Manolo García puso toda la carne en el asador para la presentación de su último disco "Todo es ahora" en Bilbao. Una súper producción que incluye hasta quince músicos en escena, tres pantallas gigantes y una fantástica iluminación que, acompañado de la muy buena acústica del auditorio, hizo vibrar a todos los que llegamos al Bilbao Arena para disfrutar de la música de un artista en gran forma y con una enorme capacidad de convocatoria.
La noche no pudo empezar mejor. Sin previo aviso, las dos bandas de Manolo -los norteamericanos y los locales- salieron al escenario minutos antes de la hora de inicio del concierto, para homenajear a Prince con una poderosa interpretación de clásico "Purple rain", sorprendiendo a varios de los espectadores que recién ingresaban al Bilbao Arena. Bajo un manto de luces violetas, destacó Ricardo Marín, tanto en la voz como en la guitarra, emulando con destreza al genio de Minneapolis.
El show comenzó oficialmente a las 21:30 con un videoarte de excesiva duración que tenía a huevos de gallina como principales protagonistas (¿?). Quince minutos después, Manolo García y la curtida banda norteamericana salían a un escenario invadido de plantas, para tocar sólo temas de los dos últimos álbumes de su carrera solista. Fueron más de una docena de canciones con un sonido bastante roquero, de limpias distorsiones y fuertes golpes de batería. Un Manolo eufórico agitaba a las masas, moviéndose de un lado al otro, y bajó por momentos al campo para sentir más cerca a su público.
Hubo tiempo para el discurso reivindicativo a favor de la cultura y la diversidad, frases en euskera y homenajes tanto a Prince como a David Bowie, a quién le escribió una canción en su último disco ("Esta noche he soñado con David Bowie") un año antes de su inesperada muerte. Fue esa composición la que le hizo convocar, entre otros, al baterista Zachary Alford y al guitarrista Gerry Leonard para su nueva producción y para esta gira de grandes recintos (ambos participaron de la grabación de "The Next Day", el penúltimo disco de Bowie del 2013).
Luego de un intermedio de diez minutos, para la segunda parte- dedicada a sus grandes éxitos en solitario- se hizo acompañar de su banda de siempre, con guitarras flamencas y mayor percusión. Otro set de doce canciones en las que tocaron "Nunca el tiempo es perdido", "Pájaros de barro" y "Rosa de Alejandría", por citar las más conocidas.
Y cómo no podía ser de otra forma, toda la grada se puso de pie durante los bises, que empezó con temas de El Último de la Fila -"Llanto de Pasión" y siempre enorme "Insurrección"-, siguió con un par más de sus inicios de solista y acabó el concierto de tres horas de duración más allá de la medianoche con la coreada "A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando". A pesar de que, para este cronista, la carrera de Manolo después de El Último de la Fila tiene poca gracia, su carisma, energía y entrega hace que cualquier recital suyo se convierta en un espectáculo imperdible.
Insurrección en el concierto de Manolo García en el Bilbao Arena