Revista Cultura y Ocio

Manon Jeanne Philipon Roland

Publicado el 18 octubre 2015 por Academiacruellas

Pocas mujeres consiguieron alcanzar cierto protagonismo en la Revolución Francesa. Madame Roland no quiso conformarse con ocupar un segundo plano y se entregó con todas sus fuerzas a la política. Comenzó a reunir en torno a ella a los hombres más identificados con sus ideas como Buzot o Bosc. Además empezó a publicar artículos en Le Patriote Français. Asistía a los debates en la Asamblea, frecuentaba a los miembros del Club de los Jacobinos, recibía en su salón a los diputados de la Gironda y por todos los lugares proclamaba su fe republicana. En marzo de 1791, su marido Roland fue nombrado ministro del interior. Aunque solo duró tres meses, madame Roland ya pudo por fin alcanzar la relevancia y el protagonismo que siempre había deseado. Situó a sus amigos en puestos importantes de la Administración, asistió a las reuniones informales de los ministros, discutía con su marido los asuntos de Estado e intervenía en la toma de decisiones, y cuando las discrepancias con el rey hicieron insostenible la situación de Roland, ella redactó su carta de dimisión.

La prensa radical criticó con dureza la influencia política que madame Roland ejercía sobre romancistas y girondinos, y la presentó como una mujer intrigante y frívola, atenta sólo a su ambición personal y a sus caprichos sentimentales. En 1793 madame Roland fue detenida y encarcelada, mientras que su marido pudo escapar. Condenada a muerte, al igual que el resto de sus amigos políticos, dedicó su estancia en la prisión a la redacción de sus memorias. La leyenda cuenta que al subir al patíbulo contempló la estatua de la Libertad levantada en la plaza de la Concordia y murmuró:”¡Ah, libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”.


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