[6/10] Taillandier es un reconocido pintor que se haya sumido en la depresión y que amenaza con quitarse la vida. En su deambular por las calles, una noche se encuentra con Marilou, una adolescente que ha sido rechazada por su madre y por su padrastro y que también vaga sin rumbo ni consuelo. Son dos seres heridos y a la deriva, tan distantes en su mentalidad y formación como próximos en su dolor y desesperación. A la experiencia y cultura de él se contrapone la frescura y vitalismo de ella, hasta formar una curiosa pareja en la que no se sabe quién da y quién recibe más. Son almas unidas en la desesperación y a quienes la distancia generacional no supone un obstáculo para el entendimiento. En resumidas cuentas, “Mi encuentro con Marilou” supone el renacer de un hombre que lo tiene todo al entrar en contacto con una joven que no tiene nada… salvo las ganas de vivir.
Jean Becker (“Dejad de quererme”) nos regala un retrato humanista donde las diferencias de edad y de hábitos saltan a la vista en el restaurante, donde el hombre sabio aprende a vivir contemplando a la joven inexperta, y donde lo auténticamente humano se presenta como el principal valor que no es necesario maquillar para que resulte atractivo. El director evita el dramatismo excesivo y opta por el tono más amable al presentar a los protagonistas, hasta conseguir una cinta esperanzada y optimista en donde la cercanía entre Taillandier y Mailou corre pareja con el respeto a sus diferencias. Los encuentros rebosan ternura sin caer en lo almibarado, y eso gracias a la poderosa y entrañable interpretación de Patrick Chesnais -lo mejor de la cinta- y a la espontaneidad de Jeanne Lambert. Se entienden bien ante la cámara, y arrancan escenas donde se aprecia esa sintonía de sus almas… con confidencias en que se dicen unas cosas y se callan otras.
La relación entre ambos está perfilada con sensibilidad y acierto en el guión, mientras que la subtrama de violencia doméstica queda un tanto forzada y se echan en falta los antecedentes -las causas- para esa depresión artística. Pero a Becker solo le interesa el vínculo entre esos vasos comunicantes, y traza un retrato generacional tan luminoso como el dibujo en la playa con que Taillandier recupera las ganas de vivir. Salta a la vista que el director tiene confianza en el poder redentor de la persona, y eso lo recoge una fotografía clara y una puesta en escena transparente. En sus historias, busca sacar a flote lo bueno de los personajes y ahondar en sus deseos de felicidad, y entiende que el artificio está fuera de lugar y que debe primar la simplicidad narrativa, solo alterada con un flash back nostálgico que viene a rescatar la inocencia de un Taillandier niño que vuelve a nacer.
La cinta es sencilla y agradable de ver, contenida y preocupada por no derivar hacia el sentimentalismo fácil, y también fresca en su creación de atmósferas. Becker apuesta por lanzar un mensaje a favor de la apertura a los demás -otros títulos suyos como “Mis tardes con Margueritte” o “Conversaciones con mi jardinero” van en esta misma línea- y por suavizar los conflictos de la vida, en un deseo de complacer al espectador y de presentarle personajes con los que se encariñe. Gustará a quienes busquen historias amables y positivas, y también a quienes quieren ir al cine para salir reconfortados y dispuestos a volver a creer en la persona.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “Mi encuentro con Marilou”, película distribuida en España por Golem © 2013 ICE3, KJBProduction, Studio Canal y France 3 Cinéma. Todos los derechos reservados.
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Publicado el 24 junio, 2013 | Categoría: 6/10, Año 2013, Críticas, Drama, Francia
Etiquetas: adolescencia, Conversaciones con mi jardinero, Dejad de quererme, familia, Jean Becker, Jeanne Lambert, Mi encuentro con Marilou, Mis tardes con Margueritte, Patrick Chesnais, vejez