Si viven en la Argentina, son porteños o han visitado Buenos Aires, con certeza sé que conocen un plato típico de estas latitudes: las milanesas napolitanas/a la napolitana (que lejos de tener alguna mínima relación con Nápoles - es más, de visita por esa ciudad italiana, les garantizo que no la encontrarán en ningún menú local - son bien porteñas como el tango, la calle Corrientes y el obelisco). Plato sencillo, noble - podría decirse - y tentador (lo expreso como chef, no como vegetariana...) que embruja con sus encantos a grandes y chicos, turistas y nativos. Milanesas de ternera, cubiertas con salsa de tomates y abundante mozzarella que se derretirá, gratinándose en el horno. Con profusa ración de papas/patatas fritas forma parte del menú de cualquier bodegón porteño que se precie de tal. Pues, hoy les traigo una variante vegetariana (apta para no vegetarianos, claro está) sabrosa, simple, suculenta y ciertamente pecaminosa; pero, bien saludable ;)
Con berenjenas, que siempre nos dan mucho juego y posibilidades a la hora de realizar platos sabrosos, y algunos poquitos otros ingredientes resolveremos una comida con mucho nutriente y considerable sabor en proporciones iguales. En la receta, no les indico cantidades porque eso dependerá del número de comensales a la mesa y de cuán buen diente tengan :)
Lo primero será que cortemos, en sentido longitudinal, rodajas más o menos parejas y no demasiado gordas de berenjenas (pueden o no estar peladas - en especial si son orgánicas - eso dependerá de su gusto y de cómo les resulten a la hora de digerirlas). Las disponemos, entonces, en capas superpuestas dentro de un colador, salándolas capa por capa (¡pero, sin excedernos!) y las dejamos allí por un buen rato para que pierdan parte de agua. Luego, las secamos con un paño de cocina y las sumergimos en un baño de huevos batidos con sal, pimienta, nuez moscada, orégano y tomillo.
Entonces, las cubrimos de ambos lados con pan rallado (yo utilicé copos de maíz sin azúcar molidos), mezclado con queso rallado (Parmesano, en mi caso) y semillas de sésamo (una mezcla de blanco, integral y negro). Por último, las disponemos en una fuente para horno, humedecida con aceite en aerosol (también podemos pincelarla con el aceite de nuestra preferencia) y las llevamos a un horno fuerte hasta que doren la base/el lado en contacto con la fuente.
Cuando las damos vuelta, le agregamos abundante salsa de tomates (puede ser comercial; sin embargo, la casera siempre sabe mucho mejor), que preparamos sobre un sofrito de cebolla, y trocitos de mozzarella (también podemos rallarla, asegurándonos así que se derretirá y gratinará con mayor rapidez y de modo más parejo). Llevamos nuevamente al horno para que el queso derrita y gratine, logrando toda la magia del plato.
¿Y eso es todo?, se preguntarán. Pues, sí... De las recetas más sencillas se nutre nuestro estómago, alimentando - a la vez - recuerdos de momentos familiares que se graban en la memoria, aportándole el lazo afectivo a un plato de comida que nos marca para siempre. Es que está claro (o, por lo menos, para mí lo está) que para comer rico no se necesita de gran ciencia sino, más bien, de la justa elección de integrantes nobles para armar la receta ;)
Podemos disfrutar estas sabrosas milanesas acompañándolas con papas/patatas (fritas, al vapor, asadas con ricos condimentos...), batatas/camotes/papas dulces (en preparaciones idénticas que las de las papas/patatas), rodajas de zapallo que horneamos con abundantes hierbas, ensaladas de hojas verdes con limoneta (para ayudar a fijar el hierro de las berenjenas), puré de garbanzos, trigo burgol/bulgur, cous cous/cuscús...
Algunas observaciones y recomendaciones finales: Si lo prefieren, pueden reemplazar las berenjenas por zucchinis/calabacines, logrando un plato con sabor algo más delicado.
Si salan las berenjenas con sal gruesa o entrefina, deberán enjuagarlas ligeramente antes de prepararlas para quitarles el exceso de sal. Recuerden, además, que la receta incluye queso rallado que, de por sí, ya es bastante salado.
En lugar de pan rallado tradicional pueden emplear panko/pan rallado japonés o copos de papa deshidratados.
Otra opción (eso sí, más "poderosa" y pesada a la hora de digerirla) es freír las milanesas una vez preparadas y antes de incorporarles la salsa de tomates y la mozzarella, sólo gratinándolas en el horno fuerte. Eso es a gusto de cada quien, sólo que mi propuesta es mucho más liviana y digerible; palabra de honor.
Si lo prefieren, pueden reemplazar los huevos batidos por harina de garbanzos más agua potable hasta formar una pasta algo ligera. De igual modo, para convertir en vegana la receta, pueden reemplazar la mozzarella por queso vegano para derretir y el queso rallado del empanado por rawmesan/queso rallado vegano.
En cuanto a la salsa de tomates, como ya les indiqué antes, pueden utilizar salsa comercial. En ese caso, comprueben que no se trate de un puré de químicos sino que sea un producto lo más natural posible (se consiguen muy buenas salsas de tomate orgánicas sin conservantes, colorantes ni saborizantes). Aunque, si me preguntan qué es mejor, les contestaré sin dudarlo un segundo que la salsa casera de toda la vida (ésa de la receta de la abuela o la bisabuela) con ricos tomates perita/pera bastantes maduros (que no es lo mismo que pasadísimos), que escaldamos en agua caliente para pelarlos con facilidad (aunque, si les gusta una salsa algo más rústica, pueden preparar una exprés con tomates enteritos, con sus pieles y sus semillas), picaditos y cocidos con algo de orégano y mimo. Si son muy quisquillosos, pueden procesar y filtrar el resultado de la cocción en colador de malla fina, pasa todo/pasa tutto o colador chino para dejarla más sedosa. También pueden realizar esta misma salsa a partir de un sofrito de cebolla picadas (puede ser con algo de puerros y pimientos rojos) que le aportarán más sabor todavía.
Si así lo desean, pueden reemplazar la salsa de tomates por cebollas (cortadas en juliana o pluma) salteadas o caramelizadas, dándole un giro a la receta que de un estilo napolitano se transformaría a la fugazzeta en un pestañear (pero, sin perder un gramo de sabor).
Antes de despedirme, permítanme contarles el detrás de escena del famoso plato porteño de milanesa napolitana/a la napolitana. Cuenta la historia que hacia finales de la década de 1940 o principios de la de 1950, en el restaurante Nápoli (ubicado frente al Luna Park, en el microcentro porteño) se sirvió por primera vez este clásico de nuestra gastronomía. Allí, cada noche llegaba un comensal pidiendo siempre el mismo menú: una clásica milanesa. Sin embargo, una noche arribó más tarde de lo habitual y el cocinero ya se había retirado. Uno de los mozos o asistentes del restaurante, solícito y voluntarioso más que práctico en las artes de la cocina, se dispuso a completar la comanda; sin embargo, debido a su falta de oficio, la milanesa se pasó de cocción. Rápido para resolver problemas, Jorge La Grotta, dueño del lugar, ordenó al improvisado chef que removiera parte del pan rallado demasiado dorado y que le añadiera salsa de tomate, algo de jamón cocido/york, mozzarella y que la gratinara en el horno. Mientras tanto, él mismo se encargaría de convencer al parroquiano de que probara un plato nuevo. En definitiva, cuando la comida llegó a la mesa, el cliente se devoró la milanesa sin dejar ni rastros, felicitó a todo mundo e impuso - sin saberlo - un clásico de la gastronomía argentina que, originalmente, se llamó Milanesa a la Nápoli y que esa misma noche (y con puño y letra del propio La Grotta) se sumó al menú permanente del lugar. El tiempo - que todo lo desdibuja - fue transformando aquella Milanesa a la Nápoli en milanesa a la napolitana.
¿Qué les pareció la historia? ¿La conocían? ¿Y la receta? ¿Les parece apetitosa? La verdad es que se trata de sabores muy nobles que maridan muy bien entre sí. Berenjenas o zucchinis/calabacines, tomates, cebollas, orégano y queso gratinado parecen indicarnos que nada que los reúna puede salir mal. No sé en sus casas, pero en mi hogar estas milanesas son todo un éxito cada vez que las preparo; de hecho, mi hijo es fanático de cualquier plato que se denomine a la napolitana ;)
Espero que les haya gustado la receta. Nos reencontramos la semana próxima. Hasta entonces, pásenla muy bien, disfruten junto a sus seres queridos y experimenten en la cocina.
Textos y fotografías©: Bouquet Garni RecetasDigiscrap©: Blagovesta Gosheva Digital Scrapbooking Design/Amber Shaw Digital Design Studio/Bouquet Garni Recetas