Revista Arquitectura
En pleno corarzón de al-Andalus, en las faldas de Sierra Morena, el monte de la Desposada, como lo llamaban los árabes, al oeste de la ciudad de Córdoba se encuentra la gran joya de la presencia árabe en la panínsula ibérica.
La ciudad perdida de los omeyas,(Medina Azahara) comenzada a construirse por Abd-al-Rahman III en el año 325 de la Hégira (936 d.C.) se piensa que pudo llegar a albergar hasta 12.000 personas.Medina Azahara junto con la Mezquita Aljama de Córdoba, representan la esencia del periodo más álgido de la historia de la ciudad: el esplendor del califato.
Existen varias hipotesis sobre el motivo de su construcción:- De índole político-ideológica ante la necesidad de impulsar una imagen nueva del recién constituido Califato Independiente de Occidente, fuerte y poderoso, uno de los mayores reinos medievales de Europa.- Por amor a una mujer, con nombre de flor, Azahara.Un viento suave se desliza entre los almendros, estremece sus ramas y acaricia levemente las florecillas rosadas que se desprenden y caen sobre la tierra. Una vez más, el Yebél Alarús se viste de gala y nos trae a la memoria una hermosa historia de amor.Aconteció durante los últimos años del siglo X, cuando Córdoba se llamaba Qurtuba y Abderramán III era el primer califa Omeya independiente de Bagdad.Era esta una ciudad populosa donde convivían gentes de todas las razas y religiones. A ella acudían sabios, alarifes, poetas y músicos de todos los rincones del mundo. Florecían las artes, progresaban las ciencias, se mezclaba lo autóctono con las nuevas influencias recibidas del exterior. Todo lo asimilaba y lo hacía suyo.Era Abderramán un califa audaz, enérgico y valeroso. Su constancia y talento político hicieron posible la unidad y pacificación de Al-Andalus. Consiguió imponer respeto a los cristianos del Norte y acometió con arrogancia la reorganización de su autoridad soberana.Para agasajar al califa solicitando su protección o agradeciendo su ayuda, los monarcas de otras tierras enviaban fabulosos regalos: extrañas obras de arte, piedras preciosas, libros de incalculable valor y hermosas esclavas. Azahara fue una de ellas.Cuenta la leyenda que Abd al-Rahman había traído a Azahara desde Granada. Pronto se convirtió en su preferida y para demostrarle el amor que sentía por ella ordenó la construcción de una ciudad palatina.Para ello contrató a los mejores arquitectos y artesanos, compró los materiales más preciados, maderas, mármoles, azulejos; mandó construir hermosos jardines con flores y plantas traídas desde todos los rincones del mundo, los pobló con hermosos pájaros y mandó que en ellos creciesen árboles de exóticos frutos.Telas y muebles, comprados a los mercaderes más prestigiosos, adornaban las estancias de la favorita Azahara, todo lo hizo el califa por su amor.Sin embargo Abd al-Rahman la sorprendía a menudo llorando y sus constantes regalos no conseguían su sonrisa. Le preguntó el motivo de su tristeza y qué debía hacer para contentarla. Azahara le respondió que a su tristeza el califa no podría ponerle remedio pues lloraba por no poder contemplar la nieve de Sierra Nevada. Él le respondió ?Yo haré que nieve para ti en Córdoba?.Inmediatamente mandó talar un bosque situado frente a la medina y replantarlo de almendros muy juntos unos de otros y cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Córdoba sólo para la favorita Azahara.El cronista musulmán al-Maqqari transmite otra versión que encierra un fuerte contenido poético en relación con las causas que motivaron la creación de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra. El autor nos cuenta que tuvo oportunidad de conocer, a través de un anciano cordobés, la siguiente historia:Me dijo un anciano de Córdoba, respecto al origen de la construcción de Madinat al-Zahra, que al Califa (Abd al-Rahman al-Nasir) se le murió una concubina que dejó una gran fortuna con destino a la redención de cautivos musulmanes.Se buscaron en el país de los francos y no se hallaron, dando gracias a Dios por ello. Entonces le dijo a al-Nasir su concubina al-Zahra, a la que amaba profundamente: -deseo que construyas para mí una ciudad que lleve mi nombre y sea de mi propiedad-.En efecto, ordenó construir dicha ciudad debajo de la Montaña de la Novia, que es el mediodía de la Montaña y al norte de Córdoba, a unas tres millas de esta ciudad. Ordenó que se construyera con la más alta y refinada técnica, para que fuera lugar de recreo y morada de al-Zahra y festón de los magnates de su reino.Hizo esculpir una estatua de al-Zahra, que colocó en la puerta de la ciudad. Cuando se sentó ella en el salón de al-Zahra y contempló lo blanco de la ciudad en el regazo de la negra montaña, dijo: -oh, mi señor, ¿no ves la hermosura de esta muchacha (la ciudad) en el regazo de aquel negro etíope (la montaña)? ¿Por qué no quitas la montaña?-.Pero uno de los familiares de al-Nasir dijo: pido a Dios que libre al Emir de los Creyentes de una acción que después no pueda oírse sin afrenta de la razón. Ni reuniendo todas las criaturas que estuvieran cavando, cortando y barrenando podrían quitar lo que el creador puso, sólo él cual podría hacerlo. Ordenó entonces (el Califa) que cortasen los árboles de la montaña y plantasen todo de higueras y almendros. Por ello no hubo vista más bella en la primavera cuando las flores (blancas) abrieron.Su construcción duró 25 años y para ella se emplearon los más valiosos materiales, como mármoles, ébano, marfil y piedras preciosas. De sus edificios destacan la Casa del Ejército y el Salón Rico, en los que se conservan restos de capiteles, zócalos y mármoles de excelente calidad.Contando tan solo 64 años, fue destruida y saqueada por los bereberes, pero, en 1236, al ser Córdoba conquistada por Fernando 111 El Santo, los materiales de sus ruinas sirvieron para construir palacios, iglesias y conventos.La ciudad tiene planta rectangular y está construida mediante terrazas escalonadas, separadas por muros muy amplios. El visitante puede hacerse una idea de su grandiosidad al pasear por sus patios, en los que se conservan restos de pinturas, zócalos y losas, fragmentos de columnas, trozos de fustes, basas y capiteles de mármol blanco muy trabajados.En realidad, más que un palacio, es un complejo urbanístico que responde al concepto de ciudad-palacio, repetido después en La Alhambra, con funciones múltiples, residencia palaciega al mismo tiempo que centro de todo el aparato administrativo del Estado. Su origen hay que buscarlo en la tradición del Oriente Medio (Persia) y Bizancio.Son numerosos los testimonios escritos que exaltaban las riquezas de sus salones, algunos de los cuales hoy se van rescatando por las excavaciones e intentos de restauración.El profesor Sánchez Albornoz en su obra La España musulmana hace una magnífica descripción del Salón Rico, diciendo:"Otra de las maravillas de Al-Zahara era el salón llamado de los Califas, cuyo tejado era de oro y de bloques de mármol de variados colores, sólidos pero transparentes, y cuyas paredes eran de los mismos materiales...Había en el centro del mismo un gran pilón lleno de mercurio. Daban entrada al salón ocho puertas de cada lado, adornadas con oro y ébano, que descansaban sobre pilares de mármoles variados y cristal transparente. Cuando el sol penetraba en la sala a través de estas puertas y reflejaba en las paredes y el techo, era tal su fuerza que cegaba.Y cuando Alnasir quería asombrar a alguno de sus cortesanos le bastaba hacer una seña a uno de sus esclavos para poner en movimiento el mercurio, e inmediatamente parecía que toda la habitación estaba atravesada por razón de la luz y la asamblea empezaba a temblar... Y era el movimiento del mercurio el que hacía creer que la habitación estaba continuamente moviéndose o que giraba al rededor de un poste como si siguiera el movimiento del Sol".Fuente http://nuevosmusulmanes.blog.com.esHabía escuchado de esta cuidad pero no creí en un principio pero después de investigar lo suficiente encontré este articulo interesante de AMOR, Arquitectura y Construcción.no esta demás decir que este articulo tiene una dedicación especial con todo el cariño del mundo para ti Daniela.