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Memento mori (César Pérez Gellida)

Publicado el 12 marzo 2013 por Montse @almaprendida
Memento mori (César Pérez Gellida)Datos técnicosTítulo: Memento moriAutor: César Pérez GellidaEditorial: SumaPrimera edición: Febrero de 2.013
SinopsisSeptiembre de 2010. Aquella mañana de domingo nada le hacía presagiar al inspector de homicidios de Valladolid Ramiro Sancho que acababa de dar comienzo una pesadilla que lo dejaría marcado para el resto de sus días.
La investigación del asesinato de una joven ecuatoriana a la que le han mutilado los párpados y cuyo cuerpo han encontrado unos versos amenazantes, ocupa las primeras páginas de esta novela negra narrada con un dinámico y atrevido lenguaje cinematográfico. Sin embargo, el autor nos arrastra por un camino inesperado al describir los hechos desde la perspectiva del propio asesino: un sociópata narcisista influenciado por la música más actual y por las grandes obras de la literatura universal. La evolución frenética de los acontecimientos desemboca en la intervención de uno de los especialistas más reconocidos en el comportamiento de los asesinos en serie.Este complejo triángulo emocional, unido a la intriga que envuelve al siniestro cómplice del asesino, hace que Memento mori se convierta en un profundo thriller de acción con banda sonora que atrapará al lector de principio a fin.
AutorCésar Pérez Gellida nació en Valladolid en 1.974.Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2.011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.Memento mori es su primera novela.

ArgumentoEn septiembre de 2.010 es encontrado el cadáver de una joven ecuatoriana de 25 años, con los párpados mutilados. El inspector Ramiro Sancho, jefe del Grupo de Homicidios de la Comisaría de las Delicias de Valladolid debe hacer cargo del caso.Cuando aparece otro cuerpo asesinado con parecido modus operandi, un experto profiler es enviado desde  Madrid para que les ayude en las investigaciones.Y el caso se convierte en una lucha mental entre un asesino sociópata y narcisista y un inspector de policía que tiene muy pocas ganas de jugar.
  • El impacto inesperado de ver un cadáver con la mirada fija y extinta le hizo morderse el dorso de la mano a través de la mascarilla antes de volver a preguntar: —¡¿Qué le han hecho a esta chica?! —Se los ha cortado —reveló el galeno—. No diría que es el trabajo de un cirujano, pero son cortes limpios, y eso me lleva a pensar que, para nuestra tranquilidad y la de su familia, fueron post mórtem, y que no le tembló el pulso al desalmado que lo hizo. Presenta dos incisiones verticales en cada uno de los cuatro párpados, y otra horizontal que, curiosamente, hace la forma del globo ocular; lo cual nos lleva a pensar que la hoja debía ser necesariamente curva.
  • Él venía corriendo desde allí, ¿verdad? —dijo Bragado señalando al camino que discurre por toda la ribera del río. —Sí, de aquella dirección, y vio el cadáver de la víctima en esos matojos de allá cuando llegó a la altura del embarcadero —respondió indicando el lugar con la mano y tapándose del sol que le daba en los ojos con la otra. —¿No te das cuenta? —¿De qué? ¡Joder, Bragado, no me vengas con acertijos, que tengo la cabeza como un bombo! —¡Coño, Sancho, no sé a quién te habrás follado para llegar a ser inspector! ¿No te das cuenta de que el sol no te deja ver?.
  • Por eso, las claves para anticiparnos a un asesino como al que nos enfrentamos estarán en tratar de entender los motivos por los que mata; luego, vendrá el cómo, el cuándo, el dónde, a quién y a cuántos mata. Me gustaría que tuviera esto muy presente.


Opinión personalCompré este libro porque, además de ser novela negra, se desarrolla en Valladolid, la ciudad de mi chico. Al principio, cuando empecé a leerlo, pensé que iba a ser una novela muy parecida a Entre dioses y peones de Alberto Gómez Vaquero, por localizarse ambas en la misma ciudad y porque también, en este caso, el autor se pone en la mente del asesino. Pero ahí acaban todas las coincidencias.Memento mori es la primera de las tres partes de Versos, canciones y trocitos de carne, una trilogía (¡otra!, ¿se han puesto de moda o qué? ¿no puede ser un único libro o una tetralogía? ¡que hartura!), cuyo segundo libro llevará el nombre de Dies irae.Lo primero que sorprende es que ésta sea la opera prima del autor. Cualquiera que lo ignore pensaría leyéndole que tiene muchas tablas, pero, sobre todo, que se ha documentado muy bien, fundamentalmente  en los aspectos policiales, en los forenses y en los psicológicos. Y, además, describir la ciudad donde has nacido y has vivido un montón de años y hacer que el lector sienta que está paseando por sus calles o entrando en sus locales es también digno de mención.El título, Memento mori, es una expresión latina que se traduce como Recuerda que morirásAmbientada en Valladolid, entre el 12 de Septiembre de 2.010 (mi cumpleaños, casualmente) y el 7 de Enero de 2.011, la novela está estructurada en un prólogo, 29 partes tituladas (con frases extraídas de canciones de Enrique Bunbury) y Anidando liendres, un epílogo que no es catalogado como tal, que sucede en marzo de 2.011 en Trieste (Italia), pero que para mí lo es; el autor intercala también un capítulo desarrollado en 1.988. Además, hay un apéndice con la Banda Sonora, otro con los Personajes y otro con el Poemario. Añade también las traducciones de las múltiples citas latinas o en otros idiomas utilizadas. Estos capítulos, como las escenas y pasajes de que se componen, están datados, tienen su correspondiente horario y, además de temporalmente, nos sitúa geográficamente poniendo también la localización exacta.Escrita en tercera persona, con un narrador omnisciente multiselectivo (excepto el prólogo, escrito en primera), siguiendo un orden cronológico lineal con retrospectivas, con un estilo directo y ágil, cuidado pero sin florituras, lleno de citas y guiños, tiene una trama muy bien urdida, que nos va envolviendo poco a poco al permitirnos conocer la historia desde el punto de vista del asesino (Augusto Ledesma) y del policía que lleva a cabo la investigación (Ramiro Sancho).Aunque los diálogos son abundantes, el ritmo es medio, pero nos absorbe desde las primeras páginas, gracias a una intriga que va en aumento conforme avanzamos en la lectura; esta tensión no es física, es más bien psicológica, un juego mental con el que ha decidido divertirse el asesino y del que ha hecho partícipes a algunos de los personajes que aparecen en la novela; además, con unos cuantos giros narrativos al final del libro, nos damos cuenta de que César ha estado jugando con nosotros más que Augusto Ledesma con su persecutor.Los personajes, sobre todo los tres principales, Ramiro, Augusto y Carapocha, muy bien caracterizados y muy complejos. Ramiro Sancho, el inspector de homicidios, es un policía bastante poco arquetípico: aunque está atormentado, respeta las normas a rajatabla; además, utiliza muchísimos refranes para expresarse (según mi hermana eso es síntoma de escasez de vocabulario; según yo, que soy la que escribe aquí, de una rica cultura popular). Me he planteado si este uso del refranero castellano no tendrá alguna relación con su apellido y el más famoso de todos los Sanchos de la literatura.Augusto Ledesma es el asesino. Millonario (no necesita trabajar para vivir, aunque se dedica al diseño gráfico), narcisista, sociópata y cultísimo (escribe poemas y, además, cuando da nombres falsos los escoge, por ejemplo, de La metamorfosis o del Ulises de Joyce). La música que le gusta, que es la banda sonora del libro, va desde Héroes del Silencio, Enrique Bunbury, Depeche Mode, Placebo, Love of Lesbian a Muse. Además, los poemas que deja en las escenas de los crímenes, están llenos de citas mitológicas.Armando Lopategui, Carapocha (porque sufrió viruela en su infancia), es el psicólogo criminalista que va a Valladolid para ayudar en la investigación. Ex agente del KGB y de la Stasi, es experto en asesinos en serie.Los escenarios y ambientes son lo mejor de la novela. Apenas conozco Valladolid, pero con el autor hacemos un recorrido por algunos de sus barrios, como el Campo Grande, el de la Rondilla, Covaresa, Parquesol o Arturo Eyries; también conocemos algunos de los locales más emblemáticos de la ciudad, como Zero, Restaurante la Parrilla de San Lorenzo o el Bar Domingo. Y las escenas de los homicidios, muy bien descritas.El desenlace, con unos cuantos giros narrativos inesperados, es no solamente inospechado, también impactante, con un cliffhanger que a mí, por segunda vez consecutiva, me ha dado ganas de tirar el libro por la ventana o de hacerle al autor lo mismo que Augusto Ledesma les hace a sus víctimas pero multiplicado por mil.El único "pero" de la novela, además de que para mí no es autoconclusivo, es que emplea demasiada terminología científica y en algunos momentos podemos llegar a perdernos y a no encontrarnos.Este libro no hace más que confirmar lo que últimamente vengo manteniendo: en España se hace novela negra de muchísima calidad, en algunos casos muy superior a la que viene del norte (y ya sabéis que soy la primera fan de la novela nórdica). He leído que le comparan con Larsson; no sé si eso es bueno o malo: creo que cada uno tiene su estilo; posiblemente que una primera novela la equiparen con Millenium debe enorgullecer al autor, aunque si fuese mi caso, preferiría ser única.
  • Es decir, que estamos asistiendo a una macabra partida entre un asesino y un policía en un tablero cuyas casillas son nuestras calles y las fichas son vidas humanas.


Valoración: 9
Leído el 9 de Marzo de 2.013
Memento mori (César Pérez Gellida)

Montse Martín




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