Son dos de las películas que mayor huella dejaron en nosotros durante el circuito festivalero del 2010, y aunque fuera por razones bien diferentes, ambas dejaron un poso imborrable en nuestra retina, un poso sinónimo de haber disfrutado de una obra mayúscula. Son "Meek's Cutoff" de Kelly Reichardt y "I saw the devil" de Kim Jee-won. Ni una ni otra han sido todavía estrenadas en España, aunque en el caso de la película coreana, menos mal, ya ha encontrado novia en Tribanda. Esperemos, suceda lo mismo con el western de Reichardt. Donde si han encontrado pareja es en Estados Unidos, y lo han hecho a lo grande, presentando dos posters que no tienen desperdicio.
MEEK'S CUTOFF
Estamos ante otra auténtica mirada 'made in Reichardt.' Cruda, desnuda, desoladora, con esa potencia atmosférica que tanto caracteriza la obra de nuestra indiscutible referencia 'indie'. Una referencia que con su última propuesta se acerca nada más y nada menos que el cine del maestro Terrence Malick y a la obra literaria de John Steinbeck. Lo hace gracias a una demoladora capacidad de impregnar a los personajes en un halo de relevancia tan filosófica como existencial mediante un auténtico western neorrealista cuyo principal protagonista, además de Michelle Williams o Bruce Greenwood ,es un 'paisaje' de dos caras, un paisaje que resulta tan bello como hostil, como lo es la incomparable obra completa de la maestra Kelly Reichardt y también lo es su nuevo poster promocional norteamericano diseñado al más puro 'woodcut style'
I SAW THE DEVIL
Hablamos de la digna, dignísima sucesora de "Oldboy". Y lo afirmamos sin pestañear. Tras su presentación en San Sebastián en el pase matinal del Kursaal, sala llena. A la media hora, ya empezaban a verse huecos libres. Las puertas de salida no descansaban ante el constante tránsito de gente que abandonaba la sala por adelantado indignados ante el baño de violencia que el film proponía. Tras más de sus dos horas y media de metraje, final, final apoteósico recibido con un estruendoso aplauso de todos aquellos que aguantamos en nuestras butacas fascinados por la contundencia de una obra tan violenta como estimulante. Un film enfermizo, extremo y transgresor que, al igual que la obra maestra de Park Chan-wook, utiliza tanto su mismo protagonista (Min-sik Choi) como su mismo leit-motiv (una enfermiza venganza) para trasladarnos sin concesión alguna una sátira donde la violencia desmedida y los baños de sangre campan a sus anchas. A medio camino entre el thriller y el terror, entre la comedia y el gore , entre lo grotesco y el torture-porn, se sitúa la que fue a nuestro jucio la película del festival. Sitges ya esperaba con los brazos abiertos, al igual que lo harán las salas comerciales españolas durante este año. De momento, os dejamos con su poster. Oscuro, perturbador, malrollero, pero ante todo, bárbaro, como lo es también el film.