
Creo que estaba en quinto de EGB (diez años) cuando con un par de amigos preparamos en el colegio una fiesta para los más pequeños, e imitamos a los payasos de la tele. Fui ilusamente por varias tiendas de Gerona (yo vivía allí entonces) para intentar encontrar una camiseta roja larga, como la que usaban. Al final, a mi madre se le ocurrió coser un trozo de tela roja a un polo del mismo color, y tan contento. Es curioso, pero conservo como una fotografía la imagen de aquel día, bajando por la rampa que daba acceso al patio del colegio.
A Miliki no le conocí personalmente; hablé con él por teléfono un par de veces; me encontré en ambas ocasiones con un hombre afable, educado y simpático. La imagen que ya tenía de él. Irradiaba bondad y serenidad. Su hijo Emilio la plasmó en una enternecedora y emotiva escena con la que cerraba su película Pájaros de papel. Miliki interpretaba a un viejo cómico al que se le rendía homenaje en un teatro, y estoy segura de que Emilio Aragón, hijo, la rodó envuelto en lágrimas. A él si he tenido la ocasión de conocerle y de entrevistarle en varias ocasiones, y la admiración que sentía por su carrera todoterreno se convirtió en simpatía y aprecio, incluso algo de cariño. Si los hijos son de alguna manera reflejo de sus padres, Emilio Aragón Bermúdez, Miliki, debe de haber sido una persona extraordinaria. Descanse en paz, y mi abrazo para toda la familia (a la de verdad), especialmente para ti, Emilio.