Revista Moda

Mi historia de amor con los zapatos (por Ana)

Publicado el 09 febrero 2012 por Imperfectas
Mi historia de amor con los zapatos  (por Ana)Lo confieso, los zapatos siempre han sido mi vicio. Nada de tabaco, poco alcohol, las drogas ni mirarlas, el bingo y demás juegos de azar ni de lejos... pero los zapatos, ¡ay los zapatos!... esos me pierden. Soy una especie de Cenicienta moderna, solo que en lugar de perder el zapatito, voy recogiendo los que pierden las demás. Más de una vez he consultado en Internet si existía algún tipo de Zapatólicos Anónimos o algo similar. ¿Os imagináis la escena? Un local lleno de personas poniéndose moradas a comer “canapies” y a beber cerveza, vino (o refrescos, que tampoco a todos los zapatólicos nos tiene porque gustar los licores) y cuando da comiendo la reunión, comienzan a presentarse diciendo: - Hola, soy Fulanita de tal y soy zapatólico, este mes me he comprado un par de botas y otro de zapatos de tacón... pero eso sí, en Maripaz que son muy baratos..

El resto contestan: “Hola Fulanita”, y el menda o la menda que lleva la reunión dirá:

- Muy bien, Fulanita, has dado un primer paso, pero es solo eso, el primer pasito de un largo camino... y no empecemos ya poniendo excusas como la de Maripaz, que aquí ya nos las conocemos todas...

Bueno, pues eso no existe (y ahora releyendo, creo que mejor así, madre mía, que frikada más grande sería). Así que yo me tengo que autogestionar mi vicio como puedo. Es decir, comiéndome las uñas, sufriendo, y mirando mi cuenta del banco de vez en cuando para darme cuenta de que, por muy rebajados que estén esos botines (que además, se parecen sospechosamente a otros dos pares que ya tengo) mi presupuesto no alcanza para ponerlos a mi alcance.

Debería empezar por el principio y aclarar un tema clave para entender mi adicción: calzo un 35, un número de muñeca, de gheisa que sirve el té, de niña muy pequeña, porque hoy en día, a partir de los 10 años, ya calzan casi un 40. Siempre he tenido problemas para encontrar zapatos de tacón. Cuando tengo una boda o algún acontecimiento por el estilo, no me puedo comprar el vestido y luego los zapatos a juego, de eso nada, porque puede ser que me haya comprado un precioso conjunto en azul y tenga que llevar los zapatos rojos porque son los únicos que encuentro. Primero miro calzado, y cuando lo tengo, ya compró el resto del vestuario en consonancia. Esta situación me ha llevado a arramplar, literalmente, con todos aquellos zapatitos mínimos del 35 que voy encontrando, guiada por el espíritu del “por si acaso”: que veo unas preciosas sandalias que me valen, ¡pues hale, a la buchaca!, que ya encontraré la ocasión para lucirlas (aunque se vea claramente que como no me inviten a los Goyas esas sandalias plateadas con un alza de 10 cm no van a salir de su preciosa caja). Sinceramente, y sin que esto salga de aquí, creo que lo de mi pie minúsculo ya se ha convertido en una excusa, porque he encontrado dos o tres zapaterías que trabajan mi número y en el que encuentro lo que busco sin problemas (es un avance de los tiempos, antes era imposible). La cuestión es que me encantan esos pequeños objetos que pueden ser casi obras de arte, que se adaptan a tu cuerpo, que forman parte de ti...

Así que aquí me tenéis, rodeada de todo tipo de calzado: botas, botines, zapatos, zapatillas, sandalias... y no puedo evitar seguir mirando en toda zapatería que se encuentra en mi camino. Siempre he dicho que mi gran ilusión sería tener unos Manolo Blahnik, incluso antes de ver que las pijas de Sexo en Nueva York los ponían de moda.

Mi historia de amor con los zapatos  (por Ana)

Blahnik es un dios para los zapatólicos, es el rey del imperio de nuestra droga al que nunca llegaremos, siempre nos tendremos que conformar con el camellito que nos vende nuestra sustancia favorita en la esquina del barrio. Eso sí, siempre he añadido que, aún volviéndome loca, nunca pagaría esa cantidad por unos zapatos, me parece indecente... a no ser, que algún alma caritativa me los regale... Ahí lo dejo, por si acaso...

P:D: Sé que es un tema bastante frívolo para la que está cayendo, pero lo he escrito precisamente por eso, porque ya estoy un poco harta de hablar de Marianos, Sorayas, Rubulcabas, crisis, paro, tristezas...


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