Revista Cultura y Ocio

Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidos

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Parece una catedral el Mercado Central de Valencia. Con una cúpula que absorbe la intensa luminosidad mediterránea. Una luz que se refleja en sus amplias calles repletas de aromas, sabores, texturas, colores. Con una actividad alegre y  bulliciosa. Situado en una de las plazas con más riqueza histórica de la ciudad. En ella se medía el pulso de Valencia, su constante vital, su tensión y su actividad.
Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidosUna muralla, el ensanche, los torneos de caballeros, los gremios artesanos, la rebeliones populares, el lugar donde realizaban las torturas y los ahorcamientos, los puestos de los comerciantes que montaban todos los días, las corridas de toros, el paseo y rezo silencioso de los fieles, el trasiego de los comerciantes italianos, la construcción de un edificio modernista que convirtió el Mercado Central en uno de los más grandes y hermosos de Europa… ¿A qué hay suficientes motivos para conocer este rincón valenciano?
Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidos


Desde tiempos de los musulmanes este espacio abierto fue utilizado para las transacciones de venta. Durante el siglo XIII los puestos que se montaban y desmontaban diariamente se encontraban al lado de la muralla. Gracias al Ensanche, este espacio y la iglesia de los Santos Juanes quedaron dentro de la ciudad fortificada.

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En esta plaza existió un patíbulo de piedra que servía para ajusticiar a los condenados y que fue usado hasta la visita de Felipe IV a Valencia. Después, construyeron uno de madera que se desmontaba después de ser utilizado.Del entorno de esta plaza surgían calles ocupadas por diferentes gremios artesanos. Como el de la calle Calabazas, donde elaboraban con madera de boj unos pequeños objetos con la forma de esta hortaliza para guardar el tabaco rapé. Los vaciaban por dentro y hacían unos agujeros por donde se inhalaba. Adquirió tal demanda que sus artesanos pasaron a formar un gremio propio.

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Y entre trasiego y trasiego popular decidieron celebrar en esta plaza del mercado las corridas de toros. Algo que a los comerciantes no gustaba porque días antes debían dejar de vender para que hubiera tiempo suficiente para montar la tribuna, los graderíos y el gran toldo que sujetaban con grandes maromas a las almenas de la Lonja.

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Pero este evento produjo varios accidentes. El más grave ocurrió cuando una de las almenas de la Lonja donde estaba sujeta una de las maromas del toldo se derrumbó y provocó varios muertos y decenas de heridos ante la huída precipitada de los espectadores.Y aunque existió una primera tentativa para construir un mercado cubierto a través de un concurso de proyectos a finales del siglo XIX, el Mercado Central de Valencia no fue inaugurado hasta 1928. Consta que costó diecinueve millones de pesetas.

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Así que este edificio modernista se levantó allí donde, desde siglos, los comerciantes y artesanos habían vendido, montado y desmotado sus puestos. Y aquel día la Valencia más popular se reunió bajo sus bóvedas y arcadas de acero para recibir de manos de la burguesía un plato de comida.

Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidos

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Hierro, piedra, acero, cristal y cerámica crearon una estructura coronada por una gran cúpula de cristal de treinta metros y con dos torres. Sus arquitectos, Francisco Guardia i Vial y Alejandro Soler, diseñaron un edificio irregular al tenerlo que adaptar al espacio de la plaza.

Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidos

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Una nave central y dos laterales atravesadas por varias calles amplias. La central estaba formada por dos polígonos; en el más grande se alzaba la cúpula de cristal y cerámica. Una cúpula que aportaba sensación de liviandad, luminosidad y un amplio espacio. En el pequeño y separado se encontraban los puestos de pescado.

Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidos

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Y entre arcada y arcada, cerámicas brillantes donde vemos grabadas varias escenas de los labradores de la huerta y de cestas de frutas de intensos colores.
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Vida bulliciosa la de otros tiempos en los que este edificio representó a las clases más adineradas de la sociedad valenciana. Mujeres elegantemente vestidas con sus delantales almidonados, collares de perlas, fino oro en sus muñecas y el cabello bien recogido. Unas mujeres que ofrecían sus productos a golpe de gritos.

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Un edificio que se coronó de forma muy peculiar porque, atravesado su pecho por una fina lanza, se encontraba un loro verde de hierro que giraba al son de la brisa y que se encontraba agazapado mirando con interés lo que ocurría a su alrededor.

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Y sigue ocurriendo que de vez en cuando, el loro se encuentra con el águila de la iglesia de los Santos Juanes que sujeta en su pico un tintero. También hay otra veleta en el Mercado Central que representa un pez. 

Mercado Central de Valencia, la catedral de los sentidos

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Veletas que dicen, eran aprovechadas por los campesinos que traían a sus hijos a la ciudad para buscarles un futuro mejor. Porque después de recorrer los talleres donde pedían que les aceptaran como aprendices, les dejaban mirando a estos animales de hierro que se movían graciosamente. Este era el momento que aprovechaban para abandonar a los muchachos. Normalmente, todos eran acogidos para trabajar en las trastiendas a cambio de algo de comida y un lugar cubierto para dormir.Carnes, embutidos, licores, verduras, las frutas más extrañas, conservas, especias, quesos, pescados, salazones, frutos secos... Una fusión de olores, texturas, sabores y colores que se despliegan entre los armazones del mercado central; nuestro callejeo observando los puestos más llamativos y los vendedores envolviendo con profesionalidad los más diversos productos.

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Bajo del nivel de la plaza del Mercado, en la fachada de la iglesia de los Santos Juanes que mira hacia la Lonja, nos encontramos con unos huecos tapiados que fueron Les Covetes de Sant Joan. Utilizadas como tiendas donde vendían ropa, cazuelas y especias, fueron tapiadas y hoy están abandonadas.

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Desde las alturas, por ejemplo, la que nos ofrece el Miguelete, la cúpula central del mercado y sus veletas pasan a formar parte de una de las vistas mejor reconocidas de Valencia. 

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