Mi círculo más cercano sabe algo de mi que yo ahora voy a compartir con usted, estimado lector.
Todo, repito, todo lo que tenga 2 o más patas y sea un potencial asesino, me da susto. Y si bien es cierto esta aceveración puede aplicarse al ser humano, está dirigido principalmente a los animales.
Quizás por lo mismo nunca tuve mascotas... salvo peces (que eran de mi hermano) y canarios, lo cuales ya pasaron a mejor vida. Pero algo así como un perro, como para salir a pasear o para hacer ejercicios, jamás. Ni hablar de los gatos. Simplemente los odio, más aún después del episodio aquél.
Un buen día, Paulo me dice de la nada "te gustan las tortugas?" Y yo podría haber contestado cualquier barbaridad, claro, mi lindo niño no sabe de mi fobia animalesca, así que sólo respondí con un "no, por qué preguntas?"
- Es que quiero regalarte una mascota...
PLOP
- Amor, si me quieres regalar una mascota, que sea una que no me haga daño y que idealmente esté encerrado.... como un hurón (la tonta lesa quería un hurón)
- Un hurón? Para eso te regalo un hamster
- Paulo! Los hamsters son tan populares! Y además son ratones. Y si es por eso, mejor regálame un erizo de tierra, es más original.
Y así fue como concebimos a Martín.
La idea de hacerme cargo de otro ser vivo aún me complica, pero Martin hace que todo sea tan fácil!! Claro, mi bicho lindo duerme todo el día y como es pequeñito (tiene casi 2 meses) no da trabajo. Además que Paulo me ayuda demasiado con su cuidado.
Cuando fuimos a buscar a Martin, sólo vimos una bolita de púas que tiritaba. Ahí ya lo amé, porque era verme durmiendo a mi. En posición fetal, con frío y con el mal genio propio de alguien que no quiere ser molestado cuando duerme. Un digno hijo de su madre.
Y luego de estas casi dos semanas, está más grande, come como un digno hijo de su padre. Pero lo más lindo es que ya no está tan reacio a nosotros. Ya no se hace bolita a cada rato, sino que al parecer ya nos está conociendo. De hecho, una noche lo sacamos de su caja y lo llevamos a la cama y jugó un ratito con nosotros.
Martín nos robó el corazón de una forma que no esperábamos. Cuando estamos en la casa, estamos constantemente pendientes de él, que no le falte agua ni comida. De sacarle sus desperdicios (porque kga como loco!!) y de mantenerlo calientito... ya consumimos un balón de gas en la estufa.
Ahora Paulo el Constructor está diseñando el nuevo hogar permanente de Martin, mientras yo voluntariamente le cedo mis calcetines de polar para que él duerma bien y me meto a cuanto foro y página de internet hay para aprender más de sus cuidados. Honestamente, nos tiene babosos.
Martin es lo mejor del mundo mundial... un bicho exquisito al que queremos de manera entrañable. No hay rato en que no piense en él, si estará bien, si le dejé comida suficiente para el día, si pasará frío... ayyyyyyy Martin... eres nuestro erizo esquizo
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