Matilda, del libro a la gran pantalla - Artículos - De letras a escenas

Corría el año 1996 cuando los lectores de Roald Dahl recibíamos una emocionante noticia: Matilda, una de las últimas novelas publicadas por el poco antes desaparecido autor, llegaría en breve a las salas de cine. En aquella época en la que Internet no formaba parte de la vida de la mayoría de familias españolas, sólo quedaba ir al quiosco y comprar revistas de cine o pasar por el videoclub del barrio y preguntar si habían recibido ya el póster. Y es que ansiábamos poder poner cara a la inteligente y poderosa niña, a su encantadora profesora o a la despiadada señorita Trunchbull.

Desde bien pequeña, Matilda Wormwood muestra claros signos de poseer una inteligencia verdaderamente asombrosa. Sin embargo, en su familia parecen no darse cuenta de las maravillosas habilidades de la niña, y mientras que el señor y la señora Wormwood se dedican a sus quehaceres diarios (jugar al bingo, vender coches robados, etc.), ella aprende, a muy temprana edad y por sí misma, a leer, a realizar las tareas domésticas e incluso a salir de casa y llegar a la biblioteca, donde devora libro tras libro. Así pues, cuando sus padres por fin deciden llevarla a la escuela, Matilda está mucho más avanzada que sus compañeros. Allí conocerá a su mejor amiga, Lavender, y a su amable profesora, la señorita Honey, que apoyará a Matilda y la ayudará a desarrollar sus capacidades. Pero no todo puede ser bonito: la directora del colegio, la señorita Trunchbull, es una mujer cruel y poco comprensiva para la que los niños no valen absolutamente nada y no tienen derecho alguno. Será al descubrir Matilda sus extraños poderes cuando las cosas comiencen a mejorar.

Una película colorida, divertida a más no poder y con el encanto de las filmaciones de los años noventa, que respeta la esencia del libro de Dahl pero aportando más acción y un ritmo más vertiginoso que el que mostraba la obra escrita. El punto argumental que más beneficia a la película es, sin duda, el hecho de que tras mucha práctica, Matilda llegue a dominar sus poderes mágicos de una manera totalmente natural e inmediata, cosa que en el libro no llegaba a suceder del todo, pues en las páginas del escritor la niña debía concentrarse y esforzarse sobremanera para conseguir llevar a cabo alguna de las proezas descritas. Por otro lado, sí que se echaron de menos algunos pasajes del libro que habrían resultado de lo más divertidos (como la escena con el loro), pero eso habría hecho que la duración de la cinta hubiese sido mucho más extensa de lo que los niños de la época eran capaces de resistir.

El inigualable reparto encabezado por una jovencísima Mara Wilson en el papel principal y respaldada por grandes de la escena como Danny DeVito (que además dirigió la película), Rhea Perlman, Embetz Davidtz o la veterana Pam Ferris, otorgó al proyecto una calidad y calidez difíciles de superar que no decepcionó a los lectores de la novela de Dahl. Cabe destacar la profesionalidad y entereza de la carismática actriz protagonista, a la que pudimos ver en películas como Señora Doubfire, Milagro en la Ciudad o El Hada Novata: durante el rodaje del título que nos ocupa perdió a su madre, víctima de una larga y dolorosa enfermedad. Sin embargo, eso no le hizo perder la encantadora sonrisa que ofreció en pantalla interpretando su papel.

Sin lugar a dudas, Matilda fue una película de la que tanto grandes como pequeños pudieron, pueden y podrán disfrutar.