Este último periplo por Galicia lo acabamos en la provincia de Pontevedra. Elegimos alojarnos en la ciudad de mismo nombre con la idea de asentar ahí el campamento y luego desplazarnos por los diferentes puntos que queríamos visitar. No teníamos ninguna expectativa puesta en la ciudad y... ¡qué gran error! Nos encantó la ciudad. ¡Es preciosa! Nuestra gran pregunta, a la vuelta era ¿por qué nadie habla nunca de Pontevedra? De hecho, nos cruzamos con varios gallegos en nuestras vacaciones y ¡ninguno conocía la ciudad! Si estáis por la zona, no podéis dejar pasar la oportunidad de acercaros y pasear por su casco antiguo.
Coincidió además que tuvimos un tiempo espectacular, por lo que la ciudad estaba plagada de terrazas, todas ellas a rebosar, con un magnífico ambiente.
El tapeo en Pontevedra es más tipo raciones. No hay tapas pequeñas, sino que a lo que invitan los bares y sus cartas es a sentarse a cenar "tapas", que a pesar de este nombre, son de tamaño ración generosa. No tiene una calle de vinos propiamente dicha, pero los bares salpican toda la zona antigua.
El primero que probamos fue Taberna Zentola. Anunciaban tapa de tortilla pero era una tortilla entera, así que pedimos "tapa" de croquetas y... ¡15 croquetas nos sacaron!. Eran pequeñitas, pero eran 15. Además, nos pusieron una tapita gratis. Dos refrescos y las croquetas, en terraza, 10,20 €.
Como era Semana Santa, nos quedamos aislados y rodeados por las procesiones, sin poder adentrarnos más en la zona vieja, así que dando vueltas y vueltas, entramos en Adega dos Avos. Un poco anticuado, aunque pasan bandejas con tapas con el vino. Como pedimos un vaso de leche para el niño, de tapa nos pusieron unos trozos de bizcocho y torta de cabello de ángel. Estupendo para mojar en el Ribeiro, jeje.
Para cenar, y visto que iba a ser complicado seguir de bar en bar tomando una tapa en cada uno, decidimos seguir las recomendaciones que habíamos leído y nos sentamos en la terraza de el Pitillo, uno de los bares más famosos (y llenos) de la ciudad. Nos tomamos unos calamares de ría, que es lo que recomiendan en todas partes y una tortilla. Todo muy rico, y sobró comida. Con un par de ribeiros, salimos a 14 €, así que baratísimo y muy buena recomendación
El día siguiente iniciamos nuestra ruta en la calle Figueroa, que podría ser lo más parecido a la calle de vinos de la ciudad. Nos sentamos en el Chiruca. No había lo que habíamos leído que recomendaban (zamburiñas a la plancha), así que nos pedimos unos mejillones a la vinagreta (muy ricos, pero otra vez ración excesiva) y un pincho de tortilla. Con un refresco y vino, 14,25€.
En la misma calle, nos paramos en el Aleph. Local de estética moderna, con pinchos sofisticados y donde nos tomamos una empanadilla de carne. Tarde vimos que tenían un pincho que participaba en el concurso "Destapa Galicia" que se llamaba "Deschapa Coca-Cola" y que consistía en timbal de venado, orejones y láminas de patata con sazón de glaseado de Coca-cola. De haberlo visto a tiempo, lo habríamos probado. Nos tomamos un par de ribeiros y nos cobraron 5,30 €. El pequeño se tomó allí su leche y quiso repetir y aún así, no nos cobraron ninguno de los dos vasos.
Desde ahí, dando vueltas, nos encontramos con el bar Timón que anunciaba tapa con cada consumición. Con un par de vinos nos pusieron dos trocitos de tortilla, dos de empanada y luego dos platitos de callos con garbanzos y nos cobraron ¡1,80 € por cada ribeiro!
Por último, finalizamos nuestro periplo en el BAR, sí, así a secas. Según habíamos leído, es el más antiguo de la ciudad, se llama Casa Fernández y es conocido como Parvados, aunque no busquéis ningún cartel que indique ni lo uno ni lo otro. Decían que era el mejor ribeiro de la ciudad. Servido en tazas con forma típica pero tamaño XXL y muy bueno aunque un pelín caliente... afortunadamente, porque a 0,70 € la taza, ¡qué peligro!
Nos habría gustado que las raciones fueran más pequeñas para haber podido probar más variedad porque todo estaba riquísimo, pero en resumen, es una magnífica ciudad para visitar y pasear.
Tras esta visita terminamos nuestro viaje por Galicia donde hemos disfrutado mucho de la comida. Y una última anécdota: en nuestra vuelta a Madrid hicimos una parada en Ribadavía. Entramos a tomar un café con un licor en un bar y de tapa nos pusieron.... percebes!!!!