[6/10] Hace ya tiempo que Woody Allen no nos depara sorpresas en su cita anual, y eso para unos es algo bueno mientras que para otros es síntoma de agotamiento. Su última película es una declaración de amor a París como en su momento “Manhattan” lo fuera al barrio neoyorquino, y también un paseo turístico por la capital francesa y su historia como recientemente “Vicky Cristina Barcelona” lo fue por la Ciudad Condal. Quizá sean peajes de producción o acercamientos a un público europeo que siempre ha sintonizado mejor son su pesimista, cansina, cínica y ácida visión del mundo, y quizá también por eso busque en “Midnight in Paris” y en las noches de lluvia parisinas la renovación e inspiración nostálgica para irse al pasado y quedarse a la vez en el presente.
Así es Woody Allen y así es su personaje Gil, guionista mediocre y aspirante a escritor, inseguro e insatisfecho permanente, necesitado de lugares mágicos para encontrar estímulos creadores y de un equilibrio entre lo racional y lo sentimental para enamorarse de verdad. Perplejidades y paradojas de un escritor que no para de revisar sus textos buscando la perfección de sus admirados Hemingway o Scott Fitzgerald, o de un hombre que no siente la eternidad al amar a su novia Inez. Su viaje a la búsqueda de la felicidad lo hará en un coche de época que le transportará a los años veinte para conocer a todos sus ídolos literarios y artísticos… y también a su musa romántica Adriana. Una road movie que Gil recogerá en su novela de la misma manera que Woody Allen lo plasmará en el celuloide, para terminar… a la manera hollywoodiense, y eso a pesar de que no cese de lanzar sus dardos sobre esa mediocridad que genera la Meca del Cine.
El director de “La Rosa Púrpura de El Cairo” sigue huyendo de la realidad porque no le satisface y porque el amor ideal sólo se encuentra en el imaginario del creador, algo que debe ser cualquier enamorado y cualquier artista, en cierto sentido: crear un universo donde todo cobre un sentido nuevo, donde las mismas palabras o las mismas notas musicales lleguen empapadas de sentimientos vivos y de encanto embriagador. Esa es la ensoñación de Gil durante las noches en que se hizo amigo íntimo de Hemingway, Fitzgerald, Picasso, Dalí, Buñuel… al ser transportado al París bohemio de los años veinte, o cuando arrastrado por su amor a Adriana se fue a la Belle Époque de Lautrec, Degas, Gauguin…, para finalmente regresar a su siglo renovado y seguro de sí mismo y poder amar por algo más que coincidir en el gusto por la comida india.
Como siempre en una película de Woody Allen, el guión es ágil e ingenioso en su estructura fantástica, fresco e inteligente en sus diálogos, dinámico y transparente en su puesta en escena… y prueba de ello es la naturalidad con que Gil toma cada noche el coche de la nostalgia para hacer su viaje en el tiempo… con la mayor pureza e ingenuidad imaginable. También como siempre, el cineasta recurre a estereotipos para crear sus personajes, aquí retratados con todos los tópicos populares de cada escritor o pintor… en una galería que se hace interminable y repetitiva y en la que el espectador está más atento a ver quién aparece ahora o si les reconoce; aunque pueda responder a una crítica sutil y sagaz acerca de la mirada turística y llena de clichés del americano que llega a Europa, no deja de ser una simpleza cansina. Por otro lado, los personajes actuales le sirven para lanzar sus pullas contra los republicanos, los guionistas de Hollywood o los psiquiatras, constantes de todo su cine y mil veces vistas.
En definitiva, estamos ante una nueva comedia de Woody Allen en la que no da ni más ni menos de lo que nos tiene acostumbrados, con un Owen Wilson bastante entonado en el papel de alter ego del cineasta-actor añadiendo su dosis romántica, bien acompañado de Marion Cotillard y Rachel McAdams como mujeres para cada época. Los secundarios de lujo como Kathy Bates, Michael Sheen o Adrien Brody o la mismísima Carla Bruni… son muy secundarios, quizá también exigencias para una amplia y buena promoción. Una película entretenida pero no brillante, un divertimento ligero y poco ácido para pasear por las calles de París… en busca del amor y de la inspiración, y también un viaje de ida y vuelta para nostálgicos de un Woody Allen que hace veinte o treinta años dio todo lo que tenía que dar, y que ahora se repite con sus vueltas al pasado.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “Midnight in Paris”, película distribuida en España por Alta Classics © 2010 Mediapro, Versátil Cinema y Gravier Productions. Todos los derechos reservados.