Revista Expatriados
Dedicado a Chucky
En junio publiqué una entrada anunciando mi optimismo sobre los cambios que se estaban empezando a producir en Birmania. Después de tantos años de frustraciones, me parecía que, efectivamente, algo se había empezado a mover y había margen para la esperanza. Hoy, seis meses después, me reafirmo. Finalmente hay margen para la esperanza en Birmania.
Para un país que no se había movido en décadas, los cambios de los últimos seis meses han sido trepidantes. Aung San Suu Kyi puede hablarse de tú a tú con las autoridades del régimen y desplazarse libremente. La Ley de Registro de Partidos ha sido modificada para permitir que la Liga Nacional para la Democracia pueda inscribirse y participar en las elecciones parciales que tal vez se celebren en diciembre. Dos amnistías, que han incluido a entre 120 y 200 presos políticos; sí aún quedan en las cárceles en torno a 600 presos políticos, pero por algo se empieza. Suspensión de la construcción de la presa de Myitsone, a pesar de que se trataba de un proyecto que interesaba mucho al poderoso vecino chino y a su capital; por una vez el Gobierno birmano decidió escuchar las protestas de la sociedad civil. Establecimiento de una Comisión Nacional de Derechos Humanos, que el Gobierno ha anunciado que será independiente y colaborará con Naciones Unidas. Proyecto de ley de asociaciones sindicales, que es más avanzado que las leyes que tienen muchos países del entorno y que reconoce el derecho de huelga, la independencia de los sindicatos y el derecho de manifestación. Mayor apertura en los medios de comunicación, de los que han desaparecido las consignas antioccidentales más crudas…
Cierto que queda mucho por hacer y que también en este período ha habido sus sombras, especialmente en las regiones pobladas por las minorías étnicas, donde los conflictos se han recrudecido, sobre todo con los kachin y los karen. No obstante, incluso aquí opto por mantener el optimismo. El Gobierno ha dicho que quiere dialogar, ha enviado intermediarios y ha avanzado la idea del establecimiento de un “comité de paz”.
Tal vez, la mayor de las sombras es la duda de si el proceso de cambios será reversible, si mañana no podrían descabalgar al Presidente Thein Sein y tratar de volver a lo anterior, porque lo cierto es que hay un núcleo de duros que piensa aquello de “con Than Shwe vivíamos mejor”. De éstos, los peores son el Vicepresidente Primero Tin Aung Myint Oo, próximo a China y a intereses empresariales y que estaba muy metido en el régimen de Than Shwe, y el Secretario General del gobernante USDP, Htay Oo, que pensaba que su partido iba a funcionar como una especie de Movimiento Nacional y que podría hacer y deshacer a su antojo. Afortunadamente, las FFAA, bajo su nuevo comandante en jefe Min Aung Hlaing, están tratando de profesionalizarse y dejar atrás su negro pasado de esbirros del dictador Than Shwe.
Sí, creo que podemos mantener el optimismo.