Revista Europa

Me he enfadado con un profesor de la Facultad

Por Oviversai

He sido alumna del prestigioso catedrático de Lengua Española de la Universidad de Oviedo José Antonio Martínez y comparto su forma de pensar respecto al desdoble masculino-femenino, ya que el género masculino incluye al femenino a la hora de expresarnos y el hablante se guía por el principio de economía del lenguaje.
Pero he de decir, y bien alto, que la catedrática Mercedes Bengoechea y la doctora Eulalia Lledó le dan mil vueltas en su argumentación en el artículo que acabo de leer en el periódico El País: “El debate sobre las `portavozas´divide también a los lingüistas”.
Ellas, para mí, han ido un paso más adelante, porque aunque estuviera en mi pensamiento un pequeño esbozo de su postura, ellas han verbalizado que no es sólo el principio de economía del lenguaje al que hay que tener en cuenta (principio que valoro muchísimo), sino que también priman las necesidades comunicativas. Y hoy en día, en pleno siglo XXI, la revolución de la mujer está más que presente. Para interiorizar los cambios de mentalidad propuestos por el colectivo de mujeres, es necesario que el lenguaje acompañe para expresar esta nueva realidad. Porque es a través del lenguaje la manera en que el ser humano codifica el mundo y construye su pensamiento de acuerdo a las realidades que quiere representar.

La necesidad a la que se refieren estas dos expertas es la de ir relegando las desigualdades entre hombres y mujeres, de las cuales el habla del día a día se hace eco y se convierte en una necesidad verbal del hablante. Eso sí, unas veces más convenientemente que otras. Martínez recalca muy acertadamente que estos desdobles desvían la atención del oyente en el acto comunicativo. OK. Pero no se está dando cuenta de que, quizás, muchas veces, en ese acto comunicativo el hablante también quiere comunicar a través de ese desdoble y que debemos de olvidarnos en esos momentos del principio de economía y centrarnos en el principio comunicativo.

No puedo estar más de acuerdo con la afirmación de Bengoechea: “Si queremos inclusión absoluta, tenemos que atajar el lenguaje”. Afirmación que liga perfectamente con el principio de economía, no como la del señor Martínez, quien apunta muy bien al señalar que esas utilizaciones del lenguaje inclusivas, además de erróneas dentro del propio sentido gramatical, son “fruto de haber interiorizado de forma mecánica la fórmula del desdoble en masculino y femenino”; pero el buen hombre lo tira todo por la borda más tarde con un discurso propio de un “político” de los de hoy en día, no de un catedrático: “son confusiones, meteduras de pata, y quieren hacerlas buenas convirtiéndolas en el bálsamo de fierabrás, diciendo que es bueno para la reivindicación de las mujeres”
Al igual que con la preposiciones, que se encuentran a medio camino entre lo léxico y lo gramatical, yo también me encuentro a medio camino entre el principio de economía y el responder mediante el lenguaje a las realidades y necesidades que nos rodean.

Ante un tema de gran importancia, controversia y actualidad, el profesor Martínez se lo ha tomado como una jocosidad de la cual mofarse. Las otras dos expertas en lenguaje le dan mil vueltas en esta entrevista simplemente por haber respondido a las preguntas y haber expuesto su opinión argumentada desde el RESPETO. El señor Martínez se dedicó a soltar un “discurso” casposo, lleno de metáforas y frases ordinarias e irónicas que denotan no caminar al lado de la realidad, de una realidad cambiante y viva, al igual que las lenguas, las cuales son seres vivos que evolucionan. Y nosotros, como seres vivos, tenemos que tomar ejemplo de las lenguas y evolucionar.

Para terminar, creo que la corriente lingüística del Funcionalismo, cuya cuna se encuentra en Oviedo, pierde fuerza y credibilidad con representantes como este catedrático de la llamada Uniovi (Universidad de Oviedo).


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