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Memorias

Publicado el 22 julio 2014 por Ana Laura
Cuando los poetas quieren rememorar un amor escriben rimas, llenas de metáforas, hermosas o cursis, que intentan capturar esos recuerdos. O si sufren una gran pérdida, a los músicos se les da por componer piezas que emocionan al punto del llanto, los grandes chefs inventan recetas y logran sabores que despiertan pasiones. Los bailarines usan sus cuerpos y crean energía en lugares que, tal vez, antes sentían sin vida.
Me pregunto qué hago yo para plasmar mis recuerdos, porque demasiado seguido me encuentro tratando de recordar cosas que no debería haber olvidado. ¿Cómo es posible que alguien con tan buena memoria pueda olvidar el escalofrío de su primer beso, o el batir de alas de mariposa dentro de la panza al sentir el germen de sus hijas?
Memorias


No recuerdo a mi madre leyéndome en la cama, o a mi padre enseñándome a nadar. Se me escapó el nombre del primer compañero que me hizo suspirar (aunque sí sus ojos negros) y no creo que reconociera a mis amigas de la infancia si volviera en el tiempo, cual película de Disney.
Sí, claro, que esas cosas pasaron y puedo describir las sensaciones, pero eso es porque lo único que recuerdo es el relato o la descripción, y siempre me sentí a gusto con las palabras. Como un rostro querido que se congela en la expresión de esa fotografía que manoseamos desde su pérdida.
La memoria es selectiva, egoísta y acomodaticia. Es frustrante.
Alguien debería inventar el pensadero de Dumbledore.


EriSada

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