Es una receta sin complicaciones, pero eso sí amigos, tenéis que armaros de paciencia y cuidado. El resultado lo dice todo. Los especialistas franceses, que son los que los inventaron, no cuentan su verdadera elaboración y guardan con celo sus secretos como oro en paño. Los demás especialistas, muy cercanos a la receta original, elaboran otros que no tienen mucho que envidiarles, pero hay un algo que no sé explicar que los distingue, ni mejores para mi gusto, ni peores, sólo diferentes. Esta receta que yo os traigo, no es ni de especialistas jajaja, pero a mí me gusta y por eso os la cuento.
Ingredientes:
- Castañas.- Primer almíbar: Agua y azúcar 50% de cada uno para que queden cubiertas las castañas.- Segundo almíbar: Agua y azúcar en la misma proporción del primer almíbar.- Vainilla 1 vaina.- Canela en rama 1.- Piel de limón sin blanco.
Elaboración:
Antes de empezar quiero deciros que estas castañas que he usado son "mondaderas", así se les llama en mi tierra y seguramente en las vuestras también, porque se pelan con facilidad. El cocer en agua o microondas las castañas antes de pelarlas a mi juicio no favorece luego el aspecto y el sabor del marroncito, como si las pieles les comunicaran aspereza y el color se ennegreciera.
Bien, dicho esto comenzaremos pelando nuestras castañas con paciencia, pero no demasiada (pedid que os ayuden si queréis hacer cantidad). Ya peladas las pondremos a cocer en agua tibia, hasta que rompan a hervir. Bajamos la llama y a fuego muy lento mantenemos diez minutos, sin tocarlas. Cuentan algunas recetas antiguas que se cocían de dos en dos unidas por la cara plana y envueltas en una gasa ¡menudo lío! todo para que no se rompiesen.
Mientras, prepararemos nuestros almíbares, haremos dos, el primero será el que lleve la canela, la vainilla y las pieles de limón (hay quien pone también anís estrellado), el segundo bastará con el agua y el azúcar.
Cinco minutos después de que hierva nuestro primer almíbar, introduciremos las castañas escurridas de su agua y secas. Apagamos el segundo almíbar y reservamos. Bajamos el fuego al mínimo y sin tocarlas dejamos hervir cinco minutos y apagamos el fuego dejándolas dentro infusionando, cuando enfríen, las guardamos en el frigorífico veinticuatro horas. Igualmente guardad el segundo almíbar.
Durante seis días repetiremos el proceso, pero como es lógico y normal el almíbar irá espesándose con las repetidas calentadas, esto lo evitaremos añadiendo poco a poco y según veamos que lo necesita parte del segundo almíbar. Generalmente habrá que añadirlo todo.
Comprobaremos el punto de cocción atravesándolas con un alfiler.
Nuestros marroncitos ya están listos para consumirlos.
Hay quien los pasa por azúcar glas, hay quien los seca en el horno, hay quien los deja en un tarro con su almíbar, yo he guardado parte de ellos en un tarro y el resto, después de secarlos, los he untado con aceite de almendras dulces, envolviéndolos luego en papel plateado de uso alimentario.
Se conservan en frío.