Revista Libros
Cuando Julian regresó, yo estaba leyéndole al niño una historia. Entró y se sentó a mi lado así pasó el tiempo hasta que fue la hora de la comida. Cuando terminamos, Julian me invitó al parque Sydney Gardens, como yo me sentía mejor, le dije que sí y dejamos al niño haciendo su siesta.
Pero antes me llevó a la modista que quedaba en uno de los mejores sitios de Bath, insistió en escogiera todo lo que me gustara, ya que sabía que no me agradaba mucho ponerme la ropa de su esposa, al ver que yo no quería tomar tantas cosas, escogió unos vestidos de tarde, unos para la noche y otros para usar en el día, también me compró uno para usar en los termales.
Más tarde salimos de allí hacia el parque y al llegar, nos sentamos debajo de un árbol en unas pequeñas sillas de hierro forjado. Estábamos disfrutando del paisaje, hablando de nosotros, viendo la orquesta tocar para los pequeños grupos de personas, cuando se nos acercaron dos mujeres, una joven muy hermosa, estaría alrededor de los dieciocho años, tenía una cara redonda y dulce, ojos azulados de mirada intensa, nariz fina, mejillas sonrosadas, una boca voluptuosa, cabello rubio de rizos perfectos, todo en un cuerpo delgado de piel rosada que seguro nunca había visto el sol y venía acompañada de una versión mayor de ella, que en ese momento venía caminando muy rápido y fulminando a Julian con la mirada.
—Julian, mi amor. — ¡Que alegría volverte a ver! —dijo la chica.
Me quedé mirando atónita a la mujer, porque no daba crédito a lo que estaba oyendo. — ¿en realidad esa mujer le dijo a Julian, mi amor?
—Lady Dubois, — Que inesperada coincidencia. — la saludó con cierto nerviosismo.
—Aurora niña, ¿no te he dicho que a un caballero, no se le saluda de esa forma? — ¿Dónde están tus buenas maneras? — Lord Strathford, que gusto verle nuevamente, veo que ya está mucho mejor.
—Madam, hizo una pequeña reverencia para saludar a la mujer. — Tiene usted razón, ya me siento mucho mejor y vine aquí a reponerme del todo.
—Ya veo….dijo la mujer y me miró extrañamente. ¿Podemos sentarnos?
—Adelante, les dije.
—Perdone Milord, debe usted disculparme, pues siempre me dejo llevar por la emoción. —le dijo la chica con ojos llenos de amor, mientras se sentaba a su lado.
Al tiempo que la chica coqueteaba con Julian, su madre no dejaba de observarme de pies a cabeza, con una mirada nada amistosa.
—Perdonen, ¿Dónde están mis modales? — Lady Aurora Dubois y su madre Lady Rose Dubois, ella es la señorita Melanie Hawkins.
—Mucho gusto, señorita Hawkins, me dijo Aurora
—Mucho gusto Lady Dubois.
—Perdone mi curiosidad señorita, pero ¿está usted invitada en la casa de Lord Stratford?
—Si señora, estoy quedándome unos días como invitada en su casa. — le contesté a la mujer para satisfacer su curiosidad.
— ¿Es usted pariente de él? Porque querida, perdóneme, pero si no lo es, no estaría bien visto por la buena sociedad de Bath, que esté usted quedándose sola en la casa de un caballero sin ser familiar de él.
En ese momento fue Julian quien le respondió.
—Lady Dubois, la señorita Hawkins es de hecho, pariente mía y la he invitado a Bath para que pruebe sus aguas termales, ya que ella también ha estado un poco delicada de salud. Pero en todo caso madame, soy un hombre adulto que de hecho vive dentro de la sociedad y sabe la forma en la que piensa, no necesito dar explicaciones de mis actos o de los de la señorita Hawkins.
La mujer se puso pálida y empezó a tartamudear.
—Pe..Perdone milord, en ningún momento quise ofenderlo, es solo que debe recordar que usted y mi hija están en vías de comprometerse y si la gente sabe esto, lo harán a usted y a ella la comidilla del momento.
En el momento en que esas palabras salieron de su boca, yo simplemente me quise morir, sentí caer en un pozo sin fondo. Todas y cada una de las palabras de Julian habían sido una gran mentira y él había resultado ser como todos los hombres. No importaba el tiempo en el que estuviéramos, los hombres eran iguales, siempre era mejor tener dos mujeres que una.
Julian no miraba a las mujeres, solo me miraba a mí con ojos suplicantes. Con un gesto de fastidio les hablo a las dos mujeres.
—Señoras, me temo que debo retirarme.
—Oh, pero ¿por qué? — le dijo Aurora. —Me gustaría que fuera a visitarnos mañana estamos quedándonos en la casa de los Bradford.
—Entonces, nos vemos mañana. Un gusto haberla conocido señorita Hawkins.
—Lo mismo, lady Dubois. — le conteste, casi sin poder disimular mi malestar.
Las dos mujeres se levantaron de sus sillas y cuando la madre de Aurora pareció que iba a decir algo, ella le abrió los ojos y la haló, para que se fueran.
Julian tomó mi mano y me dijo, siento mucho que te enteraras de esta manera, pero no te adelantes a hacer conjeturas. Primero tenemos que hablar.
— ¿Es que existe una buena manera de enterarse de que el hombre que uno ama, está comprometido con otra?, — yo estaba gritando en ese momento y algunas personas empezaban a darse cuenta.
—Espera que lleguemos a casa, por favor, —estoy consciente de que lo molesta que estas, pero no nos servirá de nada que todo el mundo en el parque se entere.
En ese momento, solo quería herirlo, pero me contuve, porque sabía que tenía razón. Si la gente veía un espectáculo, las cosas se pondrían peor. Entonces lo dejé estar por el momento.
Cuando llegamos a la casa, me dijo que fuéramos a su habitación y cuando llegamos allí, no me pude contener y le di una bofetada. El no hizo nada, solo se tocó la mejilla y me dio la espalda.
—Siéntate por favor y hablemos como dos personas civilizadas.
— ¿Qué mentira vas a decirme ahora Julian?
—Melanie yo estuve muy solo todo este tiempo, debido a la desaparición de mi esposa. Mis padres estaban muy preocupados en especial porque Lucien, el era un bebé cuando mi esposa desapareció y yo no podía cuidarlo, pero Hannah se encargó de él, me decía que mi esposa lo hubiera deseado así, ellas dos se querían mucho. Luego con el paso de los años, mi padre comenzó a decirme que necesitaba más hijos porque el título no podía morir conmigo o con Lucien, hay muchas formas en las que un hijo único podría morir.
Cuando mi padre vio que pasaba el tiempo y yo no me decidía por ninguna mujer, habló con las familias de algunas jóvenes casaderas sin mi consentimiento, para que entre las dos familias pudieran acordar un matrimonio ventajoso. Hace varios meses, el conoció en una fiesta a lady Dubois y lo impresionó mucho, por lo que habló con su madre y les dejo ver que su interés en que ella fuera la futura condesa de Strathford. Cuando me enteré tuve una gran discusión con él, pero no logré nada, pues él había hablado en mi nombre y dio a entender desde el primer momento que yo estaba de acuerdo con lo que estaba sucediendo.
— ¿Porque simplemente no te niegas? Eres un hombre hecho y derecho, si tú no quieres casarte no hay poder humano que te obligue.
—Si eso es verdad, pero mi padre al ver mi negativa, dijo que si no lo hacía me desheredaría y si eso sucede, también Lucien sufrirá las consecuencias de esa decisión, como podrás imaginar en un mundo que se rige por la sociedad y la nobleza, el hijo de un conde desheredado, no tiene ningún valor para nadie, lo despreciarían donde quiera que fuera, sus compañeros de estudios se burlarían de él y cuando creciera, ninguna dama de buena cuna se fijaría en un hombre sin título , ni propiedades, sin dinero para mantenerla o recursos para darle una buena dote a su hija cuando está se casara. Mi hijo estaría perdido y sabes de sobra que en tu tiempo los hombres trabajan pero en esta época eso no se acostumbra entre las nobleza, además de estar muy mal visto.
Por todo eso, decidí que lo haría, que me casaría con ella, pero nunca le daría mi corazón, porque este pertenece a una sola mujer.
—Tú lo has dicho Julian, tu corazón no le pertenece a ella, pero tampoco me pertenece a mí. Debo marcharme y te ruego que me devuelvas el camafeo.
— ¡No! Tú me prometiste darme dos semanas para poder demostrarte que estas equivocada.
—Lo sé pero ahora las cosas han cambiado.
—Nada ha cambiado mi amor, yo te sigo amando y tú a mí, no te des por vencida ahora.
Me quedé pensando un rato, había mucho dolor en mi corazón por su engaño pero en ese momento viendo sus ojos no sé si era porqué los ojos de Julian siempre me parecían muy sinceros o porque estaba tan enamorada del que en el fondo quería creerle, — la cuestión es que decidí darle otra oportunidad.
—Julian, soy una estúpida por hacer esto, pero te daré tus dos semanas y luego me iré, con una condición.Julian no oyó la condición, en su lugar empezó a abrazarme y a buscar mi rostro para besarme, pero yo no podía caer nuevamente, así que lo detuve.
—Aún no has oído mi condición.
—No voy a dormir contigo, hasta que me demuestres que esa mujer no te interesa.
— ¿Cómo? ¿Pero es que te has vuelto loca? — ¡Sabes que no podía hacer nada, está de por medio el futuro de nuestro hijo!
Me quede sorprendida por lo que dijo, por su reacción no sabía si lo que me trataba de decir era que me quería para ser esposa y madre de Lucien o si simplemente se había equivocado.
Lanzó un suspiro de cansancio.
—Bien haremos lo que tú quieras, no te molestaré más, pero déjame decirte algo, la próxima vez que hagamos el amor, serás tú quien dará el primer paso, piensa en que haciendo esto no solo me castigas a mí, también te castigas a ti misma. —Luego se marchó.
En la noche estaba tan enojada con él, que no bajé a comer y a la mañana siguiente tampoco quería desayunar, no quería verlo, pero resultó que Jacinda llegó a ayudarme a vestir y me dijo que él no estaba que había salido muy temprano a la casa de unos vecinos. Le pregunté el nombre de los vecinos y me dijo que eran los Bradford, de esa manera me enteré que Julian, no había perdido el tiempo para ir a visitar a la señorita Aurora Dubois y a su madre.
Yo estaba tan molesta con él, que nada parecía levantarme el ánimo. Empecé a jugar con Lucien, que acababa de bajar con la niñera, bañado y cambiado, ya había desayunado y estaba listo para su paseo matutino, luego de eso seguramente lo llevarían a un salón a darle algunas lecciones, pues ya desde pequeños los hacían conscientes de sus obligaciones como hombres de la nobleza. Jacinda por su lado trataba de animarme y me dijo que fuéramos a los termales. Me pareció una buena idea, así que me cambié y nos fuimos.
Llegamos a los termales y vi que parecían baños romanos, con una gran vista de la ciudad de Bath, eran algo rústicos pero la gente parecía disfrutarlos. Estuvimos un buen rato allí y poco a poco fui sintiendo como me relajaba, más tarde salimos de allí y había unas pequeñas cabinas improvisadas para que las damas se cambiaran, nos pusimos nuestros vestidos de tarde y fuimos a comer un helado. Había de todo tipo de sabores, piña, pan integral, té, café negro, pistacho, flor de sauco, jazmín y otra cantidad de sabores deliciosos e inusuales.
Me decidí por el de jazmín y Jacinda probó el de café negro, cuando nos sentamos a comerlo, se nos acercó un hombre muy elegante y nos pidió permiso para sentarse con nosotras, me pareció que su comportamiento era un poco extraño, pero aún así conversamos un rato. Me dijo que se llamaba Benjamín Ashford segundo hijo del duque de Ashford y un hombre muy rico, me dijo luego Jacinda, gracias a las muchas inversiones que había hecho con una compañía de buques que viajaban a la India, poco después comenzó a hacernos preguntas…
— Dígame señorita Hawkins ¿Que hace una dama tan hermosa como usted, sin la compañía de un caballero?
—Bueno, en realidad solo hemos venido a comer este helado solas, pero siempre estamos acompañadas por mi amigo Lord Strathford. —Quise que supiera que teníamos el respaldo de un hombre.
— ¿Está quedándose usted con Lord Strathford en su casa?
—Sí, estamos quedándonos allí por un tiempo, mi dama de compañía y yo, — le dije señalando a Jacinda.—Y ¿Dígame cuanto tiempo, planea quedarse en Bath?
—Bueno, en realidad, todavía no lo sé pero creo que no serán más de dos o tres semanas. ¿Por qué lo pregunta?
—La verdad es que me gustaría mucho invitarla al teatro en estos días, —Si usted me lo permite, por supuesto.
No me gustaba el rumbo de aquella conversación y comencé a buscar a buscar excusas para irme de una vez.
—No lo sé Lord Ashford, por estos días tenemos muchas invitaciones, pues es la temporada de caza y la mayoría de las familias como usted sabrá, hacen reuniones y picnics. —Yo no estaba invitada a ninguno de ellos pero él no tenía porque saberlo en ese momento. —Le prometo que en cuanto tenga un tiempo libre se lo haré saber.
—Por supuesto, Señorita Hawkins, estaré esperando. Fue un gusto conocerla. —hizo una reverencia y beso mi mano.
—Fue un gusto conocerlo a usted también, lord Ashford, que tenga un buen día.
Nos dirigimos inmediatamente al coche, que nos esperaba del otro lado de la calle y nos fuimos a casa. Pensamos que Julian ya habría llegado, pero por lo visto Lord Strathford estaba pasándola muy bien en compañía de su chiquilla.