“Una casa dividida no puede sostenerse a si misma” Abraham Lincoln
Todos los días los papás se ve sometidos a expectativas, siendo la de los hijos insaciables y constantes, siempre demandando algo específico: tiempo, amor y paciencia.
No importa que sean niños menores de 12 años, estarán atrás de ustedes con sus juguetes favoritos para que se sienten a jugar, vean una película, les cuenten su historia favorita antes de ir a dormir, salir de paseo con la mascota, o más grandes, hacen intentos por salir de compras por aquella playera o blusa de moda que anhelan, lo que importa no es el obsequio, sino, tener un tiempo con sus padres.
De las 24 horas del día, entre 6-8 horas destinamos a dormir, quedándonos de 16-18 horas de las cuales 8 horas las destinamos a trabajar, quedándonos únicamente de 8-10 horas para compartirlas con las personas que amamos y para nosotros, de las cuales las mamás destinan al menos 3 horas para cocinar y 2 horas para los labores de la casa, quedando 3-5 horas que pueden invertir en hacer tarea con los hijos, bañarlos y descansar, antes de ir a dormir, pero, ¿Realmente se disfruta este tiempo entre padres e hijos?
Hay los papás y mamás que tienen un horario establecido y llegan a casa a contarnos sus actividades, nos permiten entender desde pequeños sus preocupaciones y éxitos profesionales, pero, cuando no es así, nos quedamos con la duda e incertidumbre de lo que sucede en nuestros héroes, ya que guardan sus experiencias, sus pensamientos y sus emociones, pudiendo dejar la carga laboral en su espacio de trabajo o arrastrarla hasta casa, demostrando sus molestias e incomodidades con sus hijos y pareja, pero, sin hablar del tema, o por el contrario, tener un aplanamiento y no demostrar nada a pesar de que se le cuestione acerca de sus actividades laborales.
Hay otra clase de padres que se llevan el trabajo a cualquier espacio disponible que tengan, para aprovechar el tiempo, comiendo-trabajando, esperando a los hijos-trabajando, cenando-trabajando, descansando- trabajando, pero, sin prestar atención a las demás personas que le acompañan, ignorándolos e ignorándose como persona, dejando y relegando su paz por obtener reconocimientos entorno a la calidad de su trabajo.
En este mundo competitivo eso se nos inculca, a no desaprovechar, a invertir, a reducir los tiempos improductivos, por lo que para obtener beneficios y reconocimientos necesitamos invertir tiempo de calidad a nuestras ocupaciones, pero, sin descuidar el tiempo que les dedicamos a las personas que amamos y son las únicas que valoran nuestros reconocimientos, además de que son las únicas personas con las que deberíamos aspirar a compartir nuestros logros. Nuestros jefes nos darán los bonos, los instintivos y el reconocimiento ante los demás compañeros, pero, el amor, la confianza, la alegría y la tranquilidad de estar con las personas que amamos, eso nos los puede otorgar únicamente nuestra perseverancia en cuidar y proveer nuestras relaciones familiares y con los amigos.
Cuando un miembro de la familia tiene preocupaciones o dificultades particulares, es probable que los demás se percaten de este suceso y que lo apoyen, por lo que estarán reduciendo el poder nocivo que tiene el estrés y estarían ocupándolo en sentido positivo para activarlos y responder de manera adecuada, por ejemplo: adaptarse ante una suspensión escolar, enfrentar los problemas laborales, problemas financieros, un padecimiento o enfermedad, fallecimiento de un familiar o amigo, etc.
¿Qué puedo hacer para controlar y reducir el estrés familiar?
- Reducir o quitar los distractores, más cuando se tiene una interacción con algún familiar en casa. Por ejemplo: el celular, el ipad, la computadora, etc.
- Nivelar la estabilidad laboral, profesional/ocupacional y familiar.
- Analizar mis relaciones con cada integrante de la familia y proponer hacer diversas actividades para mejorar o mantener la calidad de la relación.
- Distinguir, diferenciar y respetar los tiempos del trabajo como de la familia.
- Compartir y realizar actividades en común que sean de agrado y disfrute de la familia.
- No evitar el debate de temas o acerca de circunstancias que afectan su estabilidad y/o desarrollo personal, por ejemplo: adicción de los padres, separación o divorcio, situación económica, etc.
- Definir cual es el problema.
- Platicar, escuchar y centrarse en las soluciones, ya que son vitales para la unidad y estabilidad familiar.
- Establecer acuerdos y pautas de confidenciabilidad. Por ejemplo, mamá y papá pueden acordar no platicar sobre un tema o acontecimiento afuera de la casa, permitir que los hijos y los padres pidan apoyo especializado ante una dificultad, etc.
- Evitar, minimizar, prevenir, o anticipar situaciones estresantes cuando sea posible.
- Estar alerta a sus propias señales y manifestaciones de estrés (físicas, emocionales, conductuales, cognitivas e interpersonales), tanto en adultos como incluso en los niños.
- Determinar qué puede cambiarse y qué puede mantenerse ante la situación problemática.
- Decidir y definir si el problema le pertenece a algún miembro de la familia o a la familia.
- Proponer y centrarse en soluciones ante las dificultades, contando con el consentimiento entorno a los acuerdos establecidos y contando con la participación activa de los miembros de la familia.
- Establecer prioridades ante la solución de un conflicto.
- Realizar ejercicio, deporte u alguna practica de relajación (por ejemplo: yoga).
- Descansar
- Alimentación sana y equilibrada
El estrés es una condición y estado emocional que puede activarse ante diversos elementos estresores del ambiente y propios de las personas, por lo que las familias tienen que identificar y emplear las estrategias más útiles para enfrentar esta situación y salvaguardar su estabilidad ante el desequilibrio que puede generar someterse a los diversos tipos de estrés (físico, psicológico, laboral.etc). Cuando cada miembro de la familia y esta misma sabe afrontar las problemáticas o situaciones que se les presente, crean aprendizajes que les permitirán adaptarse de una mejor manera y más fácil en situaciones posteriores, mientras que cuando tienen dificultades y no saben o quieren pedir apoyo, limitan sus recursos y los desgastan, creándose conflictos entre los miembros de las familias, añadiéndose en ocasiones enfermedades a consecuencia de estas problemáticas sin resolver.
A pesar de que parezca difícil y complicado mantener un equilibrio entre nuestro estrés y la familia, se puede lograr si nos esforzamos empleando diversas estrategias de relajación individual como grupal, que favorezcan nuestro bienestar personal como el de nuestra familia, para seguir aprendiendo entre todos e ir generando pautas sanas de convivencia.
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Nos leemos pronto.
Psic. Ana Cristina Díaz Garrido