Primera panadería vienesa en París
El croissant (en español podemos decir cruasán) es el bollito francés por antonomasia y nuestros vecinos han hecho del delicioso dulce el protagonista, junto con el café, de su desayuno.
Su nombre significa "creciente", aunque no es debido a su masa que se eleva, sino a su parecido con la fase de la luna. De hecho, en algunos países sudamericanos lo llaman medialuna.
No sé si será verídica, pero a mi me encanta la historia que cuentan sobre su origen. Parece que procede de los actos de celebración en Viena en 1683, al salvarse la ciudad del sitio otomano.
Fueron los panaderos vieneses los que dieron la voz de alarma al sentir ruidos, por la noche, mientras elaboraban sus panes. El emperador decidió condecorarlos y ellos, como agradecimiento, elaboraron dos panes para la ocasión: uno con el nombre del emperador y otro llamado "media luna" como alusión y burla a la media luna de la bandera otomana.
El cruasán se introdujo en Francia, procedente de Viena, en 1838 cuando el oficial austríaco August Zang abrió una panadería con especialidades vienesas en París. La foto de arriba es de dicha panadería en 1909.
Para 16 mini-croissants:
- 1 masa brisa o masa quebrada
- 100 g de jamón de york
- 50 g de mezcla de 4 quesos rallados
- 1 huevo batido
Se precalienta el horno a 180ºC y se cubre la bandeja con papel de horno. Se estira la masa con un rodillo y se corta la masa en triángulos.
Mi querida amiga Emi me regaló un "artilugio" especial para cortar los triángulos, pero si no lo tenéis no pasa nada, los podéis cortar con un cuchillo.
Se cortan triángulos más pequeños de jamón york y se disponen sobre los trocitos de masa.
Se añade por encima un poco de mezcla de 4 quesos y se forman los croissants, partiendo de la base de los triángulos y dirigiéndose hacia el vértice.
Hay que pegar bien los extremos de los croissants para que no se salga el relleno durante la cocción.
Se colocan los cruasanes en la placa o parrilla cubierta con papel de hornear y se pintan con huevo batido.
Se hornean a 180ºC con calor arriba y abajo durante 20 minutos, o el tiempo que precisen en vuestro horno hasta que estén dorados.
Se pueden degustar fríos o calientes, según os plazca. Seguro que no podéis comer sólo uno!!