Revista Cultura y Ocio
Solamente hacen falta quince segundos de visionado al inicio de esta magnífica película para darnos cuenta de que estamos asistiendo a algo diferente, especial, mágico.El film de Harmony Korine se abre con una secuencia ralentizada en la que se puede observar a un émulo de Michael Jackson circulando por una pista y subido a una minimoto amarilla que arrastra por el aire a un pequeño mono de peluche.Y todo mientras suena de fondo el "Mr. Lonely" de Bobby Vinton.
Y esto, lo queramos o no, señores y señoras, a los quince segundos de nada, ya huele a Cine. Del bueno, prometedor, al dente y en su justo punto de cocción... para entendernos.
"No sé si sabrán lo que es querer ser otra persona, no querer ser como eres, odiar tu propia cara y pasar completamente desapercibido. Yo siempre quise ser otra persona. Nunca me sentí cómodo siendo como soy. Sólo quiero ser mejor de lo que soy, ser menos ordinario y hallar un propósito en este mundo. Es más fácil ver cosas en los demás, ver cosas que admiras y luego tratar de imitarlas. Tener otra cara. Bailar otro baile y cantar otra canción. Está ahí esperándonos, invitándonos a cambiar. Es hora de convertirnos en lo que no somos, de cambiar de cara y ser lo que queremos ser. Creo que el mundo es mejor así".
Las anteriores son las primeras palabras- o el manifiesto y declaración de inequívocas intenciones- que escuchamos en la película; una reflexión sobre el fenómeno social y la Cultura de la Fama, sobre la insatisfacción y la necesidad agobiante de ser algo más(mejores, si cabe) que lo que ahora somos.Los sociólogos diríamos que se está haciendo una precisa radiografía de una sociedad hipermediatizada donde se nos exige subliminalmente que todos lleguemos a ser protagonistas, trabajando sin descanso en el sentido de adquirir una identidad social "triunfadora", aunque sea a costa de la más absoluta despersonalización y de la sugestibilidad y modificación psíquica que el marco mediático de "Lo perfecto y Lo mejor" nos impone a diario a los individuos nacidos en las democracias liberales de mercado.
Decía Le Bon que "la masa psicológica es un ser provisional compuesto de elementos heterogéneos, soldados por un instante".Y es precisamente sobre este marco prescriptivo por donde se mueven los personajes de "Mister Lonely" con su desindividualización a cuestas, con esa vulnerabilidad del individuo en estado de masa que decide dejar de ser él mismo y refundir su interior con las sanadoras virtudes que consideran representan Marilyn Monroe, Michael Jackson, Charles Chaplin, Sammy Davis Jr, etcétera... Así, a través de la imitación de estos prometeicos iconos de la cultura moderna de masas es como los personajes de Korine se despersonalizan, destierran su yo singular y se convierten en lo que no son pero en lo que quieren llegar a ser.
La película, cinematográficamente hablando, es una de esas maravillas marcianas. Ver a todos estos seres humanos reformulados conviviendo juntos en medio de ningún lugar, en una isla utópica de clones de Chaplines y Monroes a la deriva es una experiencia ciertamente trastornadora.Diego Luna es un Michael Jackson perfecto y sacado de su panteón para la ocasión.Samantha Morton nos deslumbra con su sensual fragilidad de una inquietante Norma Jeane.Las imágenes hipnóticas se suceden sin llegar a ser autocomplacientes. Transmiten perfectamente la zozobra íntima, la atmósfera dramática en la que el 90%(que diría Hemingway) de lo que sucede no se ve, se intuye, pues es ese resto de iceberg que está justo flotando debajo del relato el más relevante y revelador.También hay que ser conscientes de que es una película autoral, con una firma muy personal, apuntalada sobre dos historias que transcurren en paralelo, y que juega con encomiable habilidad narrativa con las claves( texturas, las formas, la música, color...) del cine más independiente, sin perder en ningún momento su particular y más clásica intensidad dramática.
Yo es que no le he quitado el ojo a Harmony Korine desde su debut con "Gummo", un experimental, delicioso y sucio film de estructura fragmentada.Y si os gusta no os perdáis la argentina "El último Elvis", que también tiene mucho que decir sobre las ilusiones y frustaciones modernas, la cultura de la fama y la decepción existencial.Otra recomendable reflexión sobre esta urdimbre de espejismos que es la modernidad en la cultura de masas.
Saludos cinéfilos de Jim.