Se trata de un restaurante que apuesta fuerte por la cocina de temporada, algo que repercute en que su precio no sea prohibitivo y, sobre todo, en la altísima calidad de todo lo que ofrece en su suculenta carta, que cambia muy habitualmente (casi cada día) para ofrecer solo lo mejor de la tierra cuando procede, sin forzar estaciones, sin precipitarse ni tomar la delantera.
Su propietario, Vicente Lorente, ha ideado un lugar en el que se mima al pequeño productor y a aquello que cuida y cultiva. Un discreto templo gastronómico de escueto menú en el que solo se incluye lo realmente óptimo, lo que llega semana a semana de Navarra y País Vasco, regiones a las que Vicente se debe desde su niñez. 
Guisantes lágrima y habitas de Guetaria, espárragos y pimientos de Tudela, fabulosa carne en tartar o a la piedra procedente de las mejores vacas gallegas. Todo esto preparado de forma exquisita en los fogones, sin grandes artificios, con una presentación limpia y sencilla que no nos distrae de lo realmente importante: El deleite y disfrute de un menú de excepción.
Mención especial para los acompañamientos, tan simples y tan complejos a la vez como unas patatas fritas con doble cocción (una con aceite de Sierra de Mágina, Jaén, para dar sabor y otra con virgen extra para el toque crujiente) o unas lechugas y cebolletas de las huertas vascas que difícilmente se toman más frescas en la capital. 
El entorno y el ambiente (elegante, sin excesivo formalismo, amplio y luminoso) marida a la perfección con la carta, de precio ajustado para llegar a un público selecto descartando elitismos. Por 30-35 euros podemos hacernos muy buena idea de todo lo que ofrece Meating: Gastronomía tradicional, de la tierra a la mesa, en pleno centro de Madrid. 
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