado cansada para pensar, demasiado cansada para dormir, demasiado triste y no quiero pensar en nada, cuando quiero adquirir ese nirvana masculino de pensamiento nulo…las absurdas historias de Joan y el Superagente, las vendedoras esclavas, las malas artes de David Tutera y las frikadas en casa de Yosi son mi droga. Lo confieso…me drogo con Divinity.
Mañana lo dejo.

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