Revista Cultura y Ocio

Mi vieja casa

Por José Da Serra @lasierrayelrio
¡Cerebros días! Como algunos ya sabréis actualmente estoy haciendo un curso de escritura, siendo más concreto uno de Creación Narrativa. El tercer ejercicio que nos han propuesto hacer trata de volver a un lugar importante en nuestra infancia y crear una atmósfera con él que podamos utilizar para un relato. Como el primer ejercicio que postee me ha parecido bastante interesante así que aquí os lo dejo.
Me despierto y no noto ningún signo de cansancio por haber dormido demasiado, algo que suele ocurrirme. Curiosamente, tampoco noto que esta sea mi cama, mis sabanas e incluso mi almohada. Miro a miro alrededor e instantáneamente sé que es un sueño, no hay nada ni nadie que me lo indique pero lo sé, es algo que simplemente se sabe y, además, no estoy en mi habitación así que ¿Qué otra cosa puede ser?
También sé que puedo hacer lo que quiera pero, inevitablemente, mi cuerpo se mueve solo como si de una marioneta se tratase y yo, como un idiota, me pregunto ¿Quién mueve los hilos que me controlan? Vuelo a mirar en rededor y veo un armario a mi derecha; de un marrón excesivamente claro y lleno de poster de videojuegos de PSone, es de madera, de esos empotrados en la pared.
A mi izquierda hay una ventana con la persiana bajada, debe de ser temprano pues los rayos del sol entran con un color de fondo azulado, debajo está mi hermano, durmiendo en su cama. Es un niño que tendrá alrededor de unos seis años y yo… yo tengo nueve, sí, tengo nueve. Hace mucho frío, no sé por qué pero me encanta ver como exhalo vaho con cada respiración.
Me echo en la cama y, para mi sorpresa, veo una leja. Me doy cuenta de que es otro mueble, unido a varios cajones y a otra leja encima de la cama de mi hermano. En ese momento me pregunto por qué no recordaba estos detalles.
Una sensación de agobio asola mi mente y de pronto me siento tan vivo que automáticamente salto a la siguiente pregunta; ¿Qué edad tengo? No en el sueño, sino realmente ¿Tengo veintidós años? ¿Por qué no soy capaz de diferenciar el sueño de la realidad? ¿De verdad estoy soñando o tengo nueve años y estoy en lo que hasta ahora pensaba que era mi casa vieja? ¿Un niño pensaría todo esto? ¿Qué ocurre aquí? ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Soy un recuerdo, un sueño o esta es mi vida? ¿He soñado hasta tener veintidós años? No soy capaz de entender lo que está pasando, siento la brisa acariciar mi tez y la luz de la televisión cansarme la vista ¿De verdad es esto un sueño?
Soy de ese tipo de personas que con cada pregunta en vez de encontrar respuestas encuentra dos preguntas más, son demasiadas y hacen que me altere, mi corazón empieza a latir demasiado deprisa y no puedo respirar con normalidad. David me escucha y llama a gritos a mi madre, rápidamente entra por la puerta y me dice que me tranquilice, no llegará a ser un ataque. Me trae un vaso de agua y la pastilla que he de tomar tres veces al día. ¿Yo no había dejado de tomarlas hace años? Se suponía que hace mucho tiempo que la epilepsia ha dejado de molestarme a menos que eso también haya sido parte de mi imaginativa vida. Parece que no se me ha curado.
Hace años… ¿cuándo fue? Tengo nueve años, hace años nunca ha sido.
Mamá nos dice que vayamos a ver un rato la tele en el salón mientras ella hace las camas y después, nos hará el desayuno: un vaso de leche con cola cao y cereales o galletitas de esas tan crujientes que nos encantan; las de dinosaurios. A veces jugábamos a que no eran simples galletas sino que eran poderosos dinosaurios que caían en la leche para desaparecer; la verdadera razón de su extinción.
Otra vez mi mente se vuelve un caos, está toda llena de preguntas sin respuesta. Un niño no debe tener esto en la cabeza así que decido irme a dar una vuelta por la casa. ¿Lo he decidido yo o forma parte de esta vida de sueños? O de este sueño en vida.
Todo huele a limón, debió fregar el suelo esta mañana o quizás sea el ambientador, no lo sé y tampoco importa demasiado.
Me paro en medio del salón para observarlo todo, detrás de mí están las dos puertas de los dormitorios, delante tengo los típicos muebles donde se guarda la cubertería de calidad pero, aparte, tiene los cristales llenos de fotos. La televisión se encuentra enfrente de un sofá que a mi parecer es enorme y, este, a la derecha de otra ventana que da al patio ¿Tenemos patio exterior? No lo recordaba o no lo he recordado hasta hoy. No puedo evitar repetirme hasta la saciedad… Ya no sé si esto es un sueño o es la realidad pues tengo la sensación de que todo es tan real que creo que verdaderamente tengo nueve años. Una mesa de té ocupa el espacio entre la televisión y los tres sofás que hay. A mi derecha hay una mesa de comedor, hay comemos todos los días. Me llama la atención las cintas VHS y el Digital +, lo usamos todos los días para ver las películas de Pokémon o de Disney. Mi hermano juega a la Game Boy y me dice que me quite de en medio, quiere ver la tele mientras juega.
Así lo hago.
De camino a la cocina veo el baño. Es muy pequeño o eso me parece ¿Seré yo demasiado grande? Mi madre está haciéndonos el desayuno ¿Cuándo ha terminado en la habitación? No me he dado cuenta. Me dice que no me vaya para arriba y que vaya a desayunar, yo no respondo y acto seguido se queja de que hoy estoy muy raro.
Hago caso omiso a sus órdenes.
Una vez en el patio exterior analizo todo, la caldera, la jaula para los pájaros y la pecera para las tortugas ¿Por qué están fuera? Siempre he querido que las llevase dentro. Hay ropa en un cesto, una lavadora, la ventana que da a la habitación de mis padres donde pasamos horas jugando a la Play Station y la gran escalera negra. Siempre me ha gustado esa escalera y cuando subo parece llevarme a otro lugar distinto ¿A otro mundo de los sueños? Quizás. Me cuesta diferenciar pasado y presente, o presente y futuro, o pasado y futuro… No sé cómo definirlo, la luz es real, siento la humedad y el frío en el aire, huelo la lluvia reciente y veo los relámpagos en los nubarrones. Hay tormenta y por eso no quiere que suba.
Me agarro de la barandilla, está helada y mojada, subo por las escaleras y veo la parte de arriba. Otro patio, un tendedero enorme y una habitación donde predominan los libros, un armario gigante y otra televisión con una Nintendo enchufada a ella, un baño y un sofá pequeño. Nunca he cogido uno de esos libros y no sé por qué, sé leer perfectamente desde los cinco años pese a los problemas que tuve de pronunciación y entendimiento y, encima, hay libros como La divina comedia o el principito. Me encantan pero, enfrente de la estantería me pregunto como soy capaz de saber cuales son y que me gustan tanto si nunca los he leído.
Es un sueño, esa pregunta me abre los ojos y me responde a todas las demás. Dentro de este mar de incertidumbre sé que esa es la pregunta adecuada. Es un sueño, el frío, el calor, los olores del rocío o el vaho no son más que producto de un sueño muy bien elaborado. Ahora soy plenamente consciente de ello y puedo asegurar que nunca voy a querer despertar. Echo de menos esta casa, tener nueve años y no preocuparme más de que Pokémon capturar o de si ver o no Hércules porque ya la hemos visto como unas treinta veces.
No sé cómo despertar pero supongo que eso vendrá solo y, una vez más, no lo deseo. Me siento en el sofá, cojo un libro y me pongo a leer a la par que pienso si sólo es un sueño para mí o también lo es para mi hermano y mi madre. ¿Los sueños se comparten? Quizás no con las personas de mi realidad pero ¿Y si los sueños se comparten con personas de otras realidades?
Repentinamente me veo a mí mismo dentro de la habitación mientras voy alejándome de allí, sobrevuelo mi casa y el barrio, cuando aún estaba lleno de flores y campo y no de casas y gente.
Todo se vuelve negro y despierto, de nuevo, en mi cama, en mi cochera. Tengo veintidós años y la sensación de que he envejecido trece de golpe.
Salgo de la cama y subo a desayunar pero, esta vez, con un hermano diez años más viejo y nueva hermana. El sueño ha acabado pero… ¿Quién sabe cuándo volveré?
Os vuelvo a invitar a que hagáis lo mismo, es una manera muy fácil y entretenida de descubrir cuanto te conoces. ¡Os llevaréis más de una sorpresa! Os lo aseguro.
¡Ah! y recuerda: Esto no es un vídeo de Youtube pero estaría bien que hicieses lo propio, comparte, suscríbete, sígueme en Twitter, “quémale el pelo a tu hermano”... Ya sabes, ese tipo de cosas.

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