El mundo es un sitio lleno de peligros. Antes de tener hijos vas por ahí alegremente, sintiéndote inmortal y sin muchas preocupaciones ante los peligros que te acechan en cada esquina. Tú no eres un dinosaurio y no tienes ninguna intención de extinguirte por cualquier accidente tonto, llámese meteorito o atropello o electrocución.
Luego, decides tener hijos y de repente ese mundo de luz y color que te parecía inofensivo se convierte en la casa del terror. Hay millones de cosas espantosas y horrorosas a tu alrededor que ya estaban ahí antes pero que ahora percibes como si estuvieran subrayadas con rotulador fosforito.
Los padres normales y corrientes, con criterio o que aspiramos a tenerlo, respiramos hondo y nos decimos “No pasa nada, está todo bajo control, nunca pasa nada, solo hay que tener un poco de cuidado” y entonces nos esforzamos en enseñar a nuestros hijos a tener cuidado con las esquinas, a cruzar con el semáforo en verde para los peatones, a no jugar a clavarse tenedores, a no meter la cabeza en bolsas de plástico y respirar…etc. Y por si acaso tapamos los enchufes y guardamos la lejía en alto.
Los padres absurdos, máquinas de pensar cretineces y hacer estupideces deciden que lo que hay que hacer es cambiar el mundo, que deje de ser como es y se convierta en una especie de burbuja hiperproteccionista donde sus hijos, esos reyes de la creación no puedan sufrir ningún tipo de accidente. Entonces, en vez de tapar los enchufes y guardar la lejía, acolchan toda la casa, te prohíben darle un beso al niño si has estornudado una vez o hacen como este padre ridículo hasta el infinito que ha presentado documentación en un colegio de Sevilla que prueba que los niños de 3 años se pueden atragantar y ha conseguido que se cancelen todas las actividades y talleres dónde había comida.
¿Se puede ser más cenutrio?
No lo creo.
Vamos a ver...con el tema de los colegios se está perdiendo el norte. Hace un par de semanas, @nirosaniazul tuiteo este enlace con toda su buena intención. Dejando de lado el titular totalmente desafortunado y por supuesto pensando para captar la atención de padres cenutrios, la noticia habla de que la mayoría de los colegios no están preparados para tratar a niños alérgicos.
Bien, como madre de niña multialérgica digo ¿Y?
Probablemente tampoco estén preparados para un ataque nuclear, un terremoto, un incendio pavoroso, una crisis de ansiedad masiva, una peritonitis aguda, una intoxicación por anisakis y la aparición de Godzilla.
Yo tengo una hija multialérgica y la mandé al colegio cuando no tenía ni tres años. Le enseñé lo que podía y no podía comer y aprendió a no coger comida de sus compañeros. Hablé con cada una de sus profesoras, les llevé un folleto explicativo y un informe médico explicando la medicación a administrarle en caso de enfermedad. Nunca he tenido ningún problema, probablemente porque no me planté allí en plan “madre drama” a exigir que el colegio tuviera unos protocolos exclusivos para mi caso. Me juego las dos manos a que (casi) todos los padres de niños alérgicos han hecho algo así y no pretenden que todo gire en torno a sus churumbeles. Nos pasamos la vida tratando de normalizar la situación, de que nuestros hijos lo vivan como algo normal y corriente y que no tiene que preocuparles más allá de un mínimo control. Eso es lo que hay que hacer y no acojonar a la gente.
Me encanta como los padres exigen a los profesores unas responsabilidades que ni de coña aceptarían en el caso de sus curros. ¿De verdad alguien en su sano juicio puede pensar que un profesor puede saber sobre alergias, celiaquías, diabetes y un sinfín de enfermedades que pueden tener los niños a su cargo y que son importantes pero que no tienen porqué determinar cada movimiento de nuestros hijos? Eso es imposible y además no es justo.
El mundo es un sitio peligroso y claro que nuestros hijos se pueden atragantarse comiendo en el colegio pero eso no justifica que se cancelen actividades que tienen como finalidad enseñar a los niños y que están controladas. ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Prohibir el balón por si se dan un balonazo en la cara? ¿Exigir todos los colegios en una sola planta no vaya a ser que se caigan por las escaleras? ¿Poner cubiertos de plástico por si juegan a las espadas con los tenedores? ¿Dejar de utilizar las sillas no vaya a ser que se caigan al sentarse? ¿Desterrar las servilletas de papel del comedor por si hacen bolas se las meten por la nariz y se asfixian? ¿Exigir el pelo rapado para que no se tiren del pelo?
Hay miles de cosas que les pueden pasar a nuestros hijos, millones, pero lo que no se puede hacer es que un miedo absurdo, ridículo y estúpido paralice a nuestros hijos y además les haga creer que viven en una burbuja segura donde jamás les pasará nada. Y en cualquier caso, la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a tener cuidado es nuestra, ni de los profesores, ni del colegio ni de las autoridades.
Si quieres que tu hijo esté seguro, enséñale a serlo y no le sobreprotejas. Y no seas ridículo, que tu hija de tres años se puede atragantar en el colegio, en casa de los abuelos, delante de tus narices o con las galletitas de hello kitty que le has puesto para que meriende en el colegio.
Cada día estoy más convencida de que la paternidad es un factor potenciador de la estupidez. Si eres idiota, cuando tengas hijos siempre siempre serás más idiota, trágico pero real.
Dejo aquí dos enlaces a posts, uno sobre niños celiacos y otro sobre niños alérgicos que escribí en la docena que tienen que ver con este tema.