Revista Cultura y Ocio

Micro relato – Instantes

Publicado el 11 septiembre 2013 por Diego Diego F Ospina @DiegO_OzpY

Se inclino de manera deliberada, para dejar ver mas lúcidamente sus piernas de porcelana, la falda que ondeante se aferraba al musculo dorado, se agitaba como un torbellino rojo sobre aquella cintura de reloj de arena.

Los ojos de el, forzaron  su mirada a cambiar de dirección, solo una expresión matemática podría explicar el proceso con exactitud, estupefacto, su cuerpo físico dejo de responder y la memoria lo abandono, el momento en cuestión se reducía solo a unos segundos eternos de atracción animal.

La luz chocante que arribaba desde aquel sol inflamado por los vapores primigenios, impacto sobre un cuerpo perfectamente geométrico, trigonométricas curvas, repelían la lluvia de rayos luminosos y los disparaban en infinidad de direcciones, un haz de luz reflejo un destello de mujer, que impregnado de su esencia, transmitía una imagen holográfica de piernas y faldas, que solo un tipo de cerebro puede reconocer.

Forzaron a cambiar de dirección sus ojos, los ojos de el, buscando un mensaje codificado en el elemento del mismísimo Zeus, cuando esas pupilas despiadadas avisaron la belleza de tan humana figura, ya un rayo de luz había penetrado en ellos, un mensaje químico de sustancias carnales avanzo por entre la composición física de sus viseras, hasta llegar al cerebro, donde incipiente desembocó en una avalancha hormonal de sensaciones y sentimientos, el caldo evolutivo de preservación natural estaba listo, su cuerpo pedía, rogaba y suplicaba, angustiosamente que se comunicase con ella, pero su boca demasiado ocupada saboreando aun aquella figura dorada, no respondía y se quedo entreabierta.

El 10 de septiembre del 2013, a las 4:34 pm, un hombre amo a una mujer con todo su metafísico ser, amor instantáneo de un segundo producto de un tornado hormonal, causado por la visión de una musa de falda roja, unas piernas dobladas de porcelana y una mujer que ajustaba su tacón, a las 4:35 una flor resplandece humanidad, se levanta lenta y elegantemente, y pregunta ¿que miras?, en ese mismo segundo, un hombre petrificado, asustado como si fuese el autor de un crimen, con la boca abierta no supo contestar.

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