Espero que hoy me permitan recomendarles una pequeña joya que luce a pesar de la humildad con la que fue concebida y posteriormente rodada. Bien puede uno pensar que esta reseña de una película estonia podría ser una frivolidad gafapasta o algo similar, pero créanme que no uso gafas y que a mí en su momento de estreno se me escapó precisamente por prejuicios, por miedo a no conectar con una visión cinematográfica tan desconocida. Craso error que pretendo subsanar hablando aquí de ella (por fortuna contamos con el DVD y el BluRay en nuestras vidas). Además, tampoco es tan raro como suena a priori ver una cinta estonia que fue nominada al Oscar como foránea, luego distribución y repercusión internacional sí que tuvo.
Naturalmente estoy refiriéndome a Mandarinas, un enorme alegato antibelicista que Zaza Urushadze (director y guionista) dibujó desde la sencillez y humanidad de sus personajes en pleno escenario tremendo que supone cualquier conflicto bélico, por lejano o desconocido que éste sea. La belleza de la película se ve reflejada alegóricamente en la preciosa musicalidad de su título, aunque la susodicha fruta solo sea un hilo conductor de escasa importancia en la trama.
La historia nos traslada hasta 1990, en el corazón de una región rural georgiana en la que estalla la guerra por la independencia, e Ivo, un estonio de cierta edad que allí se dedica a recolectar mandarinas junto a su amigo y vecino Margus, decide que por diversos motivos que se irán desvelando a lo largo del metraje, en peligro o no, no piensa volverse a Estonia. El protagonista continúa haciendo su vida todo lo normal que las circunstancias le permiten hasta que en la puerta de su casa asiste a un tiroteo que lleva hasta su hogar y sus cuidados a dos soldados heridos… de bandos enemigos.
La belleza del proyecto reside en la carencia deliberada de demagogia y de partidismos, de alegato alguno, incluido el antibelicista, lo que propicia que tú solito a través de una pequeña historia de convivencia entre gente corriente separada por las circunstancias llegues a tus propias conclusiones. Eso de pensar por uno mismo, que tan poco se lleva en el cine… Ese respeto al espectador no evita que el realizador nos transmita su personal sensación de lo fútil y disparatado que es que las personas se maten entre ellas, sea cual sea la causa.
Las interpretaciones van en consonancia con el resto del proyecto, priorizando veracidad y cercanía sobre todas las cosas; nos dejan momentos de alta calidad humana y artística con sus trabajos, que logran que el público desee que no termine ese microclima de intimidad con el espectador durante el tiempo que dura la convivencia en casa de Ivo. Pero toda situación temporal tiende a acabar, y en un entorno semejante las cosas no pueden ser de cuento de hadas. No obstante, este relato no se recrea en la miseria que señala con el dedo y deja cierto poso optimista que aún resuena en tu cabeza cuando la película ha acabado, diciéndote que hay que creer en la gente buena, que existe, y que simplemente se ve menos porque hace por naturaleza menos ruido.
Dirección: Zaza Urushadze. Título original: Mandariinid (Tangerines). País: Estonia. Género: Drama/Bélico. Año: 2013. Duración: 83 min. Intérpretes: Lembit Ulfsak (Ivo), Giorgi Nakashidze (Ahmed), Misha Meskhi (Niko), Elmo Nüganen (Margus), Raivo Trass. Guión: Zaza Urushadze. Música: Niaz Diasamidze. Fotografía: Rein Kotov.