El mejor sitio para ver techos es una camilla. No hay nada más que hacer mas que mirar los techos y, si te dejan tiempo suficiente, acabas descubriendo manchas, grietas, dibujos que nadie más ve porque los que pululan a tu alrededor miran hacia abajo, te miran a ti. La Capilla Sixtina deberia visitarse en camilla, en una de las de quirófano que no da para ponerse cómodo, solo para mirar hacia arriba y ver. Convendría que hubiera unos cuantos camilleros por allí para poder decirles 《esto ya lo he visto. Llévame a ver la Sibila》 Pienso todas estas tonterías tumbada en una camilla de quirófano (sin la Capilla Sixtina encima) esperando para que me operen. El techo de la sala es poco emocionante pero en la barra metálica que tengo por encima hay tres orificios: vacio, oxígeno, A.Medicinal. A. Normal salta automáticamente mi cabeza pensando en Igor. Me pregunto que será el aire medicinal y para qué sirve el vacío. ¿Te enchufan vacio? ¿te sacan aire y te dejan vacio? ¿no es muy raro que de algo salga vacio o se llene de eso? Pienso en agujeros negros y en que seguro que en algún momento esa barra sobre mi cabeza fue algo puntero y ahora simplemente está.
Mientras espero a que vengan a buscarme me comparo con mis cacerolas y sartenes en el fuego. Cuando me pongo a cocinar, mi cocina se convierte en un circo de tres pistas y muchas veces dejo algo al fuego y se me olvida porque me distraigo con otras cosas. Por los ruidos y voces que escucho esto es mucho más que un circo... parece un mercado de abastos con gente entrando y saliendo por todas las puertas, todos gritando una jerga que no comprendo pero en la que todos ellos se desenvuelven con soltura. ¿Y si la soltura es impostura? ¿Y si se olvidan de mi? ¿Y si se confunden con Rosa la de la cadera? Tenía que haber hecho caso a Juan y escribirme en el hombro izquierdo: ESTE NO ES. Mientras mi brazo deja de ser mío y se convierte en un trozo de carne que me cuelga del hombro ,al fondo escucho un sonido metálico que se parece muchísimo al de las tijeras del pescadero cuando desescama una lubina. Intento imaginar que estarán haciendo pero no puedo girar la cabeza y me concentro en A.Medicinal, A. Normal.
¿Me acordaré de todo esto al despertar?
****************
Me acuerdo y lo escribo con la mano izquierda. Pienso en mi abuelo y en cómo tecleaba, con sus dos índices como garfios, en la máquina de escribir de su despacho. En casa siempre llevaba una chaqueta de lana con botones, verde o granate. Yo llevo hoy una chaqueta verde, echada por los hombros, encima del cabestrillo. Me pregunto dónde estará esa máquina de escribir. La anestesia me deja melancólica.