Ya se que lo he dicho muchas veces, pero de verdad esta si es justificable. Resulta que Max creció, y como dice el Tio Ben, un gran poder (cambiemos por "más edad"), conlleva una gran responsabilidad. Estoy a punto de ser una adulta dentro de la sociedad, lo que implica, valerme por mi misma, ya casi no pedirle favores a mamá y... escoger una universidad. Y aunque, tristemente, no se me presenten muchas opciones por el asunto monetario, si que si, estoy en un embrollo con la carrera. Y es que aún, aún con el tiempo encima y aún cuándo este mismo día salen fichas para la pre inscripción, aún no decido si; Ingeniería Bioquímica o Ingeniería Química.
Se que suena un poco trillado el asunto, estar entre dos carreras que se asemejan muchísimo, pero ambos, tu y yo, sabemos que no lo son. Igualmente no quiero abrumarlos con todos estos rollos. Me he encontrado muy melancólica últimamente por el asunto del "cambio" y "madurez" y tontería y medía, lo se... Super trillado. Pero es que, en esta fría noche de (aún) invierno, con las gotas resonando los cristales y los truenos escuchándose a lo lejos, siento que en realidad el tiempo se me chorrea de las manos. En un momento tenía quince años y ahora, este mismo año cumplo dieciocho.
La preparatoria se fue en una bocanada de aire y es cuándo me pongo analizar sobre mi vida, sobre lo que hice, sobre lo que estoy haciendo y lo que querré hacer. Indudablemente tengo planes, sueños y metas que quiero cumplir a toda costa. ¿Pero cuándo? Entre la disyuntiva de cambiar de ciudad en un par de años o hacerlo ahora... me abruma la cantidad de cambios, la cantidad de problemas a los cuales nos tenemos que enfrentar a tan corta edad.
Quisiera detener el tiempo, escuchar todas esas canciones americanas clichés que hablan de la vida antes de los dieciocho. Algunas como las de Stevie Nicks o ABBA. Seguir siendo una Dancing Queen de por vida o vivir en el borde de los diecisiete. Es excitante pero a la vez triste, triste para los que no soportan el cambio y se aferran con uñas y dientes a las inclemencias de la vida y el tiempo, triste para los que nunca aceptan que crecieron, y más triste para los que crecieron tan a prisa que no repararon en la maravillosa edad por la que pasaron.
Espero volver a estar activa esta semana, con más noticias sobre libros y menos sobre la penosa vida de una adolescente muy confundida y enojada con el tiempo.
Saludos, Max.