Publicado por cmch el 10 jun, 2011
Pablo Milanés en concierto, realizado en el ISA.
La Universidad de las Artes, o sencillamente el ISA, como todos le conocen, amaneció llena de pancartas que anunciaban para la noche del jueves a Pablo Milanés en concierto, como regalo a los 35 años de fundada esa institución.
Angeline Diaz Oviedo, una joven que cursa el primer año en la especialidad de canto lírico llegó entre los primeros, para ocupar un buen lugar en aquel escenario abierto.
Aplaudió cada uno de los temas antológicos, se estremeció con aquel solo del saxo que magistralmente regaló Germán Velazco y se conmovió con los nuevos títulos del último disco de Pablo.
Como tantos otros jóvenes que sueñan ser artistas y descubren sus senderos, Angeline tarareó los versos de Nicolás Guillén, De qué callada manera, al son de Pablo, pero jamás pudo imaginar que aquella noche sería memorable, no solo para los cientos de jóvenes que acudieron a la cita, sino en particular para ella.
La invitación vino del propio cantor cuando dijo que hace algunos años en ese mismo lugar pidió a un alumno que le acompañara. Por ese entonces, agregó, Gema cantó frente al público, quizás por vez primera, y luego, el trovador insistió, ¿quién en su lugar viene ahora?
El silencio fue muy breve, las compañeras de Angeline la empujaron y sin darse cuenta, estaba subiendo las escaleras, alguien puso un micrófono en sus manos y se escucharon las primeras notas de Yolanda.
!Claro que conocía la letra! ¿quién no ha cantado Yolanda alguna vez? Confesó después la joven en declaraciones a la AIN, pero hacerlo junto a la legendaria figura de la Nueva Trova cubana, sentir esa energía insólita que emana de su voz y de sus músicos, es sencillamente indescriptible.
Pablo quiso regalar este concierto a los universitarios, pero sin lugar a dudas esa sería la noche de Yolanda y Angeline, una joven talentosa y sin rasgo de timidez capaz de reflejar toda esa belleza y ternura a la que cantó el trovador.