Dentro del paseo que hicimos con Moka hace varios días en bicicleta por el Parque Forestal (perdón por tanto retraso) pasamos por el Museo Nacional de Bellas Artes, sin tenerlo planeado, y sin esperar encontrar algo en particular. Tuvimos un muy buen rato y una grata experiencia con dos exposiciones muy distintas entre sí.
Realmente no pensábamos ir al museo, pero al estar en frente, se me ocurrió ver qué exposiciones estaban cursando en ese momento, y decidimos entrar. Eso si, antes de entrar, el tener que dejar las bicicletas fuera del museo amarradas a un pasamano no me dejó muy tranquilo. Falta un estacionamiento de bicicletas con vigilancia por ahí.
Una vez dentro, fuimos -por tincada- a la sala que está en el ala norte en el primer piso. La exposición se titulaba Núcleos Retrospectivos, y se trataba de una colección de pinturas, dibujos y trabajos del artista chileno Guillermo Brozález. Las obras eran una mirada a los inicios de la producción artística de Brozález (la mayoría circa 1960). Su obra brilla en el uso de colores, la utilización de figuras geométricas, y la combinación de estos elementos en cuadros con mucho movimiento.
Cuando ves una exposición de este tipo, puedes darte cuenta de la evolución que tiene el artista con el tiempo; Puedes ver cómo mejora la técnica, cuantas obras produce en cierto periodo, e incluso pueden notarse hechos circundantes a su vida (como es, por ejemplo, el contenido político en las obras pos golpe militar). También pudo verse un periodo de exploración en el artista, el cual se caracterizaba por una técnica distinta, con colores más suaves, en su mayoría en la gama del amarillo y café. Eran -si mal no recuerdo- tres cuadros de este periodo, y debo decir que fueron los cuadros que más nos gustaron a Moka y a mi.
La siguiente exposición fue mucho más dinámica y moderna. Se titula Inmersión, de Klaudia Kemper. Aquí, la figura humana es analogía de la experiencia de vivir, y las distintas partes del cuerpo son relacionadas con sentimientos, sensaciones y pensamientos. En cada sala se abordaba una parte del cuerpo con técnicas variadas: proyecciones, clips de video, composiciones con fotografías, esquemas y dibujos. En poco rato Moka se sintió algo mal, y es que en realidad la exposición dejaba una sensación rara. Las fotografías, los sonidos, las proyecciones, todo estaba pensado de una forma muy impactante (y quizás para algunos bizarra). Personalmente, me gustan estas cosas -sí, tengo gustos extraños-, y todo lo que vi me recordó a unos videos que he visto en YouTube de un(a) artistas japonés de quien espero contarles pronto.
Es mejor dejarles la invitación más que describir qué es lo que encontrarán allí, para no arruinar la sorpresa. Yo recomiendo mucho ambas exposiciones. La exposición de Brozález estará hasta el 24 de Febrero en el primer piso, ala norte del Museo de Bellas Artes. La exposición de Kemper estará hasta el 31 de Marzo en el primer piso, ala sur, también en el Museo de Bellas Artes.