La Food & Drug Administration, poderosa autoridad Americana (todo lo americano es power) en materia alimentaria ha dado vía libre al uso de las semillas de alpiste para consumo humano. El argumento (la moto) está preparado: Nutritivo, rico en proteínas y libre de gluten. Será por marketing (aunque estén atiborrados de pesticidas y lo acabe produciendo Monsanto, por ejemplo, que es garantía de nada, solo para los accionistas). ¡Qué obsesión últimamente con el gluten! parece más perjudicial que las bombas de racimo o las armas de destrucción masiva. Cuando quienes se cargan el planeta se preocupan tanto la salud de la tierra y de los terrícolas debemos preocuparnos a fondo. Ahora, compres lo que compres en el super trae la leyenda “sin gluten”, incluso alimentos que por su naturaleza nunca tuvieron gluten, como el Caviar. Caviar “sin gluten” para los gilipollas (y millonarios).
En pocos años los especuladores y productores de “alimentos” habrán convencido a los propietarios de superficie cultivable de los beneficios que les reportará la novedad. Aunque de momento el precio está en torno a medio euro el kilo, aproximadamente (más barato que cualquier legumbre), pronto los fabricantes de alimentos desarrollarán nuevos usos del alpiste y volveremos al ciclo de siempre (a la cáscara de alpiste le atribuirán fabulosos efectos, cocida o en infusiones será aliado imprescindible para la piel o para hacer caca, a tomar por saco el Activia). Todos iguales, no entiendo la fobia a los comunistas. Ahora nos van a tratar como a pardillos, que es un pájaro y también persona rústica, ignorante, incauta (se deja estafar fácilmente). Sin disimulo. Antes se recataban algo, ahora además de alpiste informativo nos imponen el gastronómico.
Tiene sus ventajas. Podemos ir tirando todos los robots, trastos y baterías de cocina; una despensa para los sacos de alpiste y un par de tazas de Ágata Ruiz de la Prada para tragar a la moda. Fuera neveras y congeladores. Las Grandes Superficies serán Grandes Silos e Ikea pasará a Pikotea, adecuando su oferta. Nada de comerse el coco con el menú, primeros, segundos platos y postre. Alpiste de principal y unos panes, pastas o galletas de alpiste con pepitas de chocolate (sin cacao) para acabar, surtido no ha de faltar. Las teles harán un ERE en los Master Chef y Cocinero a la Vista de turno, regulación que ya se empieza a agradecer, dicho sea de paso. Todos haciendo recetas de alpiste iba a ser mucho de dios, por más imaginación que le echasen. Las Grandes Cuentas serán cada vez más grandes y más de los de siempre. Si por lo menos Red Bull diera alas de verdad seríamos pájaros en toda regla e iríamos por ahí cagándonos en cualquier Ferrari “sin gluten” (descapotado), que da más gusto que una deyección al humilde utilitario.
De aquí a extender la idea para el pienso de perros y gatos hay un paso y así con un par de sacos se alimenta toda la familia animal, los que “piensan” o pensaban y los que pían, maúllan o ladran. Familia que come unida, familia feliz. Y ya que vamos a alimentarnos como un pajarito para qué coño vamos a querer un salario que ya era mísero. Nada, otra reforma laboral y a la jaula.
Tras leer esta noticia me acordé de una película, un clásico imprescindible de la ciencia ficción, que vi hace unos veinte años, Cuando el destino nos alcance: Una élite pudiente vive en apartamentos de gran lujo y tiene acceso a comida de primera calidad mientras una masa empobrecida duerme hacinada donde cuadra (con o sin caballos) y se alimenta únicamente de soylent green (que da título al filme en versión inglesa), supuesto complejo proteínico a base de algas y plancton, repartido semanalmente por las autoridades, secuencia que pone los pelos de punta. El seguimiento de un cadáver por parte del protagonista desvela que el destino real de todos los cuerpos humanos muertos es acabar siendo procesados como Soylent verde, pasando a formar parte del preparado alimenticio. Todo se andará, el ser humano es capaz de dejar a los gusanos sin su alpiste. Buitres contra pardillos.
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