Los termómetros están descendiendo, ayer incluso nos cayó una buena nevada, y es el tiempo perfecto para disfrutar de un desayuno caliente, cremoso y reconfortante. El amor por el porridge, o las gachas, es algo que desarrollé durante los 10 años en los que estuve viviendo en Londres, y todavía hoy hay ocasiones en las que me apetece desayunar esta preparación típica escocesa, en especial en una de esas mañanas de pijama, fría y perezosa.
En nuestro caso, vamos a cambiar los copos de avena por amaranto en grano, un pseudocereal sin gluten, fácil de cocinar y con un perfil nutricional bastante interesante. Estas semillas están repletas de proteína, son ricas en lisina (un aminoácido esencial cuyo contenido es muy bajo en otros cereales y pseudocereales). La lisina cumple una función importante en el crecimiento, convirtiendo carnitina, ayuda al cuerpo a absorber calcio y es esencial en el desarrollo del colágeno. Además, contiene una variedad de nutrientes que incluyen la vitamina B6, tiamina, niacina, riboflavina y calcio, y su contenido en carbohidratos es relativamente bajo en comparación con otros cereales y pseudocereales sin gluten.
El amaranto tiene una textura similar a los grits, gachas de maíz o polenta, pero también se puede usar para hacer palomitas. Otra idea es utilizarlo para elaborar granolas y mezclas de frutos secos y semillas. Al cocinarse se vuelve cremoso y algo gelatinoso, formando una mezcla en la que las semillas no se pueden separar de forma individual como en el caso de la quinoa. Por ello, el amaranto es el candidato perfecto para hacer unas gachas.
De la misma manera que hago con otros granos, semillas y frutos secos, pongo a remojar el amaranto para neutralizar el ácido fítico y antinutrientes que pueden dificultar la digestión. Si quieres aprender más acerca del por qué y cómo remojar, fermentar y germinar, te aconsejo que te hagas con el libro Nourishing Traditions, de Sally Fallon.
- ½ taza de amaranto en grano
- 1½ tazas de leche de coco (o leche de almendra)
- ½ vaina de vainilla, o canela, o especias de pastel de calabaza o de pastel de manzana
- Una pizca de sal
- 180 gr de arándanos (o cualquier otro fruto del bosque), congelados o frescos
- 1 – 2 cucharaditas de miel o sirope de arce (al gusto)
- Un poco más de leche de coco o almendra, o nata
- Remoja el amaranto en agua la noche anterior (hasta 24 horas antes)
- Por la mañana, cuela y enjuágalo en un colador de malla fina. Ponlo en una cazuela, junto con la leche de coco, la sal y el interior de la vaina de vainilla, o las especias de tu elección, calienta hasta que comience a hervir, removiendo de vez en cuando, y reduce a fuego medio-bajo.
- Cocina durante unos 20 minutos, sin dejar de remover con una cuchara para que no se pegue, hasta que haya espesado, asemejándose a las gachas, y el amaranto se haya vuelto transparente. Puedes añadir líquido adicional durante el proceso (leche o agua), el amaranto seguirá absorbiéndolo.
- Pon los arándanos y la miel en otra cazuela, a fuego medio, hasta que se calienten y adquieran un aspecto similar al de la mermelada.
- Sirve las gachas en un bol con los arándanos por encima, y un chorrito adicional de leche de coco o nata.