Por Bernardo Villar
Yo hice un contrato conmigo y el mundo. Soy ese contrato. Yo soy quien digo ser y enrolo a mi universo en que lo soy. Yo soy quien he elegido ser. No soy quien me han dicho que he sido hasta ahora y salgo al mundo a generar la evidencia para mi y para los demás de que lo soy.
Cuando por vez primera declaré al mundo quién era a partir de ese momento grité que yo soy un hombre humilde, paciente, valiente y triunfador. Nunca antes lo había sido. De lo que tenía evidencia es de ser arrogante, impaciente, cauto y bastante promedio. Todavía lo soy muy seguido, y es entonces momento de parar, ver, elegir y volver a ser quien yo declaré ser.
Porque lo que soy es una declaración. No es una afirmación que sea necesariamente verdadera y verificable. Es una declaración, y porque lo es, es mi palabra, es un compromiso que adquirí de hacerlo realidad. Si quiero estar completo, honro esa declaración, ese compromiso que hice conmigo y con el mundo.
38 años me llevó entrenarme en ser quien era hasta ese momento: ¡una inercia impresionante! Desde entonces, hace 7 años vengo entrenándome a ser ese hombre humilde, paciente, valiente y triunfador que declaré sin evidencia.
Ese es el proceso de transformación (talleres de transformación y liderazgo). Darme cuenta que no estoy condenado a ser de ningún modo específico o a existir en un contexto determinado. Puedo inventar contextos nuevos que habiliten nuevas acciones y resultados y puedo inventarme una y otra vez como persona.
¿Tu quién eres?