Revista Cocina
Esta fue una receta que tenía guardada hace algunos años y que pensé en subirla en otras fiestas navideñas pero la fui dejando y dejando. Cuando se me estropeó el horno me acordé que la tenía y viéndome en situación y acordándome de muchas personas que no disponen de él, y que sin embargo les podría apetecer meterse en faena y fabricarlos en casa, a la más antigua usanza, no dudé de que debía estar en estas páginas.
Mi opinión es que salen buenísimos de sabor, quizás un defectillo es que los encuentro muy delicados al tacto, hay que tratarlos como si cogieseis una mariposa a la que temierais hacer daño (con el paso de los días se vuelven menos frágiles). Si os merece la pena intentarlo, os dejo la receta con mucho gusto.
Ingredientes:
- Manteca de cerdo a temperatura ambiente 175 g.- Harina 500 g.- Canela molida 1 cdta.- Azúcar glas 200 g.- Almendras sin piel y tostadas 125 g.
Elaboración:
Tuesta la harina en dos veces (es más cómodo, aunque más entretenido) en una sartén, dorándola con precaución para que no se pase de color, pues en ese caso nos amargaría. Hay que moverla con la rasera sin parar. Reserva.
Bate la manteca con el azúcar hasta que se forme como un merengue espeso. Añade la canela y bate un poco más para integrarla.
Mezcla la harina tamizada con las almendras picadas. Incorpóralas poco a poco a la manteca.
Extiende la masa sobre la encimera y da un centímetro de grosor aprox. Haz los mantecados con un cortapastas redondo. Une el sobrante y vuelve a cortar para acabarla.
Déjalos sin tocar al aire para que se sequen, son muy frágiles, hay que tratarlos con mimo.
Si quieres, ponles un poquito de azúcar glas por encima. Envuelve en papel de seda.