Revista Arte
El orden debajo de la herida.
El orden por debajo de la herida.
El orden bajo la herida.
¿Qué fue antes, el orden o la herida?
Enfrentarse a la obra de Gerardo Armesto es estar dispuesto a hacerse este tipo de preguntas. Es cierto que uno se puede acercar y no ver más que cuadros, cuadrados, cajas o líneas: pura y simple geometría. Sin embargo, ¿qué subyace bajo ellas? Una búsqueda incesante de luz, una indagación de la naturaleza perdida y de la que todavía conservamos, una reflexión sobre el dolor en la propia vida.
Al menos esto es lo que pude captar en su estudio de Vitoria y a lo que le sigo dando vueltas : El orden debajo de la herida. Ya está dicho todo. Me volví a acordar de ello en un encuentro surrealista en el que se comentaba la película Blue Valentine. La psicoanalista que moderaba el affaire concluyó con una frase de la novela que estaba leyendo y que debió ser algo así: "Oscar Wilde dijo que destruimos lo que amamos. Pero, a veces, también amamos lo que nos destruye". Orden, dolor. Amor y destrucción. Hay que elegir bien lo que se ama.
Ayer el teatro salió a la calle y Pirandello, mirándome a los ojos, me lo recordó de nuevo: "Si la muerte, señor fuera como uno de esos insectos extraños, repugnantes, que a veces descubre uno encima de sí... Va usted por la calle; un transeúnte lo para de improviso, y, con cautela, con los dedos extendidos, le dice: «¿Me permite, caballero? Lleva usted la muerte encima.» Y, con aquellos dos dedos extendidos, la pilla y la arroja... ¡Sería magnífico! Pero la muerte no es como esos insectos repugnantes. ¡Cuántos que están paseándose, tan alegres y confiados, quizá la llevan encima!" (El hombre de la flor en la boca).
Y todo aquello resonó una vez más en la oscura bóveda catedralicia hasta sobrepasar las paredes de la carne. Requiem de Verdi (Requiem aeternam dona me, Domine). Amor y muerte, Cruz y Pasión. Todo lo anterior adquiere un nuevo (viejo) sentido. Y "lanzando un fuerte grito, expiró". Cómo sería aquel grito que todavía lo escucho el eco en mi interior. La muestra de que el Amor no muere.
El orden por debajo de la herida.
El orden bajo la herida.
¿Qué fue antes, el orden o la herida?
Enfrentarse a la obra de Gerardo Armesto es estar dispuesto a hacerse este tipo de preguntas. Es cierto que uno se puede acercar y no ver más que cuadros, cuadrados, cajas o líneas: pura y simple geometría. Sin embargo, ¿qué subyace bajo ellas? Una búsqueda incesante de luz, una indagación de la naturaleza perdida y de la que todavía conservamos, una reflexión sobre el dolor en la propia vida.
Al menos esto es lo que pude captar en su estudio de Vitoria y a lo que le sigo dando vueltas : El orden debajo de la herida. Ya está dicho todo. Me volví a acordar de ello en un encuentro surrealista en el que se comentaba la película Blue Valentine. La psicoanalista que moderaba el affaire concluyó con una frase de la novela que estaba leyendo y que debió ser algo así: "Oscar Wilde dijo que destruimos lo que amamos. Pero, a veces, también amamos lo que nos destruye". Orden, dolor. Amor y destrucción. Hay que elegir bien lo que se ama.
Ayer el teatro salió a la calle y Pirandello, mirándome a los ojos, me lo recordó de nuevo: "Si la muerte, señor fuera como uno de esos insectos extraños, repugnantes, que a veces descubre uno encima de sí... Va usted por la calle; un transeúnte lo para de improviso, y, con cautela, con los dedos extendidos, le dice: «¿Me permite, caballero? Lleva usted la muerte encima.» Y, con aquellos dos dedos extendidos, la pilla y la arroja... ¡Sería magnífico! Pero la muerte no es como esos insectos repugnantes. ¡Cuántos que están paseándose, tan alegres y confiados, quizá la llevan encima!" (El hombre de la flor en la boca).
Y todo aquello resonó una vez más en la oscura bóveda catedralicia hasta sobrepasar las paredes de la carne. Requiem de Verdi (Requiem aeternam dona me, Domine). Amor y muerte, Cruz y Pasión. Todo lo anterior adquiere un nuevo (viejo) sentido. Y "lanzando un fuerte grito, expiró". Cómo sería aquel grito que todavía lo escucho el eco en mi interior. La muestra de que el Amor no muere.