Revista Cine
Seguro que nadie asiduo a este blog desconoce al gran maestro de la divulgación científica y de la ciencia ficción Isaac asimov, un autor que coronó los años sesenta con sus magníficas novelas y sagas literarias.
Con Isaac Asimov entré en las puertas de la ciencia ficción. Sus cuentos sobre robots siempre me cautivaron, y gracias a él descubrí que existe humanidad allí donde los ojos del hombre miren. Luego llegó Hari Seldon y entendí que el universo es infinito.
Nunca me cansaré de leer a Asimov. Nunca. Sus historias tienen un halo de imaginación y fantasía más cercano a lo increíble que a lo científico. Y encima la inquietud de enseñar (véanse las aventuras de Lucky Starr) le convierte en un maestro en la divulgación.
Ante todo esto sólo puedo que aplaudir al gran maestro de la ciencia ficción, uno de los tres dioses del olimpo (junto a Dick y Clark).
Se le considera el escritor de novela de ciencia ficción más conocido y de mayor fama por parte de aquellos lectores no fanáticos del género. Es su estilo didáctico y divulgativo la gran virtud que le caracteriza. Explicando en sus novelas conceptos cercanos a la considerada "ciencia ficción dura" (léase "Los propios dioses" o la serie de las fundaciones por citar algún ejemplo), logra que el lector comprenda sin mayores dificultades. Su virtud de explicar fácilmente conceptos complejos con una narración sencilla y directa consiguen hacer un estilo de rotundo éxito. Es precisamente de esa sencillez lo que algunos críticos le acusan, aunque es la misma sencillez que permite explicar conceptos realmente complejos.
Sus relatos de robots son un clásico del género. Tales como El hombre bicentenario, Los robots del amanecer, Yo robot o Visiones de robot forman un pensamiento único y especial, dando lugar a sus tres famosas leyes de la robótica, leyes universales y eternas en el colectivo scifi:
1. Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que éste sea dañado.2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando estas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.3. Un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
El tema de la robotización y su empeño en convertirse humano es tratado de forma asidua. Sin embargo, Asimov va más allá y mezcla historia lejana (especialmente relacionada con el imperio romano) con la ficción más lejana en su saga más famosa y galardonada. La Fundación, también conocida como El ciclo de Trántor, es una de esas obras imprescindibles del género en el que el autor mezcla aventuras espaciales, política cortesana, amenazas alienígenas y ciencia ficción casi mitológica a partes iguales.
También hay que mencionar sus primeras novelas de aventuras espaciales conocidas como las aventuras de Lucky Starr, protagonizadas por un policía del espacio que utilizaba Asimov de excusa para divulgar las maravillas del sistema solar. Aunque no es un trabajo demasiado bien logrado, su conjunto de novelas forman un abanico de aventuras espaciales y visualizaciones del espacio muy entrañables.
Otras obras sobresalientes en su género son Los propios dioses, donde se nos brinda la oportunidad de leer una de las mejores descripciones de una raza extraterrestre, y El fin de la Eternidad, dónde se habla de los viajes en el tiempo de forma magistral. Otras obras de Asimov no tan reconocidas pero importantes en un biografía son Viaje alucinante, Bóvedas de acero y Un guijarro en el cielo.
Siempre se ha comparado a Isaac Asimov con Arthur C. Clarke, en un intento de enfrentar a las dos personalidades en busca del título de maestro universal de la ciencia ficción (con permiso de Julio Verne). Y aunque ambos autores abordan el mismo género, mientras Clarke poetiza narrativamente con mayor profundidad, los conceptos quedan mucho más claros con Asimov.
"El aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana en conocimiento más rápidamente que la sociedad en sabiduría."