Revista Expatriados

Marihuana, masturbación, Marco Aurelio y Madna

Por Tiburciosamsa
Marihuana, masturbación, Marco Aurelio y Madna
Son bastantes los escritores indios que presentan en sus novelas a la India como un país fascinante y a la vez terrible. Generalmente, en esas novelas el terror acaba venciendo a la fascinación. Tal vez sea, como decía un amigo mío, que a partir de los 30 dejas de ver romanticismo en la miseria. La miseria sólo es miseria.
Upamanyu Chatterjee en "English, August (An Indian Story)" cuenta la historia de Agastya Sen, un joven funcionario del Indian Administrative Service (IAS), que es enviado en prácticas a Madna, una pequeña localidad (pequeño en la India significa no más de 150.000 habitantes) a 18 horas en tren de Delhi. El dato de las horas de viaje no indica la distancia en kilómetros. Como dice el propio Chatterjee "el tren más rápido (de Delhi a Madna) simplemente renqueaba por el camino". Madna es presentada a través de los ojos del recién llegado Agastya de esta manera: "Vislumbres de Madna en route: dhabas (puestecillos callejeros) vendiendo cigarrillos naan, puesto de comida dudosa, unos y otros iluminados con lámparas de keroseno chillonas, ganado y triciclos sonando a cacharro en la calle, y el sonido sonoro de los camiones pasando sobre las alcantarillas desbordadas; sintió como si estuviese viviendo la vida de otra persona". Sí, está diciéndose: "No es posible que esto me esté pasando a mí." Madna es lo que se llama un destino jodido.
Pronto descubrirá Agastya que lo peor no son las cacas en medio de la calle, que parece que el deporte nacional de humanos y ganado es aliviarse donde primero encuentran, "El ventilador estaba encendido, la habitación se llenaba del hedor del excremento de otros, cuando el viento venía de frente. Mi mierda no huele así, pensó distraídamente." Ni tampoco el calor insoportable, "Parecía que el sol le churruscase la cabeza y el cuello. Las 8 y cuarto de la mañana y casi podía sentir el calor pegajoso exudando de la piel. Y era el final del verano. El año anterior Madna había encabezado las tablas, había sido el lugar más caluroso de la India." Tampoco lo peor es el pesado de Srivastav, su jefe: "Srivastav tenía el orgullo de un hombre que se ha hecho a sí mismo (...) Era un hombre informado y ni en casa ni en la oficina podía desplegar su conocimiento de temas que iban más allá de su trabajo. Dominaba la Constitución, la reorganización de los estados, las elecciones, el alivio de la sequía, la naturaleza de la política en la región, el sistema democrático..." (Peor que tener un jefe ignorante, es tenerlo enterado de las cosas, porque inevitablemente caen en la tentación de instruir a sus subordinados). Ni son tan malas las dudosas comidas de Vasant, su empleado en la residencia oficial en la que se aloja. "La cena era increíble, el dhal sabía a champú tibio con chile. Con el sabor fuerte de Flit (un insecticida) en la nariz, quedó intimidado ante la idea de meses en los que cada comida sabría igual.(...) Y de una manera perversa la comida de Vasant era excitante, estaba llena de peligros, tramada para combatir el aburrimiento (...) y el almuerzo, que realmente era un segundo desayuno, también tenía sus peligros contingentes, pero a veces eran tan absorbentes como el problema de ajedrez del periódico del domingo." Ni tan siquiera lo peor son los mosquitos: "Durmió bajo la mosquitera, pero los mosquitos le alcanzaron de cualquier forma. (...) En su primera mañana en Madna, se despertó sintiéndose terrible (...) Tenía dificultades para abrir los ohos, entonces se dió cuenta de que los mosquitos también le habían alcanzado los párpados." Lo peor de Madna es el aburrimiento.
Para combatirlo sus armas son la marihuana (calculo que se fuma un porro cada cuatro páginas), las meditaciones de Marco Aurelio y el sexo, o más bien la ausencia de sexo. Su vida sexual se reduce a masturbarse mecánicamente y a valorar apreciativamente a cada mujer que se le presenta y a calificarla de sexy o no sexy. El lector acaba por sospechar que su hambre es tanta que cualquier mujer que tenga dos tetas entra automáticamente en la categoría de sexy e incluso una un poco apañada con sólo una teta también tendría posibilidades.
Agastya es un nihilista. Odia ser miembro del IAS y estar en Madna. Abomina del futuro funcionarial que le espera, pero no sabe qué otro futuro desearía. No es un rebelde. Es un misántropo que desearía saber dónde tiene el mundo el botoncito de "off" para apagarlo. No sabiéndolo, se resigna a intentar que el mundo no interfiera demasiado con su vida privada (básicamente fumar marihuana y masturbarse) y a pasar de todo lo más posible.
Agastya todo lo mira con cinismo. No se cree nada. Y tiene razón. Me encantan algunas de sus observaciones. Por ejemplo sobre los misioneros cristianos: "Pero le divirtió mucho saber, unas semanas más tarde, que los misioneros holandeses en el hospital estaban convirtiendo a los indígenas al Cristianismo. Pero su risa ante la noticia no fue cínica, sólo un poco incrédula, porque sonaba tan absurdo que en este tiempo del sida y el átomo, algunos misioneros estuviesen convirtiendo a los paganos a los Caminos del Señor antes de curarlos.(...) Millones de rupias simplemente para seducir a unos pocos indígenas, para hacer el signo de la Cruz sobre algún individuo enfermo, analfabeto y desconcertado, llamado Anganagla, o algo parecido, e insistir en que coloque un David o un John antes o después de su nombre. Tal vez, a veces pensaba cuando pasaba por el hospital, tenían un teléfono rojo, una línea caliente con el Vaticano, y tenían que enviar informes diarios. "Su Alteza" (¿pero cómo le llamaban realmente? Tal vez George Ringo I) "cuatro paganos más capturados hoy. Dos casos fallidos resultaron musulmanes. estaban muy muy enfadados y nos arrebataron las medicinas de las manos y se fueron."
Su opinión sobre ese sustituto laico de la religión que es la obsesión por el desarrollo, no es mucho mejor. Uno de los personajes describe los esfuerzos del Estado indio por mejorar la vida de los indígenas de los bosques. El problema es que los indígenas son nómadas y viven en pequeños grupos. Abrir una carretera o excavar un pozo para 50 personas no merece la pena. Lo que hay que hacer es incitarles a que se asienten en un poblado en grandes números. O sea, que les ayudamos a condición de que cambien su vida y se conviertan en lo que nosotros queremos que sean. El personaje concluye: "¿Qué tienen para mostrar los indígenas de la India de las décadas desde 1947 (la fecha de la independencia de la India)? Sólo unas pocas fotografías con Nehru (el primer líder de la India independiente)."
Tal vez el mejor resumen de la vida de Agastya en Madna, o de cualquier vida en cualquier lugar, sean estas reflexiones del protagonista hacia el final de la novela: "Movimiento sin objeto, una marea incesante, de un mundo a otro, viajes y tránsitos, emprendidos por crisálidas no para descansar o disfrutar, sino para cosas efímeras. El flujo del mar parecía el único patrón, dentro y más allá de la mente (...) Quizás fuese cierto que primero tenía que desterrar todo anhelo y aprender el concepto de deriva, quizás fuese cierto que todo estaba envuelto por el deseo, como el fuego por el humo, como el espejo por el polvo..."

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